lunes, noviembre 16, 2015

Emilio Gavilanes - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Es posible que lo haga por una mezcla de razones, no por una sola. Y estoy seguro de que cada día podría dar un motivo diferente. La que ahora se me ocurre es que para mí escribir es la manera más clara de pensar. Es la manera de comprender lo que pasa a mi alrededor. De leer los subtítulos de la vida. Mientras escribo hay cosas que parece que tienen sentido. Durante la escritura, lo mismo que durante la lectura (actividades que me parecen gemelas; de hecho, para mí leer es la mejor manera de escribir y escribir la mejor manera de leer), durante la escritura, digo, yo siento que se produce una modesta revelación. Es decir, algo de repente tiene sentido. Por ello, pocas cosas puede haber tan satisfactorias, siendo el mundo, la vida, algo tan incomprensible. Estamos hechos de tal manera que siempre estamos buscando explicaciones. A lo que sea. Mucho más que ser felices, nuestro sentido es buscar explicaciones a todo lo que nos rodea. Escribir es mi manera de descubrir el mundo.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Hubo un tiempo en que tenía una rutina: escribía por la tarde, a mano, sentado en un sillón, sobre una tablilla con una pinza que sujetaba la hoja de papel, en una habitación sin nadie. Con el tiempo he tenido que renunciar a todo eso, que ahora me parece un lujo. Ahora mismo escribo cuando puedo y donde puedo: a mano, en ordenador, solo, acompañado, en silencio, con ruido, por la tarde, por la noche… Ahora hay una cosa que hago mucho: escribir mientras camino, o al menos tomar notas que luego desarrollo. Creo que las páginas, o los párrafos, más “inspirados” los he escrito así.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

No soy consciente de cuáles son mis temas antes de ponerme a escribir. Es decir, no digo: voy a escribir sobre el amor, o sobre el mal. Me doy cuenta de que hay temas que se repiten cuando leo lo que he escrito. Es entonces cuando veo con cuánta frecuencia sale en lo que escribo la muerte, el paso del tiempo, nuestros orígenes rurales, el arrepentimiento, el sentido de la vida, la memoria, la infancia, el valor… La verdad, no soy nada original. Creo que son preocupaciones universales, de todos los tiempos y lugares.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Hay dos consejos de Hemingway que me gustaría creer que tengo muy presentes: Mézclate estrechamente con la vida y Mantente siempre enamorado. Y hay otros dos que no recuerdo si son de Hemingway. Uno para antes de ponerse a escribir: Lee, lee todo lo que puedas, sin objetivo, por el mero placer de leer. Y otro para después de escribir: No tengas prisa por publicar (este no hace falta tenerlo muy presente; el actual mercado editorial se encarga de llevarlo a la práctica).

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

He oído a algunos escritores decir que cuando se ponen ante el papel no saben de qué van a escribir. A mí eso primero me cuesta creerlo y después me espanta. No creo que salga nada bueno de esos ejercicios improvisatorios. Yo me pongo a escribir cuando sé, más o menos, lo que quiero contar. Sé al menos el principio y el final. El medio lo tengo que ir descubriendo. También ocurre –supongo que le ocurre a todos- que durante la escritura surgen imprevistos que nos llevan a lugares inesperados. Esos suele ser momentos muy felices.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

En diferentes momentos de mi vida he pensado que toda la literatura estaba en un autor, cada vez uno diferente: Jack London, Cunqueiro, Robert Graves, Borges, Mircea Eliade, Stevenson… Hay tantos autores y tantos libros por los que siento devoción… La lista sería larguísima y seguro que me olvidaría de muchos. Te puedo decir lo que acabo de leer o estoy leyendo ahora mismo, libros con los que he disfrutado y estoy disfrutando mucho: Celia institutriz en América, de Elena Fortún, Libro de las horas, de Vicente Risco, Cuentos, de Roberto Arlt, Yo también me acuerdo, de Margo Glantz, Esto no es una novela y La soledad del lector, de David Markson, Ni puedo ni quiero, de Lydia Davis, Diosas, de Joseph Campbell…

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Este año he publicado dos libros de cuentos: Historia secreta del mundo (que acaba de obtener el último premio Setenil, en Ediciones de La Discreta), que es un recorrido por la historia de la humanidad mirando episodios marginales, laterales, secundarios, en los que sin embargo quizá hay tanta o más emoción, intensidad, dramatismo, etc., que en los “momentos estelares”, y Autorretrato, en Punto de Vista Editores, un libro muy variado en el que quizá estén todos mis registros y mis temas. Por otra parte ahora mismo estoy trabajando en una colección de microrrelatos, o de minicuentos, como los llama José María Merino.



Emilio Gavilanes: Nací en Madrid en 1959. Comencé a estudiar Geológicas y después Físicas, aunque finalmente me licencié en Filología Románica. Actualmente trabajo como lexicógrafo. He publicado las novelas La primera aventura (Seix Barral, 1991; reeditada por Círculo de Lectores, también en 1991), El bosque perdido (Seix Barral, 2001), Una gota de ámbar (Ediciones de la Discreta, 2007), Breve enciclopedia de la infancia (Edhasa/Castalia, 2014, que fue galardonada con el XVI Premio Tiflos de Novela), los libros de relatos La tabla del dos (Premio de relatos NH 2003), El río (Ediciones de La Discreta, 2005), El reino de la nada (Menoscuarto, 2011), Historia secreta del mundo (Ediciones de La Discreta, 2015) y Autorretrato (Punto de Vista Editores, 2015), y las colecciones de haikus Salta del agua un pez. 101 haikus (La Veleta, 2011) y El gran silencio (La Veleta, 2013). También he preparado la edición de la obra de Camilo Bargiela Luciérnagas (Renacimiento, 2009). He colaborado en diversas revistas y colaboro con cierta asiduidad en el blog Náufragos en tiempos ágrafos.

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