jueves, octubre 09, 2014

HFS – J. J. Armas Marcelo


Debido a que la charla entre Vargas Llosa y Le Clézio se había alargado un poco más de la cuenta, llegué a este acto cuando ya estaba empezado. Es una de las características de este festival, tienes que planificar muy bien los actos a los que piensas acudir y no es extraño encontrar a otros con el programa y el plano recorriendo las calles con cierto apresuramiento.

Yo había leído artículos de Armas Marcelo, y lo conocía especialmente por su participación en el programa de televisión “Los libros”. Tenía por tanto una idea de él de hombre serio, incluso un poco aburrido, desde luego no esperaba encontrar a ese hombre dicharachero, gesticulante y torrencial, no lo conocía en absoluto.


“El régimen castrista envió un comando a un acto literario mío para reventarlo –cuenta- en Panamá, cuando presentaba mi libro Réquiem habanero por Fidel. Un tipo pide la palabra y, en lugar de hacerme alguna pregunta, se sube al escenario, se gira al público, como si fuera a dar un mitin, y dice que no iba a leer mi libro porque no valía nada. Claro, ¿cómo sabía que no valía nada si no iba a leerlo?”
“Una señora se levanta y me dice que cómo puedo ignorar ¡los logros de la revolución! Me parece sorprendente. Yo conozco muy bien los logros de esa revolución. La realidad es que la gente que vive en el interior tiene que alimentarse con el pienso de sus animales, que en las habitaciones de los hospitales no hay bombillas, que el país está sumido en la pobreza”.
“Alguien se dirige entonces hacia mí, parece que va a agredirme porque acabo de decir que el Ché era un asesino asmático. Antes de alcanzarme, dos tipos lo empujan y se arma un jaleo impresionante. Gran escándalo. Todos gritando. Y se presentan, ¿quién? Los bomberos”.
Hay una crónica de este incidente narrado por Juan Bonilla: enlace.

Habla gesticulando, visualizando, resaltando el lado esperpéntico de la historia.
La figura de Fidel Castro levanta pasiones.

“Fidel dio un discurso a los escritores, a los pensadores: «dentro de la revolución, todo, fuera de la revolución, nada». Y muchos hombres y mujeres quedaron en silencio, como lo están haciendo ahora en Cataluña, cuando alguien como Javier Cercas empieza a levantar la voz con gran lucidez. Cuando termina su discurso, les pide a todos los presentes que hablen: «¡hablen, sean hombres!» Y se levanta Virgilio Piñera, que era conocido como La Loca de La Habana. Todos en silencio y se levanta Piñeira y dice: «Comandante, yo lo que tengo es muchísimo miedo»”.


Frente a Armas Marcelo está Jesús Marchamalo, que le pide que cuente tal cosa o tal otra o, simplemente, se queda sin poder meter baza ante la verborrea del escritor.
Cuenta que a los 23 años le hicieron un consejo de guerra en España por publicar unos cuentos de José Ángel Valente.
Sobre Réquiem habanero por Fidel cuenta que estaba inmerso en la redacción de su novela La noche que Bolívar traicionó a Miranda, un libro que le llevaba veinticinco años de documentación. Mientras la escribía pensó: “se va a morir y no vas a tener la novela terminada”. Así que apartó lo que estaba haciendo y la escribió de tirón en un año. Luego la dejó descansar otros dos años y, como seguía sin morirse, decidió publicarla. “Y sigue vivo”. Como dice Raúl Rivero: “No es inmortal, pero es inmorible”.

Luego habló también de la relación con su padre, al que adoraba, pese a que las tres decisiones más importantes que ha tomado en su vida, las tomó en contra de la opinión de su padre. “Llega un momento en que uno deja de ser normal y se convierte en escritor”, dice.
Siempre le ha gustado ir en contra de la corriente general, lo cual le ha dado más enemigos que amigos.

También habló de su relación con Reinaldo Arenas. “La película Antes que anochezca era malísima, pero la interpretación de Bardem era magnífica, y eso que el hombre no me cae muy bien”. Le contrató cinco novelas a Reinaldo y lo llevó a España para presentarlas. Organizó encuentros con la prensa y le pidió que no hablara de su situación ni de política, que hablara sólo de su obra. Pues ni caso. Estuvo una hora hablando sobre la homosexualidad en Cuba.

“La Habana hoy es como el Vaticano en ruinas”, suspira.

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