jueves, noviembre 20, 2014

David Aliaga - Cuestionario básico


1.- ¿Por qué escribes?

Porque necesito la literatura como otros –y yo mismo a veces– necesitan la religión o la mitología. Necesito responder y formular preguntas constantemente. Escribir, para mí, es un proceso de búsqueda de respuestas y hallazgo de nuevos interrogantes que no cesa, abro puertas y sigo caminos que siempre me llevan a otra parte, a nuevas dudas. Escribir me permite sentirme ignorante y continuar aprendiendo.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Para escribir necesito que haya silencio en casa y que el escritorio esté ordenado. Prefiero también trabajar sabiendo que no tengo ningún compromiso poco después. El ruido, el desorden o la idea de saber que en dos o tres horas tengo que estar en otro lugar, atendiendo a otra cuestión impiden que consiga concentrarme.
Como cuestión más práctica, puedo contarte que me gusta escribir empleando tipografía Georgia 12 puntos con 1,5 de interlineado y alinear los títulos de relato o capítulo a la derecha.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Soy una persona de atenciones y pasiones dispersas. Me interesa el ser humano como sujeto emocional. Durante los últimos años he escrito sobre la frustración, la derrota, la culpa…, quizá porque es la parte más dolorosa del ser y he necesitado esa explicación mitológica, a la que me refería anteriormente, para intentar comprenderla y sobrellevarla.
En los últimos meses, he notado que temas como la memoria y la espiritualidad han ganado terreno, aunque son temas que ya estaban presentes de forma secundaria en Inercia gris y lo están en Hielo. Me interesa cómo se relaciona el individuo con el concepto de Dios, para qué lo necesita, qué espera de él, qué le exige, cómo lo construye… El libro de Jonás, por ejemplo, es una de mis fijaciones temáticas desde hace algunos años: la huída de Dios como huída de uno mismo.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Lo aprendí en un taller universitario en el que fui alumno de Fernando Clemot, que, además de convertirse en un buen amigo, fue un gran orientador entonces: busco el equilibrio entre las agarraderas de la técnica narrativa y el instinto de autor. Un texto demasiado convencional aburre y uno excesivamente instintivo será un desastre. Ni soy un genio iluminado, ni puedo permitirme trabajar las narraciones como un operario de línea de montaje.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Suelo tomar muchas notas y elaborar esquemas antes de comenzar a narrar. Con todo, siempre dejo incompletos los planes ya que entiendo que a medida que avanza el proceso de escritura, el propio texto va sugiriendo cómo completarse. Me parece fundamental tener claro el punto de partida y lo que quiero contar pero, incluso eso, es mutable.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Mi Santísima Trinidad literaria está compuesta por Raymond Carver, John Maxwell Coetzee y Fiodr Dostoievski. Hombre lento y Desgracia, de Coetzee me parecen dos libros maravillosos cuya calidad narrativa, emocional e intelectiva son una aspiración como autor.
Otros autores de los que me siento deudor o con los que he disfrutado mucho son Davies y Faulkner o, de las letras hispanas, Gonzalo Calcedo (El prisionero de la avenida Lexington), Fernando Clemot (Safaris inolvidables), Ricardo Menéndez Salmón (Gritar), Juan Carlos Márquez (Lobos que reclaman la noche), Jon Bilbao (Padres, hijos y primates)...

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

En diciembre llegará a las librerías Hielo. Es una novela breve que me ha llevado entre preguntas y respuestas que son nuevas preguntas sobre el sentimiento de culpabilidad. ¿Por qué me siento culpable? ¿Puedo sentirme culpable sin serlo? En ese caso, si los efectos prácticos son los mismos ¿no es lo mismo serlo que no serlo? ¿Son los demás quienes pueden limpiarme de la culpabilidad o soy yo quien posee esa facultad? ¿Dónde se halla la redención? ¿En Dios? ¿En una mujer? ¿Existe la redención? ¿Puedo convivir con la culpa? Creo que Hielo no responde a ninguna de esas preguntas, sólo abre más interrogantes al respecto ofreciendo al lector la posibilidad de que busque o intuya sus propias respuestas.


David Aliaga (L’Hospitalet de Ll.obregat, 1989) es escritor y periodista especializado en literatura contemporánea. Ha publicado el libro de relatos Inercia gris (Base, 2013) y también ha participado con narraciones breves en las antologías Cuentos engranados (TransBooks, 2013) y Madrid, Nebraska (Bartleby, 2014). En su faceta académica destaca el ensayo Los fantasmas de Dickens (Base, 2012), un estudio sobre lo sobrenatural en la obra del inglés.
Ha traducido al catalán a Dickens y Wilde. Es colaborador habitual de la revista Quimera y del portal Blisstopic y, ocasionalmente, escribe para la revista Qué leer.

Hielo (Paralelo Sur, 2014) es su primera novela editada.

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