lunes, diciembre 25, 2017

Navidad 2017

En primer lugar, copio aquí el mensaje que puse en Facebook: 

Bueno, yo diría que no soy muy navideño. En general, estoy más cerca de afirmar que no me gustan las navidades, con su frenesí comercial, los obligados encuentros que a veces terminan como campos de batalla o las ausencias de seres queridos. Apenas empiezan ya estoy deseando que terminen. Y sin embargo, no sé por qué, hoy llevo todo el día una medio sonrisa colgando, y me despido de la gente como si no nos separáramos sólo un fin de semana, más bien como si nos fuésemos durante años al otro extremo del planeta. Y a la mínima de cambio digo "¡Feliz Navidad!" mientras estrecho las manos o nos damos un abrazo. Y todo el mundo me responde de la misma manera, lo cual me produce una sensación extraña de cercanía. Así que lo único que puedo deciros en este momento, amigos míos, es, por supuesto, ¡¡FELIZ NAVIDAD!!

Y, como todos los años, dejos unos videos hasta después del día de Reyes.

 Un video musical del grupo Parenthetical Girls titulado "Evelyn McHale".

   

Evelyn McHale fue una chica que a los 23 años se suicidó arrojándose desde lo alto del Empire State Building, el 1 de mayo de 1947. Su cadáver, inerte sobre el techo de un coche negro fue captado por el fotógrafo Robert Wiles. La imagen mostraba la belleza de la muchacha, con una expresión de serenidad que resultaba algo inquietante en ese contexto. 


Pronto se convirtió en un icono. Fue portada de la revista "Life" e incluso Andy Warhol la utilizó para una de sus obras.

   

Hace unos meses descubrí elprograma "Juegos mentales". Me gustó mucho y lo busqué por youtube. Encontré algunos episodios. Os pongo a continuación el dedicado a la moral. Os lo recomiendo.

   

Y, para finalizar, por supuesto, un villancico a cargo de Celtic Woman:

   

 En fin, amigos. 

 ¡FELICES FIESTAS Y FELIZ AÑO NUEVO!

lunes, diciembre 18, 2017

Tania Padilla - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Supongo que porque no tengo otra elección. Siempre me ha interesado la actividad artística. Mi abuelo era escultor y ya desde pequeña empecé a trabajar con el barro. Luego me pasé al dibujo. Pero era malísima para las artes plásticas. Y por otra parte siempre me gustó leer e imaginar historias. Empecé escribiendo poesía y luego hice algo de teatro, pero desde hace unos años es en la novela donde encuentro mi voz. Me parece el género total. O al menos para mí lo es. Yo escribo para inventar realidades alternativas que me enriquezcan el presente, para profundizar en mi visión de las cosas y así poder conocerme mejor, para revisitar el pasado y saldar cuentas (emocionales) conmigo misma. Y todo eso me lo permite la novela.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Soy poco maniática y escribo de forma no muy disciplinada. Suelo dedicar las mañanas a mi trabajo como investigadora y las tardes a leer y escribir. Empiezo leyendo para entonarme y acabo delante del ordenador, a veces demasiado tarde, cuando ya casi se me ha echado la noche encima. Por eso suelo tardar en escribir novelas. Por eso, y porque luego corrijo mucho. Soy una obsesa de la corrección, de la prosodia de la frase (salvando las distancias, como Flaubert).

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Mis novelas (las que he escrito hasta ahora) hablan sobre la comunicación humana (el poder de la palabra, de las historias, del arte), la mentira y la traición, el paradigma de lo femenino, la invención del amor o el viaje como acontecimiento iniciático (como en La Odisea o en El “Quijote”). 

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

El tiempo. Las novelas requieren tiempo, irse haciendo a fuego lento, sin prisa y con mucho cariño. Hay que tener mil ojos y mucha paciencia. Saber hacer. Todo despacio y bien. Y, desde luego, como diría la gran Virginia, para eso hace falta una habitación propia. Esa es la gran conquista, la de las mujeres en particular, pero también la de los escritores en general. La habitación propia es un espacio que también está hecho de tiempo.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Yo creo que para la novela hay que planificar bien las cosas, porque si no, no hay historia, o al menos no hay una historia bien contada. Y la novela tiene que contar algo. Lo demás es prosa poética, evocación… A mí me gusta planificarlo todo muy bien, pero dejando margen para que los personajes (aunque solo sea de vez en cuando) puedan tomar sus propias decisiones; especialmente en los diálogos, que es donde uno suele perder las riendas del texto, quizá por el efecto hechizante de la polifonía.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Tengo una buena nómina de referentes literarios, tanto narradores como dramaturgos y poetas. Cito solo a algunos: Cervantes, Góngora, Lope de Vega, Sor Juana Inés de la Cruz, Oscar Wilde, Valle-Inclán, Virginia Woolf, G. K. Chesterton, Jorge Luis Borges, Tom Wolfe, J. D. Salinger, John Irving, Jonathan Franzen, Yasmina Reza, Javier Marías… Y recientemente he descubierto a Andrés Barba. Dos de las novelas más apasionantes que he leído en los últimos años: Las correcciones, de Franzen, y Lo que queda del día, del reciente nobel de literatura Kazuo Ishiguro

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


Ahora acaba de publicarse La torre invertida, pero recientemente he acabado una novela corta titulada Tutú que tiene como protagonista a una bailarina. Actualmente estoy inmersa en la escritura de una novela sobre los últimos años de la infancia y el principio de la adolescencia que aborda temas como la reconstrucción del pasado a través del recuerdo, el descubrimiento del amor, las primeras experiencias sexuales o el poder salvífico del arte.  


Tania Padilla (Córdoba, 1985) es licenciada en Filología hispánica y actualmente trabaja como investigadora en las universidades de Córdoba y Burdeos, donde realiza sus estudios de doctorado. En 2004-2005 disfrutó de una beca en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores. Ha impartido talleres de escritura creativa y ha publicado artículos de investigación, cuentos y poemas en revistas y antologías de ámbito nacional e internacional. Ha publicado las novelas Nosocomio: el diamante negro (2013) y Un secuestro raro (Algaida, 2016), por la que recibió el I Premio Logroño para Jóvenes Escritores. Este año ha ganado el XXII Premio Ateneo Joven de Sevilla por la novela La torre invertida (Algaida, 2017), que acaba de ser publicada. 

lunes, diciembre 11, 2017

Slavko Zupcic - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Escribir sigue siendo un sueño que comenzó hace cuarenta y cinco años viendo el lomo de los libros de la biblioteca en que trabajaba mi madre. Luego dibujé, rasgué y comí (en ese orden) las páginas del Lazarillo de Tormes. Y un poco más tarde, pasé tardes infinitas de mi infancia viendo la firma de William Faulkner que (otra vez) mi madre, en Valencia de Venezuela, había logrado como ilustración para el tomo aguamarina de sus novelas editado por Aguilar. Este sueño se hace realidad en cada lectura, cada línea, cada cuartiento, cada libro, cada reunión literaria. Es un milagro que se sigue repitiendo, una llama libidinal que no se apaga, necesaria para vivir como el respirar, que alimenta permanentemente el fuego de la vida. En la primera entrevista de mi vida, hace veintinueve años, Maritza Jiménez, me hizo una pregunta parecida: “La poesía es el lugar al que siempre vuelvo le respondí. Tenía diecinueve años. Ahora tengo casi cincuenta e igual vuelvo: cada día, cada mañana, cada paso, cada mirada, letra y palabra.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Trabajador asalariado, soy capaz de escribir en cualquier situación. En el tren vacío o atestado de borrachos, sentado en la cama del médico de guardia o sobre la tapa del wáter para no despertar a los niños. Hay, sin embargo, una situación ideal que siempre busco y a veces encuentro: en la casa solitaria, con mi portátil sobre una mesa redonda que mi suegra decía era del siglo XIX, frente a una falsa pimienta llena de pájaros, con (por unos minutos) un fondo de piano que suene (preferiblemente) desde el surco de un vinilo.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Resulta imprescindible hablar de la medritura, que no es otra cosa que el arte y la ciencia de vivir, trabajar y escribir como un medritor. Obviamente, no es un invento mío ya que médicos escritores ha habido siempre, pero es el manto  (la advocación) que he elegido para guarecerme. Sirve para recordar que la fusión entre literatura y medicina que permanentemente invoco no es casual, que no pasaría lo mismo con la ingeniería y tampoco con la astrología. La medritura es posible porque tanto el saber médico como el espíritu literario se acoplan sobre el hombre revistiéndolo todo, no como dermis y epidermis, sino como capas del tejido epitelial que lo recubre todo, mucosas e intimidades comprendidas. A partir de ella, a través de sus ojos, me interesan la enfermedad, la muerte, el ambiente hospitalario como área social, la respiración de las personas y, cada vez más, la vida y mirada del otro.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Me lo dio Sergio Pitol, un escritor a quien mucho admiro y que tuve la suerte de conocer en un taller literario en Barquisimeto, y lo repito siempre a quien quiera escucharlo o lo necesite: escribir y escribir, insistir siempre.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Como si se tratara de las cuotas por pagar de la hipoteca, siempre pienso en los libros que quiero escribir y de una u otra manera los tengo programados por años, trienios o quinquenios. Pero, lo reconozco y agradezco, con el teclado frente a mí mayormente cambian las cosas, se multiplican, se desvían de una palabra a otra, página tras página. Busco entonces la vía del medio. Jinete mandón en los relatos; de paseo, dejándome llevar, en las novelas.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Primera respuesta: Mozart y Mendelssohn, que es una manera de hacerse el sueco (por la academia, no por la voz popular) aunque es una verdad absoluta ya que siempre los tengo cerca de mí.
Segunda (y autorizada) respuesta: Este manto de medritura que me protege sería imposible sin Carlo Levi y Alfred Döblin.
Tercera: la Biblia, como lectura santa y también profana, y Don Quijote de La Mancha.
Cuarta: Mis autores de siempre (de toda la vida, desde antes de los doce años, en la biblioteca de mi madre): Thomas Mann, Herman Hesse, Sinclair Lewis, William Faulkner, Jorge Luis Borges.
Quinta: Los escritores venezolanos: Guillermo Meneses, José Balza, Rómulo Gallegos, Rubí Guerra, Ricardo Azuaje, Juan Carlos Chirinos, Israel Centeno, Lena Yau y Fedosy Santaella.
Sexta: los uruguayos. Sin haber leído a Horacio Quiroga y Juan Carlos Onetti, seguramente no podría escribir. Sin los cuentos de Felisberto Hernández, la vida sería una cosa triste y gris, absolutamente desangelada.
Séptima: adoro la idea de que Juan Pablo Castel es un escritor que en un libro de ensayos, El Túnel, tiene un personaje que se llama Ernesto Sábato.
Séptima: mi amigo (porque es un gran escritor y porque la literatura es también un asunto de amistad, de fraternidad) Juan Carlos Méndez Guédez.
Octava: Paganini, Tartini y Chopin (porque la música es poesía pura y los suecos lo saben).

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


En estas semanas presento y vendo un libro de relatos, Cementerio de médicos. Decir, saber y escribir que los médicos mueren y que por lo tanto tienen y merecen su cementerio literario es un hallazgo que la medritura comparte con las aseguradoras. Este libro es otro paso en el empeño de fusionar medicina y literatura, no desde el espacio médico ni literario, sino en este caso desde el pensamiento narrativo. Me explico: el narrador de estos relatos es médico o va a serlo siempre. En ello estriba su comprensión del mundo. Se apropia de la noción de que luego de la música la medicina es el único otro idioma universal existente y, como si todos los médicos del mundo tuvieran dificultades para auscultar el murmullo vesicular, hace de la medicina misma un cementerio del médico que emigra. Para más inri, el primero de los relatos es “Soluciones literarias a la muerte de mi suegra” que hace tres años obtuvo un accésit en el premio de relatos de la Organización Médica Colegial. El último relato es “Doctor Bogotá” que hace dos años fue publicado en Bogotana(mente) junto a un bellísimo texto-relato de Alejandra Costamagna. Quien lo compra viene luego a por otro y es necesario advertirle que se está llevando el mismo libro que había comprado y leído previamente, que no se trata de la continuación.


Slavko Zupcic nace en Valencia (Venezuela), en 1970. Escritor. Médico psiquiatra y médico del trabajo. Doctor en medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona con una tesis de historia de la medicina intitulada El médico y el escritor: Andreas Rösclaub (1708-1835) y Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling (1775-1854). Entre sus títulos publicados, destacan la dramática evocación de la figura paterna en Dragi Sol (Fundarte, Caracas, 1989),  583104: pizzas pizzas pizzas (Fundarte, Caracas, 1995), el tono escatológico de la novela Barbie (Grupo Eclepsidra, Caracas, 1995), Tres novelas (El otro el mismo, Venezuela, 2006), las peripecias de una detective singular en Giuliana Labolita: El caso de Pepe Toledo (Ediciones B, Bogotá, 2006) y la versatilidad de registros de los relatos recogidos en Médicos taxistas, escritores (Sudaquia, New York, 2014). En 2015, publicó junto con Alejandra Costamagna Bogotana(mente) (Brutas editoras, Santiago de Chile - New York). A lo largo de casi treinta años de carrera literaria ha recibido varios premios y reconocimientos entre los cuales es necesario nombrar el Premio de narrativa de la casa de la Cultura de Maracay (1988), el Premio al Mejor artículo de humor del diario El Nacional (Caracas, 2006), el haber sido seleccionado para formar parte del grupo de escritores conocido como Bogotá  39 (Bogotá, 2007) y el Certamen Iberoamericano de las Artes (Organización Médica Colegial de España, 2014). Sus cuentos forman partes de diferentes antologías venezolanas e iberoamericanas. Textos suyos han sido traducidos a los idiomas portugués, italiano, alemán, inglés, húngaro y francés. Actualmente vive en Valencia (España), trabaja como médico de urgencias hospitalarias en el Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón, es columnista del periódico Mediterráneo de Castellón y actualiza semanalmente su blog Cuartientos de Slavko Zupcic. Vive y se presenta, no como médico y escritor, sino como “medritor”, especialista en psiquiatría, medicina del trabajo, historia de la medicina y narrativa.

sábado, diciembre 09, 2017

Reseñas de "Cierta distancia"

Dejaré en esta entrada los enlaces a dos reseñas sobre mi último libro "Cierta distancia. Manual de supervivencia para amantes de la literatura".

Elena Casero, en su blog "De libros y lecturas". En este enlace.

Juan Herrezuelo, en su blog "Los pasadizos del Loser". En este enlace.

Mil gracias.


También dejo el enlace a la sección "No le des más vueltas" del programa de radio "La mañana es nuestra" de Radio Marca, donde tuvieron la gentileza de invitarme. Muy agradecido a Miguel Esteban y a David Cabezas. Pulsar aquí

miércoles, diciembre 06, 2017

Marta Sanz - Clavícula


En mi caso, no era buena idea leer este libro, pero fue uno de esos textos que empiezas y ya no puedes parar. Marta Sanz cuenta que durante un viaje en avión sintió un dolor extraño que define como "la presencia de una costilla bajo el pecho izquierdo. Y, en la costilla, detecto una pequeña cabeza de alfiler que súbitamente se transforma en una huella de malignidad". Entonces, yo ya sabía que iba a experimentar todos los síntomas que Marta Sanz describiría, porque soy un poco hipocondríaco, o sería mejor decir alarmista, es decir, que en cuanto siento la más mínima molestia pienso que se trata de algo muy grave y que mis días están contados. Conozco a Marta y a su marido, y los encuentro en este libro, como si nos reuniésemos a charlar. Verás, yo creo que lo que siempre se ha conocido como crisis de los cuarenta ha pasado a suceder a los cincuenta, y todos esos dolores, esos síntomas, esos pinchazos desconocidos, son en realidad la materialización del miedo a la muerte. Sí, ella habla también de esto en el libro, con absoluta sinceridad, a pecho descubierto. Nos cuenta su itinerario médico, las pruebas a las que se somete, los repentinos ataques de angustia. Nos abre las puertas de su vida y nos la muestra, sin maquillaje, tal cual.

Supongo que es general el hecho de llegar a una determinada edad y empezar a analizarse, a estar alerta de los mínimos síntomas. ¿Y si voy de viaje solo y me muero? En un hotel, por ejemplo. ¿O si me atraganto en un restaurante y caigo al suelo llamando la atención de todos los presentes y, de paso, cortándoles la digestión? Pesadillas cotidianas que se acrecientan gracias a los medios de comunicación. Nos dicen que hay una campaña para distribuir desfibriladores, debería tranquilizarme pero, por otra parte, ¿cuántos infartos deben estar produciéndose al día para que se tome una medida así? Y yo estoy en los grupos de riesgo, siempre me lo dicen. Debería hacer deporte, lo sé, quizá empiece mañana mismo…

Es valiente Marta Sanz. Ya lo sabía. Es una de esas escritoras que se la juega en cada uno de sus libros. La literatura no es una impostura para ella, es una autora de raza, arriesgada, que se vuelca en su escritura, que se reta a sí misma en cada proyecto. Y demuestra una y otra vez que el verdadero escritor tiene un compromiso ineludible consigo mismo. No se escribe para la galería, se escribe por necesidad, para interpretar la realidad, para analizarla, para intentar extraer su esencia, si es que la hay. Así que en Clavícula habla de cosas que pocos escritores se atreven a abordar. Habla de dinero, de vida cotidiana, de miedos, de menopausia, de angustia, de viajes, de relaciones personales, de literatura y de intimidad. Admite varias veces su impudor, pero es necesario, es lo que se ha propuesto hacer y lo contrario sería un fraude. Ha decidido no disfrazarse de personaje, no jugar a si esto es cierto o es falso. El compromiso es firme.

Ay, por un momento he estado tentado de calificar este libro de "inclasificable", lugar común que además sería falso, claro que se puede clasificar este libro, pero resulta incómodo hacerlo, porque se trata de un libro que a partir de un episodio autobiográfico, jugando con el humor y con la honestidad, se convierte en una pedrada llena de aristas, en una lectura que nos hiere, que nos recuerda que somos mortales. Así, se podría emparentar con Ebrio de enfermedad (y otros escritos de vida y muerte) de Anatole Broyard, pero también con Cómo sobrevivir con 36000 dólares al año, de Francis Scott Fitzgerald.

Clavícula, que pese a su extensión pretende abarcarlo todo, utiliza muchos recursos. Incluye un cuento, un poema, fotografías, e-mails… porque tiene un afán de globalidad, de mostrar las diferentes caras de la autora, o mejor dicho, de sus esfuerzos por sobrevivir, por seguir adelante.

"Cuando escribo -cuando escribimos- no podemos olvidarnos de cuáles son nuestras condiciones materiales. Por eso pienso que todos los textos son autobiográfico y a veces la máscara, las telas sinuosas y las transparencias que cubren el cuerpo son menos púdicas que una declaración en carne viva", leemos en la página 50.


Clavícula es un libro arriesgado y divertido a la vez, un tour de force que merece ser valorado, no sólo por su honestidad, sino por su calidad.

lunes, noviembre 27, 2017

Haidu Kowski - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Es lo que mejor hago...

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

No tengo, puedo escribir en cualquier lado...

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

La injusticia, el dolor, el amor, las drogas, el sexo...

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Todo es mentira, todo es ficción.
Si no me gusta se escribe de nuevo, no hay corrección.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

La novela manda.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

La vida, instrucciones de uso de Perec.
2666 de Bolaño.
y muchos cuentos de Borges.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Instrucciones para robar supermercados, salió por Tusquets hace muy poco, tardé ocho años en terminar la novela, con tres rescrituras de cero. Es una novela adictiva, lo fue al momento de escribirla y los lectores me devuelven ahora esa misma sensación. 


Haidu Kowski. Met, El muerto, su primera novela, fue finalista del concurso del diario La Nación y publicada por el Grupo Editorial Sudamericana en diciembre de 2001. Días en Venecia (2008) fue publicada por la Editorial Paradoxia. Su novela Cartas de un psicópata enamorado fue publicada por la editorial Hypatia en México. Su libro sobre reflexiones del juego y la vida: Estrategias del poker para la vida fue publicada por Ediciones B en noviembre 2015. Instrucciones para robar supermercados su nueva novela fue publicada por Tusquets 2017.
En el 2006 creó el Jam de Escritura, novedoso evento de improvisación de escritura en vivo, con sedes en Buenos Aires, México DF, Barcelona y Caracas, que en la actualidad cuenta con más de 300 producciones realizadas en todo el mundo.
Curó y coordinó la sección “Letras“ de la Bienal de Arte Joven 2013 en el KONEX.
Fue editor de la revista de narrativa y poesía "Pisar el Césped" con distribución en Argentina y España. Enseñó guión cinematográfico en la universidad de cine TEBA y en el Centro de Investigación Cinematográfica (CIC). Enseñó literatura en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en el Colegio Pellegrini -dependientes de la Universidad de Buenos Aires-. Dictó Marketing Cultural en la Universidad 3 de Febrero (UNTREF).
Asesoró editorial y estratégicamente a la revista Haciendo Cine y Fuera de Hora. Fue Director Ejecutivo Los Inrockuptibles -versión en castellanos de la prestigiosa revista francesa- y la Guía Inrocks. Creador de la revista turística BAG (Buenos Aires Guía). Desde el 2009 es editor de la revista bimestral POKERFACE para todo LATAM con 25.000 ejemplares de tirada.

Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires, Cine en el Centro de investigación Cinematográfica (CIC) y Marketing en la Escuela Argentina de Negocios.

martes, noviembre 21, 2017

Fernanda Trías - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Es una pregunta curiosa. Digo curiosa porque nunca se le pregunta a un carpintero por qué trabaja la madera o a un arquitecto por qué construye casas. Me pregunto si se debe al carácter en apariencia inútil de la escritura: ¿por qué haces esa cosa tan inútil como escribir?, parecería ser la pregunta. Que a su vez nos llevaría a discutir otras cuestiones. Si le preguntáramos, entonces, al arquitecto por qué construye casas, nos respondería “porque eso es lo que hacen los arquitectos”. Yo escribo porque eso es lo que hacemos los escritores. Ahora, si me preguntaran ¿por qué soy escritora?, tendría más dificultades para responder. Tendría que contarles cantidad de cosas sobre mi infancia, sobre mis intereses, mi personalidad. Y aun así habría elementos misteriosos e inexplicables.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Antes tenía muchísimos rituales, pero me he ido deshaciendo de ellos, para mi fortuna. Los rituales solo me quitaban tiempo, porque si no encontraba las condiciones ideales, no podía escribir por ese día. Ahora las condiciones que necesito son simples, aunque no por eso fáciles de lograr: necesito silencio absoluto y estar sola en la casa o la habitación. No puede haber nadie merodeando mi espacio de trabajo, me produce mucha ansiedad.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

En La azotea está el tema del pensamiento obsesivo, la paranoia, la claustrofobia y el tema del padre, que es uno de los grandes temas de la literatura. Creo que en todos mis libros aparece, en mayor o menor medida, la pérdida. En Cuaderno para un solo ojo la obsesión amorosa se unía al pavor de la pérdida. En La ciudad invencible y en No soñarás flores se suman preocupaciones sobre la conformación de la identidad y sobre cómo apropiarse de un espacio geográfico que no es el propio.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

No autocensurarme.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

No me gusta tener todo planificado porque me aburre, me quita las ganas de escribir. Si ya sé lo que va a pasar, ¿para qué escribirlo? Claro que hay pistas, hay atisbos, no avanzo completamente a ciegas, pero escribir para mí es ir descubriendo las posibilidades de la idea o imagen inicial.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Poetas como Jorge Eduardo Eielson, José Watanabe o Blanca Varela (soy una enamorada de la poesía peruana). Los uruguayos Juan Carlos Onetti y Felisberto Hernández. Escritoras anglosajonas como Flannery O’Connor, Carson McCullers y Katherine Mansfield, entre otras. Y mis amigos imaginarios: Witold Gombrowicz y Thomas Bernhard.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Lo último que publiqué es un libro de cuentos que se llama No soñarás flores. Tienen en común que todos ocurren en las ciudades donde he vivido, o sea que es un libro atravesado por la itinerancia. Hay cuentos que transcurren en Buenos Aires, Berlín, Francia (Marnay-sur-Seine), Nueva York. Algunos son más redondos, en otros intenté experimentaciones formales, como el cuento “Inzúa”, que incluye fragmentos textuales de una entrevista que le hice al sepulturero capataz del Cementerio Central de Montevideo, o como “Anatomía para un cuento”, que va contando la historia a la vez que juega con las dificultades a las que se enfrenta la autora para escribirla y que es un ejercicio de autoficción.


Fernanda Trías (Montevideo, 1976), narradora, traductora y profesora de escritura creativa. Realizó la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad de Nueva York. Publicó las novelas Cuaderno para un solo ojo, La azotea y La ciudad invencible, y el volumen de cuentos No soñarás flores. En 2004 obtuvo la beca Unesco-Aschberg para escritores y se estableció en Francia. Así empezó un período itinerante que aún no termina y que incluyó las ciudades de Berlín, Buenos Aires, Nueva York, Valparaíso y actualmente Bogotá. En 2006 obtuvo el premio a la Cultura Nacional de la Fundación Bank Boston. Obtuvo el premio-residencia SEGIB-Eñe-Casa de Velázquez 2017 para desarrollar el proyecto de novela Mugre rosa, que la llevará a instalarse en Madrid a partir de 2018. Actualmente es profesora en la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia.

lunes, noviembre 20, 2017

La estación azul

Ayer domingo, en el programa de Radio Nacional, "La estación azul", Jesús Marchamalo habló de mi libro "Cierta distancia" y me hizo algunas preguntas.

Se me puede escuchar a partir del minuto 45:30, en el siguiente enlace:

La estación azul: Todos tenemos secretos.


martes, noviembre 14, 2017

José Romero - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Desde mi adolescencia me gusta contar historias. Un amigo periodista me dijo que escribo las historias que no puedo filmar. Imagino y veo historias que contar en todos lados.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Puedo escribir en casa o en un café. Por la mañana o por la tarde. A veces con música.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

La memoria, las relaciones de pareja o familiares, el pasado y cómo nos alcanza en el presente.

4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Escribo cuentos y necesito aprovechar al máximo el primer impulso. Escribir y escribir lo más que el impulso me lleve.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Me dejo llevar por la historia y sobre la marcha encuentro el camino. Luego reviso y corrijo y casi siempre el final se me presenta.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

En mi caso van cambiando con el tiempo. Chandler, Hammett, Faulkner, Updike, Rulfo, Donoso, hoy en día Berger, Magris, Sebald. Y Carver y Mansfield en cuento. Releo la poesía de Kipling y de Sabines de tanto en tanto.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Larga jornada hacia la noche (Ed. atracadero 2016). Puesta al día de un libro anterior llamado A traves de un vidrio oscuro. Cuentos con títulos de películas. 


Jose Romero Salgado ( Tampico, Mex. 1949) autor de los libros de cuentos Fragmento interior (ed. breves 1989), A través de un vidrio oscuro ( ed. atracadero 2006), La vida en corto ( ed. atracadero 2013), Mar de letras y otros naufragios ( ed. atracadero 2014), Larga jornada hacia la noche ( ed. atracadero 2016). Y una plaquette de aforismos Amorismos (2001). Por su experiencia reciente en el sismo del 19 de septiembre en la ciudad de México, se plantea un libro testimonial. Imparte talleres de apreciación del cine y de guion cinematográfico. . 

jueves, noviembre 09, 2017

Mónica Crespo - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Simplemente, escribo. No me he preguntado nunca por qué escribir, más bien me he preguntado por qué no hacerlo. Qué pasa si no escribo eso que llega como un fulgor, esa imagen o esa voz que comienza ya a dictar un texto en mi interior. Entonces, pienso ¿qué pasa si no lo escribo? ¿Qué es lo que me voy a perder? Y voy corriendo a coger papel y boli, y comienzo a escribir en cualquier lugar. Pero, claro, esto es solo el comienzo, se trata de atrapar el “destello”. Después viene el “ladrillo”, y esta fase del proceso requiere mayor esfuerzo, sostener el deseo consciente de construir algo: ordenar lo escrito en un primer momento, descubrir el sentido último de la escritura, darle forma, averiguar sus posibilidades y hacer que se convierta en lo mejor que pueda llegar a ser desde mi marco de experiencia y recursos. Y esperar que algún día me trascienda y pueda ofrecer algún tipo de revelación a quien lo lea. Creo que en mi caso la pregunta que me ronda es: ¿qué tengo que dejar de hacer ahora si me pongo a escribir? De esta consideración depende casi todo.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Creo que no tengo manías o supersticiones. Pero ahora que me lo preguntas, me doy cuenta de que necesito cierto caos para escribir, no estar sometida a un espacio de trabajo cerrado, especialmente en una primera fase de escritura: escribo notas en papelitos, libretas de bolsillo, folios sueltos en los que me siento libre para escribir y fluir sin pensar en un orden o estructura, sin estar sujeta a ningún soporte físico. Después, lo paso todo a Word, y ahí empieza la verdadera escritura, y también, por desgracia, la ridícula necesidad de hacer una labor detectivesca para ir rastreando el texto por los distintos lugares donde lo he escrito. Es una pérdida de tiempo, pero es así. En este proceso, completo partes de la historia, reescribo, doy forma a pasajes nuevos, hago esquemas, y comienza una parte de escritura en profundidad donde todo empieza a fraguar. En fin, es todo lo contrario a lo que recomiendo a los participantes en mis talleres de escritura creativa, pero una vez leí que a Italo Calvino le pasaba algo similar, y eso me consuela.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

La maternidad, como un eje que atraviesa todos los niveles de las relaciones personales, la pareja, la familia, las relaciones entre madres e hijas/os, las contradicciones ante el deseo de ser madre o no serlo. Me interesa desactivar los tópicos y las imágenes idealizadas de la maternidad y explorar otras aproximaciones. La infancia, la mirada y la voz infantil, esa temporalidad extrañada y distinta a la de los adultos. Y la pérdida de esa inocencia. La violencia, tan presente en todas las relaciones de la vida que se vuelve imperceptible en sus distintas manifestaciones, y con frecuencia, aparece en su forma más sutil y perversa, en el amor.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Soy muy instintiva y me lanzo a por algo que trato de atrapar y descubrir. Aunque supongo que todo lo que he ido leyendo a lo largo de los años, las reflexiones sobre la escritura, los consejos de otros escritores, están ahí y filtran mis decisiones. El momento de escribir para mí es un salto al vacío, la emoción de ir hacia un descubrimiento, y no aparece ningún juicio crítico. Éste viene después, y puede ser un proceso que dure años de maduración.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Cuando empiezo a escribir no planifico. A partir del momento en que tengo un material que ya me interesa y detecto que hay algo fuerte que tira de mí, trato de ordenarme, hago esquemas, e intento hacer todo lo consciente que puedo este proceso para racionalizarlo y hacerme con las riendas de la historia. También es cierto que cuando escribo cuentos, a veces, nacen en una única escritura, como seres orgánicos, completos de principio a fin, y apenas hay que intervenir en ellos. Otras veces, es un proceso laborioso, drenante, en el que el cuento va apareciendo poco a poco, y voy trabajando en un proceso arduo de pensar qué quiero contar, cómo contarlo, cómo continuar, qué necesita la historia para funcionar.  Hasta dar con la forma del cuento. Incluso ha habido veces que algo que empecé años atrás y no pude terminar, lo he resuelto años más tarde, como una voz que lo retomaba y continuaba donde lo había dejado. Entonces, he tirado del hilo hasta terminarlo. Supongo que el subconsciente está siempre trabajando a nuestro favor, y yo detesto dejar las cosas a medias, y sostengo en el tiempo mis obsesiones como quien está resolviendo un enigma hasta dar con la forma de cerrar lo que quedó incompleto: es como tratar de descifrar el sentido de un sueño y no dejarlo escapar.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Me temo que no voy a ser original, he leído toda mi vida, pero hay lecturas que supusieron un hito: Cortázar hizo que conectara con un modo de concebir la literatura que me hablaba a las entrañas y me descubría una percepción de la realidad con la que conectaba íntimamente; como una puerta que se abre, la atraviesas, y ya nunca nada es igual. Una experiencia similar fue el descubrimiento de Kafka y de Borges. En realidad leí antes a Kafka, pero con Cortázar se me despertó un deseo activo de escribir y me atreví a hacerlo. Supongo que la adolescencia es un momento clave en la formación de cualquier escritor, y la impronta de las lecturas es muy fuerte durante estos años. También leí en esta época cuentos de Edgar Allan Poe, Cumbres borrascosas de Emily Bronte, Madame Bovary y Anna Karenina,  El extraño caso del Dr. Jekyll y Mister Hyde de R. L. Stevenson, novelas y cuentos de García Márquez, Augusto Monterroso o Italo Calvino, por citar algunos. Había una colección de Alianza por cien pesetas y leía todo lo que publicaban. Otras lecturas esenciales: Clarice Lispector, Raymond Carver, Lorrie Moore, Amy Hempel, Carson McCullers, Alice Munro, Angela Carter, Samanta Schweblin, Silvina Ocampo, Griselda Gambaro, Faulkner, Flannery O´Connor, más recientemente, Lucia Berlin, y ahora estoy descubriendo a Joyce Carol Oates. De mi entorno más cercano, me gustaría citar a Jon Bilbao y a Ramiro Pinilla, a quienes considero dos de las voces más importantes en narrativa del panorama literario actual.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Ahora mismo estoy muy contenta, acabo de publicar Las madres secretas con editorial Base, un libro que reúne una colección de cuentos sobre la maternidad, la pareja y las relaciones entre madres e hijos/as, en los que trato de ofrecer una visión desmitificadora, explorar los márgenes y transgredir los límites.

Mónica Crespo Doval (Bergara, 1974) imparte Talleres de escritura creativa desde el año 2000 en distintas instituciones y centros culturales en Bilbao.
Es licenciada en Sociología, profesora en la UNED, ha cursado estudios de Doctorado en la UPV/EHU y de literatura y escritura creativa en el Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Buenos Aires en una Estancia de Investigación Predoctoral.
Se ha formado en numerosos talleres de escritura en Buenos Aires, Madrid, Barcelona,  en la Scuola Holden de Alessandro Baricco, con la beca europea My migrant story, y en congresos pedagógicos de escritura creativa en Turín, Finlandia y Praga organizados por la European Association of Creative Writing Programmes.

Las madres secretas es su primer libro de cuentos.

lunes, noviembre 06, 2017

Festival Eñe 2017

Nueva edición del Festival Eñe, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Este año el encargado de dirigirlo ha sido el escritor y periodista Antonio Lucas. Además, por primera vez la entrada era gratuita. Se celebró el viernes 27 y el sábado 28 de Octubre.
Llegué el viernes por la noche a Madrid, más tarde de lo que me hubiera gustado, así que ese día sólo pude asistir a uno de los actos.
No pude asistir a la inauguración con la charla entre Javier Marías, Arturo Pérez Reverte, Agustín Díaz Yanes y Jacinto Antón sobre "Literatura y cine".



Pérez Reverte y Javier Marías ya andaban firmando libros cuando entré a toda prisa buscando el lugar en el que tendría lugar la charla entre Marta Sanz, Ramón Andrés y Manuel Llorente titulada "Visiones del daño: una literatura".


Siempre es un placer encontrarme con Marta Sanz y con su marido Chema. La charla fue interesante y hacía referencia directa al último libro de Marta Sanz, "Clavícula", puesto que se trataba de responder a la cuestión de si la literatura es capaz de sanar. Atreverse a desvelar las propias debilidades nos demuestra que hay mucha gente que comparte nuestros miedos y nuestro dolor ante las pérdidas. Se habló de la literatura del duelo y de la escritura como fuente de autoconocimiento.


El sábado llegué a las 12:00 h. y fui directamente al Teatro Fernando de Rojas, donde estaba programada la charla entre Sergio del Molino y Rodrigo Fresán, moderados por Karina Sainz Borgo, titulada "Una literatura para el fin del mundo". Allí me encontré con David Pérez Vega, autor del blog "La ciudad sin cines", una persona con cuyos quebraderos de cabeza sobre los libros no leídos me siento muy identificado.
Sergio del Molino dijo que siempre que uno se pone a escribir, en algún momento plantea un fin del mundo. Dar rienda suelta a los rencores es muy atractivo. Fresán afirmó incluso que algunos se hacen escritores para poder hablar sobre el fin del mundo, incluso citó a Vonnegut, que decía que uno no podía sentirse escritor de verdad hasta que no había destruido el mundo al menos una vez.
Todo es una sucesión de caos, de azares y de idioteces profundas. Resulta ingenuo creer en conspiraciones.




La entrevista al fotógrafo Alberto García-Alix por el periodista Manuel Jabois fue realmente interesante. García-Alix comenzó confesando que no le apetecía estar allí, que prefería irse con sus amigos en moto y que, de hecho, en cuanto acabara el acto, al que se había comprometido y tenía que cumplir, saldría de allí a toda prisa. Dijo que se había hecho fotógrafo porque después de una mala bajada de ácido pensó que tenía que hacer algo de provecho con su vida. De alguna manera mirar por la cámara le independiza. Descubrió un mundo nuevo. Fue autodidacta. Se apuntó a un curso de fotografía pero no le gustaba lo que le enseñaban. Colocaban a una modelo y dos focos y los alumnos iban pasando y todos hacían la misma foto, le parecía humillante y luego cometió el error de ir "puesto" a clase y le dio una vomitona. Después de eso ya no volvió. La fotografía es un ejercicio de búsqueda, coger la cámara requiere una predisposición, te obliga a mirar, la cámara fragmenta el espacio y ese fragmento ha de tener misterio y tensión. Muchas veces las mejores imágenes se consiguen cuando se logra atrapar la voz interior. Fue una charla sincera, interesante, en la que habló de las drogas, de su idea de la fotografía, y contó las circunstancias en las que había realizado algunas de sus fotos más icónicas.



Los escritores Elvira Navarro, Daniel Gascón e Isaac Rosa charlaron con Inés Martín Rodrigo sobre si la realidad termina por imponerse a la ficción o son las novelas las que intervienen en la conciencia cívica. Cuando hay tantas mentiras y tanta distorsión ¿puede la literatura reconstruir nuestro sentido de la verdad? ¿Ha superado la realidad a la ficción? Y, en ese caso, ¿la ficción tiene que retratarla o debe permanecer al margen? Elvira Navarro empezó poniendo en tela de juicio el concepto de realidad. La ficción siempre establece una diferencia con la realidad reelaborada que nos ofrecen los periódicos. Daniel Gascón habla de que la realidad siempre es interpretable pero la gente se empeña en escuchar sólo las versiones de los hechos que coinciden con su forma de pensar. La realidad puede ser retratada de muchas formas distintas y en esto es eficaz la ficción. Isaac Rosa, por su parte, piensa que la literatura debe intervenir en la conciencia de la sociedad y ayudar a construir un relato. Buena parte de nuestra realidad está formada por ficciones, no sólo literarias sino también cinematográficas, televisivas. Hay mucho de ficción en el relato político, en el económico o en el periodístico. En general, necesitamos contarnos el mundo para entendernos, y ahí es donde entra la novela.  





La charla de Bernardo Atxaga y Eduardo Madina, moderada por Javier Gómez Santander, estuvo cargada de actualidad y de emoción. Se habló de la situación en Cataluña. Decía Atxaga que la situación política termina por intoxicar todo, domina todas las conversaciones, y eso termina por ser asfixiante. La lectura fue una de las cosas que les sirvió de balsa de salvamento en medio de esa aridez. Madina dijo tener la sensación de que Cataluña estaba entrando en una realidad oscura y dura de la que, con mucho esfuerzo, Euskadi había conseguido salir. Dijo que en su opinión la izquierda se estaba equivocando al entrar en un debate sobre cuántas naciones somos, olvidando que la nación son los derechos colectivos, los derechos de los trabajadores, los sociales o las libertades públicas. Le gustaría un debate menos nacionalizado, más libre, más racional y menos romántico.




Carlos Marzal y Luis Landero, moderados por Vanesa Rodríguez, hablaron sobre memoria y literatura. Una charla que comenzó con una reivindicación sobre la escasa presencia de mujeres, de escritoras, en el Festival. Landero dijo que solía distinguir entre narradores nómadas y narradores sedentarios. Los nómadas corren riesgos en cada obra y los sedentarios los que vuelven una y otra vez al mismo asunto. Y  piensa que para unos la literatura es más memoria que para otros. Decía Flaubert que para un escritor resulta fundamental encontrar su mundo propio. Carlos Marzal dijo que prácticamente todo termina por encajar en la memoria, incluso llegó a afirmar que para él literatura y memoria eran casi sinónimos. El concepto de memoria de muchos escritores es el de memoria activa, en la que el escritor interviene para modificarla, para recrearla.


Manuel Vicent y Raúl del Pozo charlaron con Antonio Lucas, director de esta edición del Festival, sobre periodismo, sobre sus experiencias, sus recuerdos del Café Gijón. Raúl del Pozo alabó el periodismo como un oficio deslumbrante, gracias al cual ha conocido a presidentes, a gángsters, a escritores y le ha permitido viajar por todo el mundo. Para él un artículo es contar una historia en un breve espacio. El columnismo es un género literario de gran tradición en España. Por desgracia, el periodismo en papel, tal como lo conocemos, se está agotando. Todas las novelas de la generación del 98 están escritas primero en los periódicos. Contó Manuel Vicent que estuvo de cronista parlamentario, en la época de la transición, en el momento en que entraron en el Parlamento Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri o Rafael Alberti. Dijo que Juan María Bandrés, de Euskadiko Ezkerra, se sentaba al principio muy cerca de Blas Piñar, en el Grupo Mixto, y que tenía que pasar por delante de él para llegar a su escaño y, al principio, éste apenas le dejaba espacio para pasar pero, con el paso del tiempo, terminó levantándose cada vez que Bandrés pasaba. La convivencia y el diálogo liman las tensiones. También contó que, según se dice, Gil Robles e Indalecio Prieto no se saludaron nunca durante la República, ni siquiera al cruzarse por los pasillos, y se dice que si alguna vez hubieran tomado café juntos, no habría habido guerra civil.




El siguiente acto al que quise asistir era una charla entre Arcadi Espada, Juan Soto Ivars y David Gistau bajo el título "Levantar columnas". Se trataba de debatir sobre si existe un exceso de información en los medios de comunicación. Arcadi Espada no se presentó por estar enfermo y David Gistau y Soto Ivars improvisaron mano a mano una charla amena, divertida y muy interesante sobre el periodismo en general y las redes sociales en particular.





Por último, asistí brevemente a la entrevista que Borja Hermoso le hizo a Carlos Boyero, el conocido crítico de cine, que habló en un tono desenfadado sobre su vida y su visión sobre el cine. 


jueves, octubre 26, 2017

Jordi Corominas - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Es un gran misterio el por qué escribimos, seguramente sin esta actividad no sabría vivir, es una de mis formas de expresión, pero además creo en su esencia, que es la de comunicar aquello que me resulta imprescindible plasmar, de otro modo no lo haría, y mucho menos con la intención de publicar. Hay mil formas de tener la urgencia de escribir, pero la pública, la que ofreces a la imprenta nace de ofrecer lo indispensable porque luego está la privada que, a mi parecer, actúa más en plan terapia, un diario, por ejemplo.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Pienso que puedo adaptarme a cualquier circunstancia para escribir y al depender de otras facetas para ganarme el pan no puedo tener horarios fijos, por lo que durante el año aprovecho cualquier ocasión y en verano, momento en que dispongo de tres largos meses para dedicarme a la tarea, sí establezco unas rutinas. Por la mañana leo el periódico, luego me dedico a algún libro, salgo a la piscina a pasear, como y por la tarde, durante cinco o seis horas, escribo hasta la hora de la cena. En caso de sentir que algo ha quedado incompleto prefiero corregirlo antes de ir a dormir y en caso de no poder siempre hago una corrección antes de retomar la escritura porque tener los textos pulidísimos es algo que me obsesiona, así como la pureza léxica, es extraño encontrar un texto mío donde redunde en los mismos vocablos.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Son muchas y variadas, pero todas ellas pretenden desde la escritura poder hablar en el presente y que el texto cuaje y tenga valor de permanencia. La prosa efímera es para las hamburgueserías. Por lo demás me preocupa mucho el espacio, tanto en ensayo como en novela, al ser lo que más nos determina y condiciona en la existencia, no es lo mismo vivir en Barcelona que en Madrid, por poner un ejemplo fácil.
A partir del espacio surgen otras preocupaciones como Europa, la Historia y todo ello conduce al paso del tiempo, si bien en poesía tengo más libertad para expresarlo, floto en un campo aéreo y abstracto, mientras en novelística siempre escribí textos donde casi toda la trama ocurre en un día. En este sentido creo que mi ensayo y mi poesía tienen similitudes que marcan diferencias con mi ficción, surcada, eso sí, por temáticas parecidas.
Por otra parte el espacio de mis obras, salvo una excepción en catalán de hace años, suele ser urbano porque la ciudad es una extraordinaria metáfora de mundo, un laberinto en el que me gusta perderme para conocerme.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

No sé si tengo algún principio a la hora de escribir, como mencioné antes doy mucho valor a la corrección, todo lo demás está en la cabeza, eso sí, la autoexigencia que me impongo es la misma que doy al lector porque lo respeto casi religiosamente.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

En eso creo que profeso la mezcla, pero sí que planifico y pienso mucho la estructura textual, algo que viene de mis poemas, que siempre medito meses antes de escribir. Al ponerme con la redacción la termino en muy poco tiempo porque antes he pensado muchísimo. Con la prosa depende, es decir, sí que marco cómo será el texto antes de empezar, pero eso es una premisa para después dejarse llevar mientras lo plasmas.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Lo de los autores de cabecera es algo que se interioriza con la edad. Hace diez años te hubiera dicho Cesare Pavese, Elio Vittorini y Enrique Vila-Matas, en cambio ahora llevo años de devoción absoluta por André Gide, Josep Pla y Patrick Modiano, pero como son inimitables creo que no me parezco a ninguno de ellos. Soy muy de leer obras completas, por ejemplo este verano lo he dedicado de manera casi completa a Guy de Maupassant y Manolo Vázquez Montalbán, pero eso no significa que sean autores de cabecera, más bien alimento para el cerebro, porque ya puestos con el tema James Joyce me resulta imprescindible. Sin embargo soy muy europeo en mis gustos, leo poco a los estadounidenses a diferencia de muchos compañeros generacionales. En poesía tengo en un altar a T.S Eliot y al catalán Joan Salvat-Papasseït, este desde la adolescencia, como una droga que nunca puedes abandonar.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Mi último libro es, valga la redundancia, El último libro de la Vieja Europa, publicado por Sílex, experimento al que podemos denominar ensayo para facilitar las cosas, pero en realidad es un híbrido entre literatura de viajes, con la búsqueda personal que conlleva, no ficción, partes medio ficcionadas por eso de que el narrador siempre es un impostor y libertad completa en su concepción, sin amarras de ningún tipo. Cuenta una pequeña odisea personal de nueve días entre París y Florencia a finales de 2014. Conozco muy bien ambas ciudades y hacía mucho que no volvía a las mismas, por lo que compré los billetes para revisitarlas con la intención de ver cómo habían cambiado y cómo había cambiado yo mismo. Es el último libro de la Vieja Europa porque el momento histórico en que realicé el itinerario fue una especie de pausa antes de la marea terrorista, el estallido de los nacionalismos y todas las sacudidas de la crisis que irán instalándose en nuestra forma de vida a lo largo de los últimos años, pero también es el último libro porque su clave es el paseo, el tiempo lento para contemplar, observar y apreciar los accidentes del camino. En realidad creo que el paseo es otra clave temática y vital decisiva en mi escritura.


Jordi Corominas (Barcelona, 1979), licenciado en Humanidades y Master de Historia por la Universidad Pompeu Fabra, es escritor. Ha publicado tres novelas: Una dona que sap jugar amb els peus (Abadia Editors, 2004), Colors (Abadia Editors, 2008) y José García (Barataria, 2012), y varios libros de ensayo, entre los que destacan la biografía histórica en italiano Macrina la Madre (Jaca Book, 2005) y Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí (Sílex, 2014). Corominas es el creador del proyecto Loopoesía, que, desde 2009, quiere acercar el verso a la gente a través de recitales poéticos con proyecciones y una cuidada puesta en escena. Ha traducido al castellano las poesías de Jean Cocteau en la antología La mentira que siempre dice la verdad (Salto de Página, 2015) y colabora habitualmente en El Diario, El Confidencial, Ràdio 4 y Radio 3. Acaba de publicar El último libro de la Vieja Europa en Sílex.