lunes, marzo 30, 2015

Daniel Ruiz García - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

La primera vez que me puse a escribir, lo recuerdo perfectamente, fue a los 14 años. Decidí que durante un verano escribiría una novela. Día a día fui engrosando el número de folios manuscritos, hasta llegar al final del verano con más de 150 folios rematados por la palabra “Fin”. La novela, claro, era infumable, y acabó como muchas otras que vendrían después en la basura, pero aquello le demostró a mi robusta vanidad adolescente que era capaz de escribir largas historias, de ser “novelista”. Descubrí la importancia de la voluntad. Demostrarme a mí mismo que conservo ese brío adolescente, esa fuerza de voluntad que me llevó, a los 14 años, a escribir una novela, es una de las razones por las que sigo escribiendo. También escribo como estratagema: me interesa horadar mi realidad, trazando agujeros por los que colarme en otras realidades a las que me suelo exiliar y donde habito durante largos periodos de tiempo. Creo que era Mark Twain quien decía que una novela es un documento en el que un hombre que jamás hizo nada lo confiesa todo. Es un poco eso: mientras escribo me desdoblo y vivo un poco en mis novelas y en la carne de mis personajes. Y es algo maravilloso: como habitar el technicolor de Oz y huir del blanco y negro de Kansas.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Empecé a trabajar muy joven, con un ritmo laboral que me impedía compaginar la escritura con el trabajo. Así que no me quedó otra que el sacrificio: levantarme a las 5 de la mañana, y escribir durante las primeras horas del día (o las últimas de la noche) antes de ir a la oficina. Fue duro en los primeros tiempos, pero poco a poco me acostumbré, hasta el punto de que hoy soy incapaz de escribir a otra hora. A las 5 o las 6 de la mañana, el cuerpo aún está virgen de estímulos, o incluso todavía está un poco contaminado de sueño, lo que favorece ciertos desvaríos que, en mi caso, influyen sobre el estilo. No hay móviles que suenen, los niños y la esposa están dormidos, estoy completamente solo frente al folio en blanco. A partir de las ocho, todo se resquebraja, el contrato se rompe, empieza la otra vida, se acaba la literatura.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Casi todas mis novelas tienen un fuerte componente visceral. Me interesa la rabia, el grito, el expresionismo de Munch me marcó mucho, así como las pinturas negras de Goya o el feísmo de Velázquez. Soy muy esteta con la literatura, siempre me ha interesado la dimensión expresiva del texto, aunque también me considero muy canónico con respecto a la forma de contar historias y a la estructura de la novela. Me gustan las historias ásperas, decididamente desabridas, incomplacientes. El relato de los perdedores siempre me ha interesado mucho más que el relato de los ganadores, porque ese relato ya está reflejado en nuestra Historia. La literatura, para mí, debe centrarse en la narración de lo invisible, lo que está en el margen y no tiene cabida en la Historia oficial. Ese sería, modestamente, mi programa.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Con el tiempo he aprendido a contener las bridas de mi creatividad. El desvarío es saludable, pero hay que huir de la celulitis, cercenando claramente la grasa del músculo. A menudo escribir es sentirse un poco como un domador, hay que mantener bien firme el látigo para evitar que las bestias se desmanden. Creo en la literatura que tiene ritmo, en el estilo que es capaz de contar como quien canta. Eso convierte la escritura, muchas veces, en una composición, y para que esa composición funcione hay que tener carácter: el que hace falta para tirar a la basura capítulos o tramos de texto que no funcionan. El crítico más insobornable es uno mismo. Si un capítulo no supera la prueba de la propia lectura es que ese capítulo no es bueno.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Cada historia exige un tono y una estrategia. He escrito novelas donde había más planificación, y otras en las que improvisaba. Es cierto que tiendo a dejarme llevar, a que la propia escritura me abra puertas. En todo caso, siempre trabajo sobre un esquema o estructura, que comienza como un planillo básico y que acaba convirtiéndose en una red de diagramas y apuntes casi ininteligible. Y hay algo que siempre sé antes de empezar una novela: la frase de inicio y la frase del final.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Muchos, y han ido variando. Al principio era un vagón donde se viajaba holgadamente, y ahora mismo ya casi no cabe nadie. Espero, además, seguir llenando ese vagón hasta el descarrilamiento, ya que el descubrimiento de autores y de libros es una de las cosas más mágicas que te proporciona la experiencia lectora. Pero si tuviera que señalar a algunos, diría: Flaubert, Céline, Somerset Maugham, Dostoievski, Hubert Selby Jr, Nelson Algren, Bukowski.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


Mi nueva novela es Todo está bien, que se publicará el próximo día 7 de abril. Es una novela con la que ajusto cuentas con temas que me interesan desde hace tiempo, pero de los que nunca había escrito: la degradación del periodismo, la rutilancia de las redes sociales, las estructuras del poder político con sus asesores, sus endogamias, sus luchas internas, la convivencia con la corrupción… Más que una novela, creo que es una fábula, y también se puede leer como un chiste. Espero que haga gracia.


Daniel Ruiz García (Sevilla, 1976) publicó su primera obra con 19 años, la novela Chatarra, a raíz de la obtención del Premio de Novela de la Universidad Politécnica de Madrid (1997). Después de ello ha publicado las novelas Perrera, La Canción donde ella vive (finalista del Premio Andalucía Joven de Narrativa 2009), La Mano (Premio de Novela Corta Villa de Oria 2010), Moro y Tan lejos de Krytpon (Premio Onuba de Novela 2012). Asimismo, fue guionista del cortometraje Chatarra, dirigido por Rodrigo Rodero y basado en su primera novela, que resultó preseleccionado para los Oscars de Hollywood en la categoría de cortometrajes en el año 2006. Señalado por Cuadernos hispanoamericanos como uno de los referentes nacionales en literatura underground (nº 738), ha participado en diversas antologías como Viscerales (Ediciones del Viento, 2011) o El descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis Férdinand Céline (Ediciones Lupercalia, 2013). Asimismo, ha coordinado, junto a los escritores Patxi Irurzun y David Refoyo, Tiros libres (Lupercalia, 2014), la primera antología de relatos sobre baloncesto escrita por autores españoles. En el mes de abril, Tusquets publica su nueva novela, Todo está bien.


jueves, marzo 26, 2015

Maite Núñez - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Esta es la pregunta del millón. Escribo desde siempre, así que supongo que en cada etapa de mi vida ha habido una razón. De pequeña, porque quería construir historias, imitar las aventuras de los libros que leía. De joven, porque era muy inquieta e imagino que buscaba mi camino, alguna forma de expresión afianzadora y adolescente, al cabo. Ahora, escribo seguramente para tapar agujeros, para poner parches en los rotos, para digerir algunas cosas que de otra manera no podría asimilar, o al menos para relativizarlas e, incluso, a veces, reirme de ellas. Para desprenderme de fantasmas, probablemente también para canalizar el miedo. Para ordenar las cosas, tratar de dar respuesta a lo que no entiendo, aunque muchas veces no haga sino plantear más preguntas.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Mis horarios de escritura son totalmente anárquicos, los tengo que adaptar a otras  actividades laborales. Escribo como puedo y donde puedo. Cuando es posible prefiero la mañana a la tarde y a la noche, me parece que las ideas y las palabras fluyen con mayor facilidad, que a primera hora el peso del día no emborrona el texto. Pero tampoco me quejo, a veces de cuanto más tiempo dispongo menos escribo, parece que la presión va bien para que cundan las palabras. Lo hago en el ordenador pero suelo corregir en papel. Pero como he dicho, mis horarios de escritura no obedecen a ningún patrón, de manera que si tengo un rato en el tren, por ejemplo, también lo aprovecho, y entonces escribo en papel. No voy a ningún sitio sin una libreta y un bolígrafo. Ni a la compra. Este supuesto caos contrasta, sin embargo, con el hecho de que, para escribir en casa, necesito que todo esté en orden, cada cosa en su sito. Y si es con un té, mejor.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
De acuerdo con lo que he comentado en la primera pregunta, mis inclinaciones temáticas han variado con el tiempo, en consonacia con las preocupaciones que me puedan rondar en cada momento, o en función de lo que veo a mi alrededor. Ahora mismo, diría que los temas son pocos y recurrentes: la incertidumbre, el miedo ante lo desconocido, ante el cambio, la enfermedad, la incapacidad para tomar decisiones, la soledad. Luego los diferentes argumentos no hacen más que vestir de una u otra forma esos temas. En definitiva, mis historias intentan hurgar en situaciones cotidianas, rascar en esa superficie de supuesta “normalidad”  para descubrir lo que hay debajo, lo que no se percibe  a primera vista.



4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Leí una vez que un libro no se acaba, se abandona. Intento escribir sin volver atrás, ya habrá tiempo para corregir. Esto, que a muchos les parecerá obvio, a mí me ha costado mucho de asumir. Pero es difícil superar las inseguridades y abandonar esa lacra de la insatisfacción con lo escrito. Tampoco quiero olvidar la conveniencia de ser honesta con una misma y con lo que se escribe.


5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

La literatura tiene algo de laboratorio de la vida. Y a mí en la vida me cuesta mucho planificar. Así que no planifico más allá de saber de qué quiero hablar. Eso sí, como laboratorio que es, me temo que tiro mucho del “ensayo y error”. Yo escribo sobre todo relato. Muchas veces el argumento y la trama varían mucho desde que decido hablar de determinado tema hasta que pongo el punto y final. En ocasiones las historias se comportan como una “matrioska”: abro una muñeca y otra parecida, pero no igual, aflora, así que, sí, soy de los que se dejan llevar por la  historia. A veces tengo el final antes que el principio, en ocasiones todo parte de una idea, una imagen, un fogonazo.
Luego sí, corregir y corregir. Muchas veces estoy deseando ese momento, meter el bisturí, pasar la bayeta, adecentar –procurando no dejarlo liso-  ese territorio imperfecto que es el texto.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Sería injusto nombrar a unos autores o unos libros en detrimentro de otros. En todo caso, las devociones han variado con los años  y soy más deudora como lectora de libros concretos que de autores. “El amor en los tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez y  “Todas las almas” de Javier Marías son libros que leería en bucle. Pero me interesa también casi todo lo de Ian McEwan y me siento próxima a lo que escribe Juan Gracia Armendáriz, por ejemplo. En un tiempo, Alejo Carpentier y también Antonio Rabinad. En el relato me inicié de la mano –cómo no- de Chejov, pero también de Soledad Puértolas y de Italo Calvino. Y aunque sean tópicos, Carver, aunque menos que Cheever, Tobías Wolff, James Salter, pero también Alice Munro y Grace Paley, Richard Ford y Sam Shepard (mucho norteamericano, como se ve). Podría citar también algunos cuentos de Cristina Cerrada y de Marcelo Lillo, pero estaría siendo indigna con tantos otros. Declaro finalmente mi inclinación por Peter Stamm y por Gonzalo Calcedo. Para no querer nombrar ninguno no ha estado mal, ¿no?

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

A principios de marzo llega a las librerías “Cosas que decidir mientras se hace la cena”, un libro de relatos, de la mano de Editoral Base. La contraportada dice que los personajes de estos quince cuentos “libran sus batallas en dormitorios y cocinas, esas junglas domésticas en las que no se puede aspirar a otra cosa que seguir respirando”. Y es así. Se trata de un conjunto de historias, con algunos nexos entre sí, en las que los protagonistas son seres angustiados, hombres y mujeres que se muestran incapaces de tomar decisiones. Vamos, lo normal.

Mientras tanto, sigo escribiendo relatos que ojalá puedan conformar un nuevo libro. Y me complico la vida alternando esto con los primeros balbuceos de otro tipo de texto –todo apunta a una novela corta-  sobre la enfermedad, los hospitales, que es algo en lo que me temo que  tengo alguna experiencia.


Maite Núñez. Nacida en Barcelona en 1966, es Licenciada en Historia Moderna y Contemporánea (UAB) y ha cursado la licenciatura de Documentación (UOC) y el doctorado en Periodismo (UAB). En este ámbito ha trabajado en el estudio de los orígenes de la prensa periódica en Catalunya en la Época Moderna.
Por otro lado, sus inquietudes literarias y por el mundo de la comunicación la han llevado a realizar varios cursos en el ámbito de la edición, de las tecnologías de la comunicación y de la creación literaria.
Ha colaborado en diversas revistas literarias y en la redacción de textos de todo tipo, desde artículos de enciclopedia (entradas de Historia, de Geografía) hasta artículos de divulgación para revistas.
Ha publicado cuentos, artículos, reseñas literarias, etc. Ha participado en diversas antologías. Sus relatos han obtenido numerosos reconocimientos.

Cosas que decidir mientras se hace la cena es su primer libro de relatos.

lunes, marzo 23, 2015

Matías Néspolo - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

A veces, no siempre, el sol de la tarde ilumina las cosas con una luz particular, indescriptible, que jamás has contemplado, y sin embargo, te resulta familiar. Otras, el aroma de un jazmín por la calle o una mandarina al pelarla te revela no se sabe bien qué secreto. Incluso una llovizna persistente sobre el pavimento o barrida al cansino ritmo de limpiaparabrisas puede traerte un déja vu indescifrable y perentorio que te colma de un ansia de no sabes bien qué.
Cuando te pierdes en las callejuelas de una ciudad desconocida o te vas lejos, muy lejos, a lomos de un libro a la hora de la siesta se te dispara el deseo de algo que nunca has vivido. En otras ocasiones es el silencio de una noche de verano o, por el contrario, una melodía escuchada en las peores circunstancias lo que te provoca una sed imposible de saciar. Quizá sea una historia que alguien te cuenta lo que te llena de un anhelo por compartir con otro eso que te ha descubierto la anécdota, que sin embargo ya no recuerdas y que tal vez no tenga ningún sentido. Incluso puede que sea el recuerdo empecinado de una experiencia, de algo vivido, lo que te asedia hasta en sueños  y te urge en ponerlo en relato para que alguien te diga qué significa.
Pues de todo eso se trata, y probablemente nada de eso cuente demasiado. Pero creo que para describir esa luz, develar aquel secreto, descifrar un ansia, colmar un deseo, saciar una sed, compartir un anhelo o aplacar una urgencia escribo.     


2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Por las mañanas escribo mejor, después de tantos años lo sé. Por lo general tomo mate, pero también puedo tomar café, té o lo que caiga. Me gustaría prescindir del estímulo del tabaco, pero me temo que por ahora eso me resulta imposible.
Puedo hacerlo en cualquier sitio y bajo cualquier circunstancia, a condición de que disponga de un buen rato por delante sin compromisos para abrir la puerta y entrar al relato, a la escena, a la historia en el punto en el que la dejé. Abrir la puerta y quedarse adentro, eso es todo. Parece sencillo, pero a veces puede demorarme hasta un par de horas. En otras, sólo cinco minutos. Escuchar música o leer poesía puede ayudarme a forzar la cerradura, pero no necesariamente. Si supiera cómo se abre la puerta al primer intento, me ahorraría muchos amargos momentos (de angustia) y patentaría el método, pero no lo tengo.
En el apartado manías, creo que tampoco. Soy un poco obsesivo, eso sí, con la redacción, clara y limpia, de lo que exactamente quiero decir. O de lo que exactamente quiere decir él o ella –Je est un autre– que narra. Obsesión que desborda la frase –tengo debilidad por las elipsis, los pronombres, los conectores y los deícticos– y eso me lleva a enlazar una con otra, el párrafo siguiente con el anterior y la página que vendrá delante y con la que tiene detrás. A tramar o tejer cualquier texto en urdimbre apretada, me refiero. Y para lograr eso el hilo, como todo buen tejedor sabe, no debe cortarse. Por eso si no encuentro una palabra, una frase se resiste o el párrafo no cristalizó con su redacción adecuada, no puedo continuar. No quiere decir eso que luego no corrija, reemplace, suprima o reescriba; pero sí que la primera versión se parecerá mucho a la definitiva. A no ser que el hilo se corte irremediablemente y entonces ese texto o manuscrito se irá al garete sin contemplaciones y habrá que comenzar a tejer uno nuevo desde cero.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Creo que no las tengo, afortunadamente. O quizá sí, en forma de testarudas recurrencias o fijaciones inconscientes, pero como las ignoro, permanezco en el tranquilizador limbo de la absoluta libertad temática sobre qué narrar. Cosa que, sospecho, es una gran ventaja, aunque a veces provoque vértigo. 

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

No tengas miedo a la frase hecha, que no te amedrente el tópico... Nada tiene de malo el lugar común; el truco cosiste en transformarlo en un sitio extraordinario.
Y ya puestos, trato de no olvidar, en lo posible, la difícil consigna de saber detenerse a tiempo, porque siempre hay una forma más sencilla, un modo más diáfano y bello de expresarlo; pero al demonio de las correcciones le agradan los rodeos y lo hecha todo a perder.  


5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Definitivamente de los primeros. Ni siquiera diría que me dejo llevar por la historia, porque no la tengo hasta que no le pongo el punto final; más bien sería un aroma, una imagen, una intuición. El narrador avanza a ciegas y yo le voy detrás. Si tuviera algo más que ligeras sospechas o difusos presentimientos no ya de la trama, sino de la frase, el párrafo o la página que viene después, me sentiría –al igual que me pasa como lector cuando percibo que el narrador se comporta como un croupier tramposo que mira las cartas de la baraja, las selecciona y ordena según conveniencia, para armar su juego ganador al repartirlas– completamente estafado.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Son demasiados y además dependen del día, la hora, la presión atmosférica y la temperatura, entre otros factores. Pero estrictamente como narrador creo que podría citar al menos diez obras de las que me gustaría pensar que me han influido (y que me influyen a cada relectura) en algo: 1) Trilce, de Vallejo; 2) Antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; 3) En la masmédula, de Girondo; 4) Don de la ebriedad, Claudio Rodríguez; 5) Una temporada en el infierno, Rimbaud; 6) Canto general, Neruda; 7) La tierra baldía, T. S. Eliot; 8) Muerte sin fin, de José Gorostiza; 9) Hojas de hierba, de Whitman y 10) Poesía vertical, de Juarroz.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


Presento en estos días mi segunda novela, Con el sol en la boca (Los Libros del Lince), de la que me resulta muy difícil hablar. Quizá cuando algún crítico o reseñador la comente tendré más en claro de qué se trata. Mientras tanto trabajo en un volumen de cuentos que reunirá viejos, nuevos y futuros relatos, y que confío llegue pronto a buen puerto. 


Matías Néspolo (Buenos Aires, 1975). Publicó el poemario Antología seca de Green Hills (Emboscall, 2005); el cuento infantil Un sac de què? (Cadí, 2012), ilustrado por Òscar Sarramia; las novelas Siete maneras de matar a un gato (Los Libros del Lince, 2009), traducida al inglés, francés, holandés e italiano, y Con el sol en la boca (Los Libros del Lince, 2015). Editó junto a su hermana Jimena Néspolo el volumen colectivo La erótica del relato. Escritores de la nueva literatura argentina (Adriana Hidalgo, 2009). La revista Granta lo incluyó en su número especial de 2011 dedicado a “Los mejores narradores jóvenes en español”. Desde 2001 vive y trabaja en Barcelona.

*La foto es de Ana Portnoy

jueves, marzo 19, 2015

Fallas 2015

Un año más aprovecho este espacio para abrir una ventana a las fiestas de esta ciudad, y mostrar algunos de los monumentos que se alzan en las calles en estas fechas.
Este blog tiene un lector muy especial para mí: mi padre. Hoy es el día del padre y aprovecho esta ocasión para felicitarle y mostrarle las fallas de este año, que sé que tanto le gustan. Y creo que es algo digno de mostrar, muy espectacular, que será apreciado por muchos lectores de este espacio.

Plaza del Pilar
(Primer premio sección especial)

Monestir de Poblet - Aparicio Albiñana

Convento Jerusalén 


Plaza Ayuntamiento 

Conde Altea - Maestro Gozalvo
(Primer premio sección 1ª A)

Calle Sueca 

Calle Cuba 

Avenida Antiguo Reino 

Conde Altea - Almirante Cadarso 

Micer Mascó - Exposición

 Nou Campanar
(Un diseño experimental que fue derribado por el fuerte viento unas horas antes de la cremá)

Plaza de la Merced 

Plaza del Mercado 

Plaza Na Jordana


 Periodista Azzatti - San Vicente

Plaza del Doctor Collado

lunes, marzo 16, 2015

Raúl Argemí - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

¿Por qué alguien quiere ser jugador de fútbol, bombero, maestro? Supongo que la respuesta está en la infancia. En mi caso, los libros –tenía muchos a mi alcance, y libertad de exploración– se me hicieron imprescindibles cuando murió mi padre, que un año antes me había enseñado a leer. Uno empieza jugando con sus juguetes, luego los desarma para ver qué tienen adentro y, vaya a saber por qué, un día empieza a fabricar juguetes. Algo así como adueñarse de la magia que lo deslumbró. Pero, tengo algo claro: cualquier certeza en ese sentido es imaginaria, una construcción posterior para explicar el misterio original.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Supersticiones o manías, ninguna. Sí, prefiero darme una espacio donde nadie me moleste –apago hasta el teléfono– y saber que tengo por delante muchas horas para relacionarme con ese mundo naciente que es el texto, la historia, de la que sé poco, pero ya me lo va a contar. Lo otro, que como argentino, no me puede faltar el mate y el cigarrillo.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

La identidad, y ese mundo oscuro, soterrado, animal, que nos mueve por debajo del barniz civilizado. Al fin, el individuo, la persona, inevitablemente como ser social producto de fuerzas que lo superan, como la Historia.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

En el lenguaje del fútbol: transpirar la camiseta. Sólo me puedo quedar conforme si puse en juego todo lo que tenía. Mucho o poco, pero todo. Si lo que uno escribe se hace libro, habrá un lector que me dé un tiempo de su vida al leerlo. Como dijo Andreu Martin: será mejor que tenga algo para darle a cambio. Es secundario si el libro es bueno o es malo, lo que vale, para que no me sienta un estafador, es que lo compense con el tiempo de mi vida que puse en la escritura.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

No planifico, a mí eso no me funciona. Arranco con una historia que quiero contar, algo así como un fantasma, una sombra de historia. Y después paro la oreja. Puedo comenzar escribiendo escenas que serán luego el capítulo veinte. Algo así como una desorganización biológica, porque las partes llamarán a otras partes y se irán organizando “naturalmente”.  Además, arrancar así, me permite descubrir la voz narrativa, la música, el ritmo, que necesita esa historia. Tiene mucho de aventura, y eso es lo que más me gusta: ir descubriendo los personajes, quienes son, sus manías, y lo que me piden. Es como ser el medio de un proceso con vida propia, que se alimenta de mí, pero que prefiero controlar en lo estético.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Una pregunta fatal. Borges dijo alguna vez que un hombre es culto cuando repite, como propias, palabras o conceptos de libros que leyó y ya no recuerda. Todos los libros me han dejado algo. Un amigo traducía lo de Borges en términos más caseros: el que no es hijo de nadie es un hijo de puta.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Recientemente publiqué un relato, “El caso del astrólogo, el muerto y curiosos sincretismos”, en el volumen “Doce relatos oscuros”, de la colección Código Negro, en Buenos Aires. Lo último que escribí es una novela muy dura, “A tumba abierta”. Se publicará en España por setiembre, más o menos, y en Francia en 2016. No sé si llamarla novela negra; para mí fue una ventana al Infierno. Lo del principio, sudar la camiseta hasta la última gota.


Raúl Argemí nació en 1946 en La Plata (Argentina). Vivió varios años en la Patagonia, donde era periodista, y gran parte de sus historias tienen relación con ese escenario. En el año 2000 se trasladó a España, donde ganó varios premios literarios, y en 2013 retornó a Argentina, donde trabaja como periodista. Sus obras han sido publicadas en Argentina, España, EEUU, Holanda, Italia, Alemania y Francia. Publicó las novelas El gordo, el francés y el ratón Pérez, Los muertos siempre pierden los zapatos, Penúltimo nombre de guerra, Patagonia Chu Chu, Siempre la misma música, Retrato de familia con muerta, La última caravana, Pepé Levalián: El ladrón de paraguas, Pepé Levalián: Bandidos y dragones y El ángel de Ringo Bonavena. Hay relatos suyos en diversas antologías, la última de las cuales se titula Doce relatos oscuros.

jueves, marzo 12, 2015

Roberto Ponce - Cuestionario básico


Permítanme un pequeño divertimento. Le he planteado el cuestionario básico a Roberto Ponce, el protagonista de mi novela "Parece que cicatriza". Todas las respuestas están sacadas de las páginas del libro. Espero que les guste el resultado.


1.- ¿Por qué escribes?

Escribir no es un hobby, escribir es mi vida. Cuando era joven soñaba que la literatura sería como un transatlántico de lujo, pero ahora resulta que no es más que un simple salvavidas. Escribo para limpiar la conciencia, escribo porque lo necesito, para no saltar desde la terraza del edificio. A eso se reduce todo: escribir para sobrevivir. Miro los libros que se amontonan a mi alrededor, que me arropan y que son los culpables de que se me forme un nudo en el estómago. Me pregunto si se escribe porque no se está satisfecho con la propia vida. Al final de El oficio de vivir, Cesare Pavese escribe: «Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más». Y luego se suicida. Es en esa última frase, «no escribiré más», donde se encuentra el dolor de su decisión. Podía haber dicho: no respiraré más, no caminaré más, no veré más, no amaré más, no lucharé más… sin embargo, se despide de la literatura. Vivió mientras escribió. No hay otra conclusión. Los escritores se mueven por la delgada línea de la desesperanza, expuestos a perder el equilibrio en cualquier momento.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Me siento ante mi máquina de escribir, que se llama Brautigan, observando la página en blanco. A mi izquierda, un montón de folios y una botella de whisky barato. A mi derecha, unos cuantos libros y algunos apuntes en papeles de todo tipo: desde servilletas  hasta billetes de autobús, pasando por hojas de propaganda o paquetes de tabaco. Frente a mí, clavados con chinchetas en la pared, un póster de Michelle Pfeiffer y otro de Spirit, así como algunos dibujos realizados por mí con rotulador negro en los que intento representar a mi héroe, Julián Hierro, inspirándome en los grandes protagonistas de la novela negra, bajo el aspecto de Humphrey Bogart, por supuesto. Necesito sentirme arropado por todos esos objetos.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Quizá mis historias son un refugio, una argucia para tratar de vivir otras experiencias y escapar de la propia, un intento de desdoblarme. Quizá descargo mi rabia sobre personajes ficticios, ante la imposibilidad de descargarla sobre los congéneres reales que me rodean. Tal vez mi temática gire en torno a la huida.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

La verdad es que suelo pasar más tiempo paseando que escribiendo y esto, sobre todo en las horas de duermevela, es algo que me desasosiega bastante. En serio, me paso noches enteras rodando por la cama, sin poder dormir, víctima de ataques de desazón, pensando que tengo que dedicar más horas a escribir, que estoy perdiendo el tiempo y me haré viejo sin haber conseguido terminar nada. Por otra parte, soy consciente de que me da miedo escribir, me pongo excusas y falsas obligaciones, rehuyo el enfrentamiento con la máquina, me miento a mí mismo con estúpidas consideraciones sobre la inspiración cuando lo que en realidad se necesita es disciplina, método, esfuerzo, constancia… Ése es mi principio, no perder la constancia y seguir siempre adelante.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Mi estado de ánimo es propicio para refugiarme en la novela, llenando páginas y páginas de basura que terminan en la papelera. Por cada libro que triunfa hay cien mil autores mendigando un trozo de pan, decía mi padre. Y yo no le escuché. Me presento como escritor ante todo el mundo e incluso lo he hecho constar en mi carné de identidad, pero a la hora de la verdad me siento frente a mi máquina de escribir y lleno los folios de basura, palabras y palabras como van surgiendo. No, no planifico nada.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

A veces creo que no soy capaz de recuperar el tiempo perdido, de leer todo lo que tengo pendiente, de escribir todo lo necesario para definir un estilo propio. No he leído el Quijote ni el Ulises ni la Odisea. Y lo peor es que me siento incapaz de hacerlo. Prefiero leer a autores como Kafka, Musil o Knut Hansum, esa es la verdad. Cuando me siento abatido, atormentado por la idea de que se me acaba el tiempo, pienso en los escritores que han publicado su primera obra a una edad avanzada, y esto que hace tiempo me daba resultado, se me presenta ahora como un nuevo motivo de ansiedad, pues me encuentro próximo a esas edades y mi bagaje literario es exiguo. Ni Chandler, ni Buffalino, ni Sampedro despiertan en mí la mínima esperanza.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Intento escribir algo sobre la gente que se obsesiona con la idea de adelgazar, que se esfuerza por mantenerse en forma y no soporta la idea de tener que compartir su ciudad con gente gorda. Sí, la historia de una obsesión, el diario de un paranoico, alguien que se siente acosado por la presencia de personas obesas e intenta evitarlas por todos los medios, pero todo parece inútil, siempre termina encontrándose con alguna. Quiero crear un ambiente asfixiante, dar la impresión de que existe un pacto real entre los gordos para acosar al protagonista. Ya veremos.





Roberto Ponce es un escritor inédito que se encierra en su habitación y se siente culpable por ello. Piensa que no escribe lo suficiente y que debe leer más y mirar menos la televisión y no visitar nunca más a nadie y, en definitiva, irse a una isla desierta y perderse, lo cual es, por supuesto, del todo imposible. Así que muchas veces piensa que nada de esto vale la pena. Quizá debería dejar de escribir… Quizá debería poner fin a todo… Quizá debería arrojar sus sueños al cubo de la basura… Pero, ¿acaso no sería eso como la muerte?
Roberto Ponce es el protagonista de la novela Parece que cicatriza, de Miguel Sanfeliu, editada por Talentura.


lunes, marzo 09, 2015

Almudena Navarro - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Con sinceridad, no hay ningún motivo. No hago ningún esfuerzo por escribir; es como comer, dormir o ducharme, viene de serie. Es una necesidad básica que cubro de forma natural. Me pasa lo mismo con la lectura. Es algo intrínseco a mi persona.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Me dejo invadir por la locura… jaja. Cuando tengo una idea en la cabeza, me transformo, es como una enfermedad y dejo que la historia me domine. Cada día al irme a la cama, al cerrar los ojos, pongo en orden las ideas del día e intento visualizar la trama como si fuera una película rodada. Analizo su dinámica y coherencia. Imagino la escena que escribiré al día siguiente.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Intentar adaptarme a los gustos de los lectores. Suelo interactuar con ellos, pedirles opinión, utilizar sus críticas. Pero también analizo los fenómenos editoriales. Intento mejorar cada día. Para que no me afecte nada, ni los rankings, ni las críticas, me lo tomo todo con humor y en positivo, una oportunidad de mejorar.
Soy un poco “cabeza loca” en cuanto a temáticas, he escrito una novela histórica ambientada en la II República y posteriormente, por diversión, escribí La Alejandría Olvidada, una novela de acción y aventura, ambientada en dos tiempos en Afganistán (en el año 2002 y en el Imperio Bactriano). Tengo pendiente escribir una novela de ciencia ficción, otra de fantasía juvenil para mis hijas y una novela romántica. Tengo los argumentos preparados (y los seudónimos…jaja). Me lo paso bien, disfruto jugando con el cambio total de género.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Cero agobios, cero plazos. Divertirme, disfrutar. Escribir carecería de sentido sin ello.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Desgraciadamente todo planificado. Cuando me siento delante del ordenador no solo he visualizado la escena al detalle en mi cabeza, sino que sigo un guión por capítulos que previamente he elaborado. Me gustaría decir que soy de esos escritores románticos que se deja llevar. Pero por mi forma de imaginar eso solo me lleva a la “des- estructuración” de la novela. Cada capítulo tiene un porqué, y no puede entorpecer el ritmo.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Soy fan de Santiago Posteguillo, me maravilla la forma en que consigue hacerme vivir la historia como si realmente fuera Escipión, pudiendo notar el hierro de mi espada entre mis manos… Es un autor único.
Pero para mí, el culmen, es Juego de Tronos, toda la saga de George R. R. Martín. Estoy muy disgustada porque este año tampoco va a sacar el nuevo libro y luego la traductora tardará como poco un año en traducirlo al Castellano.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

En verano 2014 publiqué La Alejandría Olvidada, que estoy ayudando a traducir al inglés y al francés. Este año espero publicarlo en papel con una editorial.
Tengo en fase de borrador (o pre-acabada) mi segunda novela histórica: La Soledad de Victoria, que espero colgar en el año 2016. Me encanta la trama, es la historia de una mujer fuerte, que levantó una hacienda manchega y consiguió salir de la ruina. Está ambientada entre el pequeño pueblo de Casas Ibañez y Madrid. A través de sus páginas me centro en el cultivo del azafrán manchego, desde ese punto de vista es una novela costumbrista (como mi primera novela: La Alcoba Escondida de la Editorial Roca) pero está aderezada con dosis de misterio. Victoria deberá dejarlo todo para averiguar el paradero de su hermano pequeño.


Almudena Navarro nació en Madrid pero actualmente reside en Rocafort, Valencia. Realizó sus estudios en el Liceo francés. Es Licenciada en Administración y Dirección de Empresas (ADE) por la Universidad de Valencia y cuenta con un máster en Gestión de la calidad y otro en Formación del Profesorado (VIU). Ejerció como financiera y controller. Casada y con dos hijas mellizas.
Su primera novela, La alcoba escondida, ha sido publicada por la Editorial Roca. Inicialmente esta obra se auto publicó como La papeleta en blanco, figurando durante más de 230 días entre los más vendidos en Amazon.es.
La Alejandría Olvidada, una novela de aventuras ambientada entre París y Afganistán, es su segunda novela y ha liderado los rankings de ventas en Amazon.com, Amazon.es y Amazon.com.mx. 

jueves, marzo 05, 2015

Alicia Muñoz Alabau - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Escribo como una necesidad vital, como respiro o hablo, en realidad lo necesito más que hablar, si tuviera que elegir, preferiría expresarme siempre por escrito. Escribir me permite entenderme mejor a mí misma y comunicar mejor algunos temas que me preocupan o me parecen importantes.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Como siempre voy muy mal de tiempo, no puedo permitirme esos lujos. Tengo que escribir en cualquier lugar, en cualquier momento, aprovechando cualquier ratito libre. No soy nada noctámbula, cuando estoy agotada necesito descansar para recargar mi vena creativa. Por el día soy mucho más inquieta y escribo a todas horas.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Sobre todo el mundo femenino; la situación de la mujer en la sociedad, cuáles son sus roles habituales, la mujer como cuidadora, como sostén emocional de la familia, como transmisora de valores...

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Creo que soy muy meticulosa con el estilo y la ortografía, me preocupa cometer ese tipo de errores e intento ser perfeccionista al margen del contenido de la historia.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Me dejo llevar totalmente. A veces el detonante es una anécdota, una frase, un recuerdo, una canción..., empiezo poniendo un pensamiento por escrito y los personajes van tomando vida propia y "exigiéndome" por dónde debo continuar.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Considero auténticos maestros a los autores de la narrativa hispanoamericana como García Márquez, Vargas Llosa o Isabel Allende. Su estilo es impecable y sus libros me parecen obras de arte. En España me gustan mucho Rosa Montero y Elvira Lindo.


7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


En solitario, me siento muy orgullosa de mi novela Ponerse alas, publicada hace ya dos años. Después he colaborado en varios libros colectivos de relatos; en ed. Atlantis Golpe a la corrupción y Golpe a la violencia de género y con el grupo Generación Bibliocafé  he participado en varios proyectos y precisamente el último libro que hemos sacado ha sido 016. Relatos que se deben contar sobre el tema de la violencia de género también.



Alicia Muñoz Alabau. Licenciada en Filosofía por la Universidad de Valencia. aunque desde siempre su pasión fue la literatura, no se decidió a hacer pública su obra hasta el año 2006, cuando se presentó a un concurso de relatos del Colegio de Licenciados de Valencia y ganó el segundo premio. En la actualidad imparte  clases en Secundaria y Bachillerato de Filosofía y Lengua Castellana. Su primera novela se publicó en 2012, Ponerse alas. Es una historia sobre vidas de mujeres que superan dificultades a través de una metamorfosis en la que deciden pasar a pensar por sí mismas y unir sus fuerzas a través de la amistad. También participa en libros de relatos con otros autores: Golpe a la corrupción y Golpe a la violencia de género, en la editorial Atlantis; y con el grupo Generación Bibliocafé, ha colaborado en varios de sus libros. Sus últimas obras han sido Por amor al arte, un libro sobre obras de arte y museos, y 016. Relatos que se deben contar, que coincide  sobre el tema de la violencia de género y fue presentado el pasado noviembre en el Ayuntamiento de Valencia y en el Colegio de Farmacéuticos, coincidiendo con la campaña de actividades en torno al 25 de noviembre.

lunes, marzo 02, 2015

Rosario Raro - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Porque es una de las actividades (o actos) que más placer me proporciona y también porque es una forma de ejercer la libertad.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Escribo a primera hora de la mañana, cuanto más temprano mejor. Así, el resto del día lo dedico a ser una persona “normal”, es decir, a vivir mis otras siete vidas simultáneas. Lo único que me resulta imprescindible para escribir es la soledad. Tampoco puedo escribir contra una pared. Si el ordenador está conectado a Internet, mejor. De esta forma, es como tener varias ventanas enfrente, además de la física, la terraza, el balcón, etc. También escribo mucho en los viajes. Sobre todo para cumplir con los plazos. La prisa me estimula, pero después, antes de enviar algo (como este cuestionario) lo tengo que revisar muchísimas veces.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Para mí el tema inacabable es la condición humana. A él me dedico.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Para mí, la mayor muestra de generosidad que puede tener alguien que escribe es tomar consciencia de que no se puede permitir aburrir al lector. Un autor que quiera ser leído tendría que enfocar todos sus recursos en esa dirección. En el otro extremo estaría la escritura de autoconsumo. Está muy bien practicarla —como desahogo o terapia—pero por su propia naturaleza no es recomendable compartirla. Al menos yo no lo haría aunque entiendo que también es una cuestión de carácter y de cierto retraimiento en mi caso.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Para mí escribir es un trabajo sobre todo mental, plasmarlo después sobre el papel o en el procesador de textos es para mí transcribir. Eso sí, antes dibujo mapas mentales, lo ordeno todo en esquemas, en cuadrículas, en escaletas, utilizo cualquier medio que me sirva de ancla para la memoria.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Cervantes, Pessoa, Caterina Albert (Víctor Català), Dino Buzzati, Max Aub, las mujeres de la generación del 27 (Nelken, Saornil, Arderiu, Catarineu,  Mulder, Roca de Togores, etc. etc. etc.), Mercè Rodoreda, Bradbury, Carmen Laforet, Julio Ramón Ribeyro,  Francisco González Ledesma, Vicent Andrés Estellés, Elena Poniatowska, el poeta limeño Luis Hernández Camarero, Montserrat Roig, Albert Sánchez Piñol, Eloy Fernández Porta, Agustín Fernández Mallo y muchos otros aún no tan conocidos de los que he tenido el privilegio de ser su primera lectora.  

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.


En estos momentos (“solo” desde hace ocho meses que se suman al tiempo ENORME que tardé en escribirla, más de tres años) estoy revisando una novela sobre Canfranc durante la Segunda Guerra Mundial. Se publicará el próximo 7 de abril en la colección Autores Españoles e Iberoamericanos de la editorial Planeta si para entonces he dejado de corregirla, ajustarla, releerla, modificarla, repensarla, mirarla del derecho, del revés, cabeza abajo, y desde todas las atalayas y ángulos que aún se me ocurran. La próxima ya está a la vista. Eso sí, me pondré manos a la obra en cuanto el mensajero se lleve esta a su destino. 


Rosario Raro  (Castellón, 1971) es Doctora en Filología. Estudió Técnicas de Escritura Creativa en la Universidad Mayor de San Marcos y la Pontificia Universidad Católica de Perú, país donde vivió durante una década. Cursó un Postgrado en Comunicación Empresarial en la Universitat Jaume I y otro de Pedagogía en la Universidad de Valencia después de licenciarse allí. 

En 2009 fue una de las dos únicas españolas finalistas del concurso de escritura literaria Virtuality Caza de letras de la UNAM de México y Alfaguara. Ha impartido numerosas conferencias sobre literatura y dirige desde su fundación el Aula de escritura creativa de la Universitat Jaume I de Castellón. Es autora de, entre otras obras, de los libros: Carretera de la Boca do Inferno, Surmenage, Perder el juicio, Los años debidos, Finlandia, La llave de Medusa,  Desarmadas e invencibles y El alma de las máquinas. Su obra ha sido traducida al catalán, al japonés y al francés y reconocida con numerosos premios literarios tanto nacionales como internacionales. Volver a Canfranc es su tercera novela.