miércoles, febrero 27, 2013

Sara Mesa - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?
Para mí es muy difícil explicar (y explicarme) el sentido de un impulso que está arraigado en mí desde muy niña. A pesar de que empecé a escribir tarde (me refiero a intentar hacer literatura), desde siempre encontré en la escritura un modo de expresión único. No sé por qué razones escribo, pero puedo enumerar razones por las que no lo hago: no escribo para divertirme, no escribo para distraerme, no escribo para que me consideren escritora, no escribo para dar lecciones, no escribo para pasar el tiempo, no escribo por aburrimiento, ni por placer, ni por ambición, ni por dinero.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
Creo que no tengo ninguna lo suficientemente arraigada como para que me paralice si el deseo de escribir es demasiado fuerte. Preferencias, sí, claro: el orden, la continuidad, la luz, el silencio. Pero he escrito muchas veces con las condiciones contrarias. Y a veces, con todas las condiciones a favor, he sido incapaz de sacar ni una sola línea.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Los espacios cerrados. La familia. Las relaciones enfermizas y posesivas. La sensación de culpa. El individuo frente a las reglas del grupo. La soledad y la violencia. El sentimiento de extrañeza ante un mundo demasiado complejo. La cobardía. Las obsesiones. De hecho, todos estos temas son obsesiones mías...

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?
Doy una gran importancia a la intuición. Desconfío mucho de las reglas, que pueden dar cierta calidad y oficio a la escritura, pero también pueden aniquilar la propia voz. Hay que dar prioridad a la intuición, escribir intentando “sacarse de dentro” la historia, y luego, eso sí, revisar, corregir, pulir, recortar… Sobre todo recortar…

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?
Cuando comienzo una historia tengo unas ideas generales sobre las acciones, personajes y atmósferas que van a intervenir, pero estos elementos no están ni mucho menos planificados con detalle. Durante el proceso de escritura aparecen constantes variaciones sobre lo previsto. A veces me siento incluso sorprendida de ciertas derivas que no había imaginado. En cierto modo, la historia va imponiendo su propia lógica interna, que antes de escribir es imposible conocer.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Hay muchos, y tantos otros que me quedan por leer. Pero no soy nada original en mis admiraciones literarias, mis referentes son universales y creo que indiscutibles: Dostoievsky, Kafka, Pessoa, Faulkner, Camus, Joyce, Perutz, O’Connor, Canetti, McCullers, Murdoch, Primo Levi, Onetti, Baroja, Bernhard, Di Benedetto, Benet, Herta Müller, Houellebecq, Kristof, Philip Roth, Levrero… podría seguir y seguir.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Acabo de publicar Cuatro por cuatro, una novela que, en líneas generales, trata del mal, un mal casi metafísico, que se agazapa en todos los espacios: relaciones de poder, corrupción y violencia en un internado educativo para hijos de familias acomodadas. Más allá de estos temas, en Cuatro por cuatro he trabajado mucho la estructura, con elipsis muy fuertes y el juego constante con el punto de vista. En mi opinión, es la novela más audaz de cuantas he escrito hasta ahora.





Sara Mesa (Madrid, 1976). Ha publicado las novelas Un incendio invisible (Premio Málaga de Novela) y El trepanador de cerebros, y los libros de relatos No es fácil ser verde y La sobriedad del galápago. Con su poemario Este jilguero agenda ganó el Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández en 2007. Aparece seleccionada en la antología Pequeñas resistencias 5, antología del nuevo cuento español. Su última novela, Cuatro por cuatro, ha sido finalista del Premio Herralde de Novela. 

lunes, febrero 25, 2013

Carlos Castán - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Las razones últimas se me escapan pero creo que tienen que ver con salvar una distancia que siento que me separa del mundo y con el deseo de entender y de entenderme yo mismo, por una parte, y, por otra, ser de algún modo comprendido por alguien en algún lugar. Porque me sirve para ahondar en mí al tiempo que me alejo de mí lo más posible.


2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

No tengo manías especialmente reseñables a la hora de escribir. Sí necesito tener por delante tiempo suficiente y de calidad (en general soy muy malo aprovechando los ratos sueltos). Antes solía escribir casi siempre de noche. De un tiempo a esta parte prefiero hacerlo por las mañanas. Otra cosa es que haya mañanas en las que pueda escribir. En realidad da igual lo que uno prefiera cuando para poder sobrevivir ha de poner en venta, cada día, lo mejor de sus horas y sus energías.


3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

En términos muy generales, la condición humana, ahí es nada. Y descendiendo un poco a lo concreto, creo que me he interesado especialmente por la tensión entre la realidad y el deseo. El dolor, la culpa, las mil formas que adopta la angustia. Creo que siempre acabo hablando de un descontento radical y de las distintas estrategias de huida, es decir, de ensoñaciones, engaños, espejismos y máscaras. Me interesa el papel que el amor juega en todo lo anterior y lo que tiempo termina haciendo con las personas y todas sus pobres esperanzas, individuales y colectivas.


4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Ser libre, recordarlo todo el tiempo. Es como si a veces se me olvidase que soy libre y que puedo y debo serlo, y necesitara asegurarme a cada paso de que no me estoy apartando de mi lenguaje ni de mi particular manera de narrar y de mirar el mundo.


5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

He escrito textos en los que estaba planificada al milímetro toda la peripecia y otros que han ido tirando de mí, llamándome al tiempo que se ocultaban. He escrito a veces con precisas cartas de navegación y otras con una triste brújula temblándome en la mano.


6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

La lista sería interminable. Y creo que, exceptuando a Julio Cortázar (al que nombro siempre en primer lugar y en el que no puedo evitar pensar, por muchísimos motivos, como en una especie de hermano mayor), la voy variando casi al completo cada vez que alguien me pregunta. Hoy diré: Poe, Chéjov, Maupassant, Capote, Nabokov, Henry Miller, Tobias Wolf, A.M. Homes, Anne Tyler, Céline, Camus, Sabato, por ejemplo. Para terminar citando a mi amada Marguerite Duras. Y en poesía, San Juan de la Cruz y Jaime Gil de Biedma.


7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Acabo de publicar Polvo en el neón (Ed. Tropo), una nouvelle de carretera que se complementa con fotografías de Dominique Leyva tomadas a lo largo de la Ruta 66, ya sabes, asfalto, moteles, y letreros luminosos que no funcionan del todo bien. En septiembre de este año aparecerá mi primera novela que es una historia introspectiva y llena de noche sobre el deseo, la muerte y la culpa.




Carlos Castán (Barcelona, 1960) es licenciado en Filosofía por la universidad Autónoma de Madrid y ejerce la docencia en un instituto de Zaragoza. Especializado en el relato breve, al que se ha dedicado casi con exclusividad, ha publicado en diversas revistas literarias como Turia, El Extramundi o Prima Littera y en antologías como Pequeñas resistencias (Páginas de Espuma, 2002), Perturbaciones (Salto de página, 2009), Siglo XXI (Menoscuarto, 2010) o Mar de pirañas (Menoscuarto, 2012). Su primer libro, Frío de vivir (Emecé, 1997) fue traducido a varios idiomas y suspuso su descubrimiento como uno de los escritores de cuentos más interesantes del país. Posteriormente ha publicado Museo de la soledad (Espasa Calpe, 2000 – Tropo, 2007), Solo de lo perdido (Destino, 2008) que ganó el premio NH Vargas Llosa al mejor libro de relatos publicado ese año, y en 2013 publica su novela Polvo en el neón en la editorial Tropo. 

viernes, febrero 22, 2013

Carlos Manzano - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Es una pregunta para la que no tengo una respuesta clara. Creo que la escritura funciona en mi caso a modo de catarsis, como un medio para exorcizar demonios internos. También disfruto inventando mundos, jugando un poco a ser dios, decidiendo sobre la vida y la muerte de mis personajes. Y supongo que será también un cúmulo de muchas otras cosas, de sensaciones aún inexploradas para mí y hasta de algún reducto de miedos atávicos que prefiero no identificar.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

No tengo demasiadas manías sobre eso. Tengo bastante capacidad para abstraerme del entorno y concentrarme en lo que hago. Siempre escribo en ordenador, por ejemplo, y escribo además bastante deprisa, lo que me lleva luego a corregir y corregir constantemente y casi sin criterio. Me cuesta dar una novela por terminada.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Supongo (aunque no lo sé con seguridad) que me interesa lo que veo, lo que percibo en los que me rodean, el absurdo de muchos de nuestros comportamientos, el gregarismo acrítico de la gente y sobre todo las incongruencias y contradicciones en que caemos a menudo. Creo que esa es una fuente inagotable de materia para cualquier creador.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Creo que no. Intento evitar los efectismos argumentales y trato de que de mis novelas puedan hacerse varias lecturas. También trato de que la trama tenga un valor secundario y de que haya muchas más sombras que luces, para que el lector pueda rellenar a su antojo los huecos que quedan.
                                                                                        
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Depende. En mis primeras novelas tenía bastante claro cómo iban a empezar y cómo debían terminar; a partir de ahí, iba trazando el camino poniendo mucho cuidado en no desviarme demasiado de la línea principal. Pero ahora creo que soy algo más anárquico, a veces cambio bruscamente la trama o me invento un personaje a mitad de la novela que hasta ese instante no se me había pasado siquiera por la cabeza. Me gusta descubrir nuevas posibilidades mientras estoy escribiendo.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

No soy un lector que repita demasiado a los autores que lee. Por el contrario, me gusta variar mucho mis lecturas, adentrarme por recovecos aún inexplorados, descubrir nuevas formas de contar. Por citar unos pocos nombres, diré que disfruto mucho leyendo a Ángel Olgoso, quien tiene un talento para la fabulación y un dominio del idioma realmente exquisitos; a Vila-Matas, por su incesante búsqueda de nuevos límites en el arte de narrar; y por supuesto a Bolaño. En el plano internacional me atraen autores como Coetzee, Nabokov, Philip Roth, Pavese…

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

En este momento acabo de terminar de corregir una novela, “Breve trayecto entre estaciones”, y hace unos días comencé el frustrante proceso de enviarla a diferentes editoriales. Digamos, así grosso modo, que la novela trata de abordar los procesos que configuran nuestra memoria y, en consecuencia, nuestra identidad, ya que esta se estructura en buena medida a través de los recuerdos y, por tanto también, de su falsificación.




Carlos Manzano nació en Zaragoza en 1965 y es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED. Su comienzo en la literatura es bastante tardío. Tras algunos intentos, en 2002 termina la primera novela que puede considerarse como tal, Las fuentes del Nilo, la cual quedará finalista del I Premio Letras de Novela Corta en el año 2003. Posteriormente, obtiene el primer premio en el I Concurso Literario Villa de Benasque para autores aragoneses con el relato El desierto (2004), así como la distinción de finalista en el X Concurso de relatos cortos Juan Martín Sauras con el relato No declararé en tu contra (2005). Fósforos en manos de unos niños, su segunda novela, fue la primera en ver la luz, publicada en la editorial asturiana Septem Ediciones en el año 2005. Asimismo, ha publicado las novelas Vivir para nada (Mira Editores, 2007), Sombras de lo cotidiano (Mira Editores, 2008), Lo que fue de nosotros, (Ediciones Nuevos Rumbos, 2011) y El silencio resquebrajado (eBooks Literatúrame, 2012). Ha participado en la obra colectiva Relatos para el número 100 (Mira Editores, 2008) con el relato “Auxilio en carretera” y en el libro Perversiones. Breve catálogo de Parafilias ilustradas (Vagamundos, 2010) con el relato “La prisa es mala consejera”. Es también editor de la revista electrónica de literatura Narrativas, ISSN 1886-2519, cuyo vigésimonoveno número saldrá a la luz en abril de 2013. Asimismo, durante el año 2007 publicó diversas colaboraciones en la columna “Sombras de lo cotidiano” del suplemento cultural Laberinto perteneciente al diario Milenio-El Portal de Veracruz (México). En lo que respecta a sus otras facetas creativas, desde el año 1992 viene realizando diversas exposiciones individuales y colectivas de fotografía.

miércoles, febrero 20, 2013

Elena Casero - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Yo escribo con la intención de trasladar al papel la vida que observo a mi alrededor, las historias que bullen en mi cabeza. Y, sobre todo, porque me gusta y me divierte.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Creo que no tengo ninguna manía. Lo único que podría decir como especial es que en algunas ocasiones necesito escribir a mano, con lápiz. Frases que llevo dando vueltas en el cerebro y no consigo darles forma a menos que lo haga sobre el papel. Unas veces escucho música y otras no. Tampoco tengo necesidad de que sea en un lugar específico. Hasta hace poco tiempo, a falta de espacio propio, escribía en la cocina.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Creo que las de mucha gente: la soledad, la muerte, el miedo. Intento ahondar en la psicología de las personas.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Hacerlo por placer, escribir lo que a mí me gustaría leer. Y ser honrada con lo que estoy contando.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Me considero algo anárquica. Cuando creo tener la historia que quiero contar, la llevo durante un tiempo en la cabeza, hago apuntes y, en el momento en que tengo claro el arranque, comienzo a escribir. A pesar de ello, me suelo dejar llevar por la historia.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

En este tema también soy anárquica. Quedaría muy bien dar una lista de nombres o de obras, pero no lo puedo hacer. En cada época de la vida he tendido a leer a unos autores u otros y me saldría una lista un poco larga. No leo todo lo que cae en mis manos, aunque sea de un autor que me gusta. Lo que puedo añadir es que me gusta mucho la literatura española.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Lo último que se ha publicado ha sido la reedición de mi primera novela – Tango sin memoria – por la editorial Talentura. Una novela que se publicó en el año 1996 y que pasó algo desapercibida.
Estoy escribiendo una novela corta, de corte parecido a Tribulaciones de un sicario y recopilando información para escribir otra, que será algo más larga, sobre las mujeres de mi familia, desde mi bisabuela hasta la época de mi madre. No será otra historia más sobre la guerra civil, sólo quiero hablar de la situación personal y social de las mujeres a través de esos años.
Y, entre tanto, escribo microrrelatos. 




Elena Casero (Valencia, 1954) es diplomada en Turismo. Trabaja en una multinacional. Ha publicado tres novelas, Tango sin memoriaDemasiado tarde, y Tribulaciones de un sicario, así como el libro de relatos Discordancias (Talentura, 2011).
Tango sin memoria va a ser reeditada por Talentura Editores a finales de 2012. También ha colaborado en distintas antologías de relatos y practica el género del microrrelato.

lunes, febrero 18, 2013

Gonzalo Calcedo - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Ojalá pudiese adherirme a una quinta enmienda literaria y no declarar en mi contra. Debería conocer la respuesta, si no la definitiva, al menos una coherente. Es complejo. El tejido de la vida está hecho de muchas capas: a los quince escribía para cercar mi territorio y afianzarme, como si cada cuento fuese un campamento. A los veinte por cabezonería, ya que nadie se tomaba en serio mi convencimiento de que la literatura era un destino. A los treinta sencillamente aprendía a escribir, todo era más técnico, menos aventurero, como si la búsqueda de un estilo dominara el rumbo. A los cuarenta intentaba madurar. Ahora, a los cincuenta, probablemente escriba para resistir: con los años ganas tolerancia, pero eso no te exime de visualizar las injusticias. La literatura me relaja. Cuando escribo cuentos regreso al campamento del principio, a lo básico y elemental, a la belleza de lo sencillo.


2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Procuro no traicionarme y adaptarme a mi forma de ser. La escritura suele formar parte del ámbito doméstico, así que hay que ser esmerado con los espacios. Yo prefiero madrugar y acostarme pronto. No soy un escritor  nocturno, partidario de esas horas quedas en las que los sonidos los emite uno mismo al cambiar de postura en la silla o doblar un papel. Prefiero el principio de la jornada, el rocío de las cosas; todo parece más nuevo, sin gastar, y tengo mejor ánimo. Escribo, pues, temprano y con diligencia, reminiscencias de mi trabajo administrativo, supongo. Como si hubiera que despejar la mesa de trabajo. Corregir es más llevadero, no requiere tanta tensión. Puede hacerse fuera del santuario. El enemigo natural del escritor es la pereza. Un poco de rutina siempre ayuda a conjurarla.


3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Han ido conformando estratos con el tiempo, lo cual obedece a la lógica de la edad. El escritor de ficción contempla lo que sucede a su alrededor y luego intenta dar forma a reflexiones y pensamientos mediante historias. No es lo mismo el amor a los trece años que a los cuarenta y tantos. Tampoco la enfermedad o el miedo a perderlo todo. Los temas son pocos y comunes y a veces el argumento es un mero envoltorio. Me gusta despojar las narraciones de ese argumento, de lo superfluo. La especulación me cansa; también el juego retórico y la experimentación como referente. En general hablo de incertidumbres, de alegrías y desesperanzas. No tengo conciencia de grupo, así que no he sido nunca un cronista de una época. Tampoco me he sentido un escritor social o realista en el sentido más digno de la palabra, sino un autor centrado en el individuo, en las personas. Aunque, indudablemente, analizando la soledad del individuo se llega a un retrato más o menos convincente y sentido de lo que somos.


4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Asumo a diario que sólo una parte muy pequeña de lo que escribo tiene ese valor último que determina su publicación. Prefiero acumular escritos a obsesionarme con un texto y corregirlo hasta dejarlo romo, sin aristas. A veces se queda la pasión por el camino. Hablamos de un oficio minucioso en el que uno tiene que ser injusto con lo creado. A menudo el trabajo consiste en desechar. Bueno, casi siempre. Es una ley del cuento. Mis cunetas están llenas de relatos que, sumados, se han sacrificado por otros. Esos privilegiados son el resultado final, lo visible. Pero unos no existen sin la argamasa de los anteriores. No hay que hacer distingos. Para mí, la entereza consiste en abordar cualquier texto en el momento de su redacción con el mismo celo. Como si fuese a ser un último cuento. No siempre se consigue ese estado de ánimo, desde luego. Las desilusiones tienen su peso en esta labor un poco ciega, de búsqueda y azar.


5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Escribo cuentos. El encanto del género, al menos tal como yo lo práctico, es esa búsqueda que acabo de mencionar. Abordo las mismas historias desde diferentes puntos de vista, con pequeños cambios de matiz. Como hacer versiones de una misma canción con ritmos distintos. Es una búsqueda permanente de ese temblor que distingue una breve historia de otra. Es algo soterrado, íntimo. Una labor de buscador de oro, cedazo en mano. Con la novela se trabaja en circunstancias más subterráneas y aparentemente densas. Uno va entibando la galería por la que avanza y la luz siempre queda muy lejos. Quizás por eso frecuento poco las largas distancias, aunque lo intento. Siento una especie de claustrofobia argumental, de palabras. Me angustia el hecho de continuar algo día tras día, de equivocarme y tener que retroceder hasta localizar los derrumbes. Empezar un texto nuevo a menudo, como sucede con los relatos, es reconfortante. Lástima que los lectores, en general, prefieran la senda de la novela, ese ir de la mano del escritor paso a paso. La soledad del cuento asusta y disuade.


6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Hay autores a los que recurres como si fuesen un estimulante, un tónico milagroso. Basta una página suya para convencerte de que escribir de forma sincera y hermosa está al alcance de la mano. Pienso en Tobías Wolff, por ejemplo. Pero no tengo libros de cabecera. O serían tantos que enumerarlos ocuparía un espacio absurdo. Muchos pertenecen a la adolescencia; allí siguen, firmemente anclados, sin relecturas que los hagan derivar a otras aguas. Son una referencia privada bastante obvia, no lo niego, para cualquiera que lea mis libros. Casi prefiero citar un volumen cualquiera, el último que estoy leyendo: “La última sesión”, de Larry McMurtry, por ejemplo. Recuerdo la película de Bogdanovich, perdida en el microcosmos de la primera juventud, y me reconforta descubrir ahora el origen literario de su encanto. Para mí es un reencuentro que tiene un gran valor. Un círculo que se cierra. Poder ilusionarte con un libro, sin abordarlo como un juez, sin crítica, sin más valoración que los sentidos, consuela. Prefiero evitar los cánones de hierro, el dogmatismo de escuela.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Para mí los cuentos son parte de un proyecto continuo, un material narrativo vivo, en constante construcción. De vez en cuando algunos afloran en forma de libro, unidos por un alma común y un título. No existen límites. Es un diario sin entradas ni fechas, basado en una tenue ficción. El último, “El prisionero de la Avenida Lexington” (“Siameses”, que se publicó después, es una inesperada reedición), tuvo finalmente un recorrido superior al que yo esperaba. Me alegra. Es un título bastante privado, a pesar del envoltorio neoyorquino. Últimamente he intentado acercarme a la novela, novela corta en este caso, como contrapeso, pensando tal vez que mi balanza como escritor tiene el fiel demasiado inclinado hacia un lado. No lo hago con demasiado convencimiento, la verdad. Pero hablo de libros que sólo existen para mí, algunos amables editores y los malhadados jurados de rigor. Digo esto porque nunca he rechazado los concursos, esa deformación de nuestro sistema literario, tan aplaudida como denostada. No quiero parecer un hipócrita. Todos pisamos el mismo terreno sembrado de minas: un poco de esplendor muy de vez en cuando y, como plato del día, las contradicciones de siempre.



Gonzalo Calcedo Juanes (Palencia, 1961), funcionario en excedencia, ha publicado los libros de relatos Esperando al Enemigo (Tusquets, 1996), Otras Geografías (NH Ediciones, 1998), Liturgia de los Ahogados (Edit. Ayuntamiento de Sevilla, 1998), La Madurez de las Nubes (Tusquets, 1999), Apuntes del Natural (Páginas de Espuma, 2002), La carga de la brigada ligera (Menoscuarto, 2004), El peso en gramos de los colibríes (Castalia, 2005), Mirando pájaros y otras emociones (Diputación de Badajoz, 2005), Chejov y compañía (Caja España 2006), Saqueos del corazón (Algaida 2007), Temporada de Huracanes (Menoscuarto, 2007), Cenizas (Pre-textos 2008), Picnic y otros cuentos recíprocos (El brocense, 2010), El prisionero de la Avenida Lexington (Menoscuarto, 2010) y Siameses (Tropo, 2011).
Ha participado en antologías del género como Los Cuentos que Cuentan (Anagrama, 1998), Cuentos de Hijos y Padres (Páginas de Espuma, 2001), Lo que Cuentan los Cuentos (Cuentos Españoles Contemporáneos - Universidad de Veracruz, 2001), Cuentos contemporáneos (Gran Angular - S.M., 2001), y Pequeñas Resistencias (Páginas de Espuma, 2002), obteniendo, entre otros, los premios NH en todas sus modalidades, Alfonso Groso, Tiflos, Caja España,  Cortes de Cádiz y Hucha de Oro. En 2003 publicó su única novela hasta el momento, La Pesca con Mosca (Tusquets Editores).
Habitualmente imparte conferencias sobre el género, colabora en revistas literarias y, participa como articulista, en medios de comunicación.

viernes, febrero 15, 2013

Care Santos - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Porque me gusta. Porque se me da bien. Porque es un modo de retener el mundo y siento pánico a la pérdida. Porque es un modo de autoconocimiento. Porque me permite responder a preguntas sin respuesta. Porque es decir cómo fueron las cosas que no fueron nunca. Porque nadie me obliga. Porque es complicadísimo y no soporto lo fácil. Porque es un modo de compartir emociones con los demás. Porque si no lo hago no me reconozco.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Necesito tener título antes de comenzar a escribir ni una línea. Escribo con las Suites para cello solo de Bach (por distintos artistas) o en el más absoluto silencio. De 8 de la mañana a 12 del mediodía, con fluidez. Luego, me cuesta más, aunque sigo hasta bien entrada la tarde. Corrijo hasta la exasperación, mortifico a mis editores pidiendo una y otra vez pruebas de imprenta. Últimamente, me despierto de madrugada con alguna idea nueva y me levanto a escribirla. Gran parte de mi última novela la he escrito entre las 2 y las 7 de la mañana.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

La muerte, la pérdida, la culpa, el amor como redención y, desde hace menos, la corrupción del poder.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?
Sabe esperar / aguarda que la marea fluya / así en la costa un barco / sin que el partir te inquiete / todo el que aguarda sabe / que la victoria es suya / porque la vida es larga / y el arte es un juguete / y si la vida es corta / y no llega la mar a tu galera / aguarda sin partir y, siempre, espera / que el arte es largo y, además, no importa. Estos versos de Antonio Machado están frente a mis ojos siempre que escribo, desde hace años. Puedo decir que marcan todo lo que hago.

5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?

Planifico obsesivamente todo lo que voy a escribir, hasta el último detalle del último párrafo. Luego, me dejo llevar por la historia.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

¡Muchos! Los más antiguos: Pedro Salinas, Wilkie Collins, Ivan Turguenev, Gabriel García Márquez, Mercè Rodoreda, Valle-Inclán.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

El Aire que respiras (Planeta, febrero 2013). Una novela sobre libros, bibliófilos, libreros y bibliotecas ambientada en los años que van de la Barcelona napoleónica a mediados del XIX, y con una parte de la trama en la actualidad. Los libros son los protagonistas, una pequeña colección de libros prohibidos, y los personajes lo son sólo en la medida en que han tenido algo que ver con esos libros. Me lo pasé en grande rastreando a una buena ristra de personajes históricos tan descabellados que parecen ficticios. Y mucho mejor aún rindiendo homenaje al Romanticismo literario. Hay mucho espíritu romántico en estas páginas. Yo crecí leyendo autores románticos. De pequeña quería ser Lord Byron. Esta historia es –también- lo que queda de aquella fascinación. También es mi octava novela. Y el ocho es mi número favorito.




CARE SANTOS (Mataró, Barcelona, 1970) es autora de ocho novelas, siete libros de cuentos y numerosos títulos de literatura infantil y juvenil, terreno donde es una de las autoras más premiadas y leídas de nuestro país. Ha obtenido el Premio Ateneo Joven de Sevilla, el Alfonso de Cossío de cuentos y ha resultado finalista del Primavera de Novela. Su obra novelística se ha traducido a 18 idiomas. Entre sus títulos destacan el volumen de cuentos Los que rugen (Páginas de Espuma) y las novelas Aprender a huir (Seix Barral), La muerte de Venus (Espasa), Habitaciones cerradas (Planeta) y El aire que respiras (de publicación en Planeta en febrero de 2013). Ejerce también la crítica literaria. Es codirectora de la revista literaria virtual La tormenta en un vaso (www.latormentaenunvaso.com).
www.caresantos.com

Foto de Asís G. Ayerbe

miércoles, febrero 13, 2013

Juan Herrezuelo - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Tal y como están las cosas, ésa es una pregunta que yo mismo me planteo constantemente, puesto que escribir no deja de ser una ocupación a la que uno dedica una parte considerable de su tiempo sin que en ello haya ya, a estas alturas, ninguna finalidad digamos práctica. Fui un niño que gustaba de conocer y contar historias. Cuando leía La isla del tesoro o Miguel Strogoff, una parte de mí quería ser Jack Hawkins y el correo del zar, pero otra se imaginaba que era el que inventaba aventuras como aquéllas. Yo también las inventaba de forma natural, y me di cuenta muy pronto de que a mis compañeros de colegio les gustaba la forma en que las contaba. A los doce años comprobé que si las escribía y se publicaban, llegaban a mucha más gente, y nació una vocación. Descubrí, además, el doloroso placer de darle forma a un texto literario. Hoy sigo escribiendo porque en los periodos en que he dejado de hacerlo mi estado de ánimo se ha resentido notablemente: me falta ese desafío personal, y es como dejar de ser yo mismo. En una de sus cartas, Flaubert, que sabía bien de la lucha obsesiva que entraña el dar forma a un pasaje literario, habla de la literatura como de un picor permanente, un sarpullido que tenía en el corazón, que le dolía sin cesar y se rascaba con delicia. Me identifico con esa manera de sentir la necesidad de escribir.


2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

No creo que tenga otra costumbre o manía más que la de hacer limpieza general en el despacho cada vez que empiezo un nuevo relato más o menos largo. A medida que el texto avanza, el entorno de trabajo va volviendo poco a poco a su natural desorden, pero ya no me importa gran cosa. Por lo demás, procuro crear un ambiente propicio a la concentración, a veces con música -jazz o clásica-, a veces con el silencio. Suprimí ya, aunque no hace demasiado, el hábito de fumar, que estaba indisolublemente unido al proceso creativo, y ando todavía buscando soluciones que lo sustituyan cuando no encuentro el hilo del que tirar en un párrafo. Por la tarde me acompaño de té o mate, por las noches, mientras el cuerpo aguante, de un par de dedos de whisky o un gintónic.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Durante muchos años, todo lo que me interesaba a la hora de contar una historia era, a grandes rasgos, que ésta fuera original, que los personajes tuvieran entidad propia y que las situaciones en que se ven envueltos envolvieran igualmente al lector y lo emocionaran. De vez en cuando también dejar en evidencia alguna actitud social reprobable. Ahora cada vez me siento más inclinado a escribir sobre cómo actúa en la gente honrada, sencilla y vulnerable el clima de codicia y manipulación propio de nuestro tiempo, este evidente fin de época, esta caída que los poderosos pretenden evitar arrojando el lastre de la atención a los más débiles, lo que ellos consideran un lastre. No sé si puedo llamarle a esto concienciación, aunque sí sé que en cualquier caso no lo sería en un sentido ideológico. Y hay otro asunto que desde hace ya bastantes años se filtra, de una manera u otra, a todo cuanto escribo, y es esa sensación de extrañeza, casi de incredulidad, que produce el paso del tiempo a partir de ciertas edades.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Hace ya tiempo que encontré formulados los dos (llamémosles) principios más importantes a los que yo ya me ceñía de antes, a los que me he ceñido desde siempre a la hora de escribir: dice Cortázar que "no se trata de escribir para los demás, sino para uno mismo, pero uno mismo tiene que ser también los demás". Yo lo explicaba de otra manera, pero en el fondo era, y es, exactamente esto. La otra afirmación en la que me reconocí de inmediato es de Joseph Conrad, y yo la repito mucho: “Toda obra literaria que aspire, por humildemente que sea, a elevarse a la altura del arte debe justificar su existencia en cada línea”. Eso sí: como consejo, éste es el peor que hoy se le puede dar a alguien que pretenda ver publicada su obra.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Rara vez sé cómo acabará la historia que empiezo a escribir, o cómo acabará exactamente, quiero decir. La historia la conozco previamente en términos generales, es una historia que podría ser contada ya de viva voz, de principio a fin. Pero la experiencia me dice que escribir es ir desbrozando el camino que conduce a ese final, ir abriéndolo, y que muchas veces es otra la ruta que apetece tomar y otro el desenlace al que intuyo que voy acercándome, o al que llego de pronto con el asombro del descubrimiento.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

A esta pregunta se suele responder del tirón con una lista más o menos larga (y más o menos interrumpida de golpe) de nombres o títulos que le han marcado a uno. Y es cierto que después de toda una vida leyendo yo tengo que mencionar a Borges, a Dostoievski, a Calvino, a Chandler, a Conrad, a Poe, a Camus, a Marsé, a Muñoz Molina, a Capote, en fin, serían tantos; y también El Quijote, y La Regenta, y El Gatopardo, y Lolita, y Moby Dick... Muchos, realmente. Pero hay dos escritores con los que he establecido una relación que casi excede ya a estas alturas lo literario, dos escritores a los que vuelvo una y otra vez, de los que adquiero ediciones distintas de libros que ya tengo, de los que leo cartas y biografías. Son Francis Scott Fitzgerald y Julio Cortázar. Llegué a la obra de ambos casi al mismo tiempo, allá por mis veinte años, y desde entonces me acompañan en el camino.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Tengo terminada una novela y estoy ahora escribiendo una serie de cuentos más o menos relacionados entre sí, de una extensión en la que siempre me he movido  cómodamente, entre quince y veinte folios. 




Juan Herrezuelo (Juan Fernández Herrezuelo). Nacido en Palencia en 1966, vive en Almería desde 1978 y es Licenciado en Filología Hispánica. En 1989 obtuvo el premio de narrativa “Villa de Benasque” con el cuento “Vida más allá de este espejismo”. Es autor del libro de relatos Desde el lugar donde me oculto, publicado en 1991 dentro de una colección dirigida por Antonio Muñoz Molina y Luis García Montero para La General de Granada, y de la novela El veneno de la fatiga (Alianza Editorial, 1999). Su tercer libro, Pasadizos (Instituto de Estudios Almerienses, 2011), fue seleccionado entre los finalistas del VIII Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España 2011.

lunes, febrero 11, 2013

Hilario J. Rodríguez - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Escribir para que los nerviosos se tranquilicen y los tranquilos se pongan nervios, para que los demás nos quieran, para no tener demasiado tiempo y así no matar el tiempo… Yo no creo que se escriba por una razón o al menos no se hace por una sola razón, quizás se haga porque uno de pronto se da cuenta de que cada vez que algo sucede en el mundo ya nada vuelve a ser lo mismo, y en el fondo lo que uno pretende es anticiparse o definir el futuro porque sólo de esa manera se puede alcanzar una vida mejor, sin dejarlo todo en manos del azar, que es demasiado caprichoso. Los libros, como las fotografías, son señales que enviamos al futuro en busca de nosotros mismos, y a veces nos encontramos y a veces no, y a veces nos encuentran otros y a veces no nos encuentra nadie. Nos consuela, no obstante, que nuestras señales permanezcan en algún sitio, aunque sea a la deriva, en un mar blanco e infinito donde será difícil que alguien vaya a encontrarlo, o no tan difícil. 
Carlos Castán me contó un día que un amigo suyo de juventud se vio reflejado en uno de los personajes de sus cuentos y no le importó que en la ficción hubiese cosas que no se ajustaban a la realidad. «No me importa –le dijo-, es bastante mejor como tú lo pones que como realmente fue.» Supongo que esas palabras a Carlos le han bastado como justificación para seguir escribiendo o para sentirse contento con lo que ha escrito hasta ahora. 
Una de mis razones para escribir, eso sí, proviene de la lectura, pues he sido un lector curioso y voraz, y he vivido buena parte de mi vida entre libros. De modo que podría decir que hay un poco de osmosis en la cuestión: uno acaba transformándose en aquello que lo rodea, y a mí la literatura me ha rodeado toda mi vida, en un asedio muy parecido al de “El desierto de los tártaros”, de Dino Buzzati.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Prefiero escribir solo, especialmente cuando estoy metido en un trabajo de ficción. Me gusta la idea de que el mundo desaparece hasta que no se le da forma con las palabras o hasta que uno no se toma un descanso. Las interferencias me molestan bastante aunque al mismo tiempo son liberadoras porque una sesión larga de escritura resulta agotadora. Hoy en día, con internet, los móviles y los Testigos de Jehová llamando al timbre, es complicado mantener la concentración, algo que ha contribuido a acortar las frases, sintetizar los argumentos, adelgazar los libros y trazar múltiples intersecciones en una misma trama. Eso hace más fácil escribir pero también lo hace menos intenso. A mí me gustaría poder hablar con alguien sobre lo que hago mientras tengo un proyecto en marcha, por desgracia nunca he vivido con nadie a quien le interesase que yo le fuera contando nada al respecto. 
Los horarios son necesarios y deberían ser inviolables. Yo no puedo escribir si pierdo mi pequeño esquema del tiempo, lo malo es que siempre surge alguna contingencia y entonces… Entonces sobreviene el desastre, la catástrofe, la frase a medias, la trama pendiente de un abismo en el que resulta fácil precipitarse. No. Defender un horario contra viento y marea, se escriba o no durante el mismo, es imprescindible. Por lo demás, no tengo excesivos caprichos, sólo los justos. Fumo, me rasco la oreja…

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Jamás he escrito de forma programática, diciéndome que a mí lo que me interesa es el tema de la identidad o el de los fantasmas. Voy más bien a la deriva, en busca de lo que una historia, con mi precaria forma de situarme ante ella, me vaya ofreciendo. Uno piensa en el libro que está escribiendo pero no en la obra que ha escrito o que todavía le queda por escribir. Ni siquiera soy consciente de tener un estilo, me vale con tener una voz y que sea similar, por mucho que entre libro y libro, entre página y página, se produzcan cambios.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

No estoy en situación de darle consejos a nadie salvo a mí mismo, porque ni siquiera yo suelo hacerme caso aunque al final casi siempre he descubierto que tenía razón cuando me escuchaba diciéndome que no hiciese esto o lo otro, o que lo hiciese. Hay en mí una lucha continua entre la razón y el deseo. Y con el deseo nunca he llegado muy lejos, mientras que con la razón algún apaño sí que he conseguido.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

La historia es una guerra, una navegación en mares no transitados donde no caben las certezas, al menos en mi caso. Resulta positivo tener ciertas ideas de partida, y entonces partir y ver qué sucede en adelante.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Hay una edad para cada autor pero todos suelen permanecer fieles en la cabeza aunque uno no vuelva a leerlos. Cuando era más joven, leí muchísimo a Edgar Allan Poe, a Herman Hesse, a Raymond Chandler, a Daniel Defoe, a Julio Cortázar y a los autores del boom en general… autores que hoy en día ya no leo y a quienes, no obstante, mantengo en la cabeza como si fuesen presencias amigas que me saludan desde la distancia. Eso mismo me ha ido pasando en diferentes etapas en las que se han quedado atrás Samuel Beckett, Thomas Bernhard, Juan Benet, Miguel Espinosa, Voltaire, Flann O’Brien, Vladimir Nabokov, Nathanael Hawthorne, Hermann Melville, Georges Perec, Jorge Luis Borges, Fernando Pessoa, Loepardi, William Shakespeare, Paul Auster, Robert Walser, Franz Kafka, Homero, Simone Weil, Natalia Ginzburg, Agota Kristof, Miguel Marías, E. M. Cioran… Y un sinfín de autores. Ahora tengo mis preferencias inmediatas, que son Patrick Modiano, W. G. Sebald (Sebald por encima de cualquier otro), Enrique Vila-Matas, Coetzee, Amy Hempel, Roberto Bolaño… Si tuviera que hacer una lista de mis libros favoritos (y es algo a lo que ahora mismo no me voy a resistir), una lista de 20 títulos, claro, diez son muy pocos, incluiría: “Macbeth”, “La Divina Comedia”, “El Quijote”, la pentalogía autobiográfica de Thomas Bernhard, “Pálido fuego” (Nabokov), “Jakob von Gunten” (Robert Walser), el diario de Kafka, la filosofía de Wittgenstein, “Austerlitz” (Sebald), “Absalom, Absalom” (Faulkner), la poesía de Walt Whitman, los cuentos de Chejov, “El extranjero”, “La media distancia” (Alejandro Gándara), “Los endemoniados”, “Bartleby el escribiente”, “Ferdydurke” (Gombrowicz), “El libro del desasosiego”, “En busca del tiempo perdido”, toda la obra crítica de Jonathan Rosenbaum y quizás “Todas las almas”.

 7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

He pasado lo que se suele decir una mala racha y eso ha provocado un parón importante, en realidad lo que ha sucedido es que se ha abierto una brecha importante entre mis deseos y mis posibilidades (o mi fuerza de voluntad) para llevarlos a cabo. Ahora estoy con cien cosas en la cabeza como protección contra el empacho de realismo que vivo, de vuelta a la enseñanza y con una situación menos aconsejable de lo que a primera vista podría parecer. Quiero escribir, y voy a escribir, pero no sé qué, cuándo, cómo y ni siquiera quién me lo publicará, aunque esto último es lo que menos me interesa por el momento. Tengo que ponerme en marcha desde hace tiempo porque sé, también desde hace tiempo, que los remolcadores no van a venir a rescatarme.




Hilario J. Rodríguez:
Nací en Santiago de Compostela en 1963. Cuando vuelvo allí, nunca tengo la sensación de que haber nacido en esa ciudad me importe demasiado, tampoco me preocupa que fuese en el 63 y no en el 64, que es cuando de verdad se recogió una buena cosecha de vino. Santiago me parece húmeda, gris, desapacible, y 1963 un punto en la distancia, como la Tierra vista desde la Luna; y, sinceramente, prefiero la cerveza.

Mi papel en la vida ha ido cambiando según donde estuviera: a veces me conformé con ser hijo de una familia desgraciada, otras con trabajar para ganarme la vida, pero no me importaría ser un holgazán, los esfuerzos cansan. 
He visto muchas ciudades, algunas me las habría ahorrado; aun así, siempre he procurado tener los ojos bien abiertos por si hubiera algo que mereciese la pena. Yo antes pensaba en viajar, quería moverme, ahora me doy cuenta de que debí haber parado en algún momento. 
Comencé a escribir no por vocación sino por tedio, al aprobar unas oposiciones; sentí que algo se me había caído encima. Al principio me lo tomé muy en serio, luego menos en serio, durante un tiempo desesperadamente, y ahora procuro que la hierba crezca bajo mis pies, sin angustias, sin retórica. 
Coordino libros y también escribo crítica de cine porque me divierte y porque me pagan, ya no suelo hacer casi nada por amor al arte, el amor lo reservo para cuestiones que no hacen al caso. 
Es importante dejar claro que no me tomo el ensayo y la literatura de diferentes maneras. Lars von Trier: El cine sin dogmas (JC, 2003) es, a su modo, una novela. Y El cine bélico (Paidós, 2006) puede leerse como un libro de cuentos. No sé si les sucede algo parecido, aunque en una dirección distinta, a mis trabajos de ficción: Construyendo Babel (Tropismos, 2004), Mapa mudo (Traspiés, 2009) y El otro mundo (Ediciones del viento, 2009). 
El futuro todavía no está escrito.

viernes, febrero 08, 2013

José María Conget - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Un amigo novelista que murió muy joven hace años, Raúl Ruiz, solía decir que un escritor no debería nunca preguntarse por qué o para qué escribe, que la única pregunta útil es el cómo. Después de barajar varias contestaciones sutiles, inteligentes y sorpendentes, he llegado a la conclusión de que escribo porque me gusta.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Escribo siempre a mano, salvo e-mails o trabajos superficiales. Y lo único que necesito es tiempo por delante.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Soy muy original: el amor, la muerte, el tiempo, la identidad. Y no es un tema sino un sazonamiento: el humor.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

No me atrevería a dar un consejo a nadie. ¿Principios en el sentido ético?: no presentarme nunca a concursos.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Hasta hace poco empezaba a escribir una novela cuando sabía exactamente cómo terminaba, cuál iba a ser la última frase: había que llegar allí. Intenté hacerlo de otro modo y me atasqué; sigo atascado. En cuanto a la libertad de los personajes, es literatura.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Son muchos y han ido cambiando con los años. La lista sería larga, aburrida y tópica. Vuelvo siempre a ciertos poetas, quizá sean mi mayor fidelidad.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Está a punto de publicarse La mujer que vigila los Vermeer, un libro de cuentos. Y está en marcha otro volumen de relatos y una novela que no termino nunca.




José María Conget nació en Zaragoza en 1948. En esa ciudad se licenció en Filosofía y Letras. Ha sido profesor de literatura en dos universidades peruanas, en Glasgow, Londres y varios centros de enseñanza media españoles. Fue jefe de actividades culturales del Instituto Cervantes de Nueva York y del de París. Coordinó y presentó el programa de la televisión neoyorquina Charlando con Cervantes. En 2004 fue el comisario de la exposición 30 años de cómic democrático español y en 2011 comisarió la exposición de los ganadores del certamen de INJUVE de cómics e ilustración.
Comenzó su carrera literaria con la novela quadrupedumque (1981), a la que siguieron Comentarios (marginales) a la Guerra de las Galias (1984) y Gaudeamus (1986), reunidas en 2010 en un solo volumen, Trilogía de Zabala. Todas las mujeres se publica en 1989 y su reedición  en 2009 recibe el Premio Estado Crítico. Palabras de familia (1995) y Hasta el fin de los cuentos (1998) completan hasta la fecha su obra novelesca. Es asimismo autor de dos libros de relatos, Bar de anarquistas (2005, Premio Cálamo) y La ciudad desplazada (2010), el volumen sobre ciudades Pont de l’Alma (2007) y tres títulos de difícil clasificación: Cincuenta y tres y Octava (1997), Vamos a contar canciones (1999) y Una cita con Borges (2000). Su pasión por el cine y los cómics quedó reflejada respectivamente en la antología Viento de cine. El cine en la poesía española de expresión castellana. Una selección (2002) y las colecciones de ensayos El olor de los tebeos (2004) y Espectros, parpadeos y Shazam! (2010).  Recibió el Premio de las Letras Aragonesas de 2007 por el conjunto de su obra. Actualmente está jubilado de la enseñanza y vive en Sevilla.


miércoles, febrero 06, 2013

Óscar Esquivias - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?
Por espíritu deportivo (en el sentido orteguiano). Lo de la escritura no deja de ser un efecto secundario del amor a la lectura.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
Prefiero no tener supersticiones (y mucho menos manías) para escribir ni para ninguna otra cosa. Respecto a las costumbres, me gusta estar en soledad y sin distracciones, con mucho tiempo por delante.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
El proceso (a veces doloroso) de autoconocimiento está presente en muchos de mis textos.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?
Mi lema vital, aplicable a la escritura, es el consejo que dio Pablo a los corintios: «Todo me es lícito, pero no me haré esclavo de nada».

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?
Escribo sin GPS. A veces tengo muy claro el lugar de destino y me dirijo a él ligero, con las sirenas encendidas; otras veces encuentro mucho contento en perderme por carreteras secundarias y en demorar la llegada. Todo depende de cada historia.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Si algún día escribiera un libro que se pareciera a Lo prohibido de Galdós, El lugar sin límites de Donoso, Dos crímenes de Jorge Ibargüengoitia, Lokis de Mérimée, Léxico familiar de Natalia Ginzburg, Rojo y negro de Stendhal, La perorata del apestado de Bufalino, Lolita de Nabokov o Lady Macbeth de Mtsensk de Leskov (por poner los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza), ya habría justificado mi paso por este mundo.

7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Mi último libro publicado fue una recopilación de cuentos que se titula Pampanitos verdes y actualmente estoy trabajando en una novela de la que prefiero no decir ni su nombre (corre uno por internet, pero no es el verdadero: un periodista me lo sacó en un momento de debilidad y, afortunadamente, entendió mal mis palabras). Me estoy dando cuenta de que sí tengo una manía: la de ser muy reacio a dar detalles sobre mis libros inacabados. 





Óscar Esquivias (Burgos, 1972) ha publicado en Ediciones del Viento los libros de cuentos La marca de Creta (Premio Setenil, 2008) y Pampanitos verdes (Premio Tormenta, 2010). También es autor de las novelas El suelo bendito (Premio Ateneo Joven de Sevilla, 2000), Jerjes conquista el mar (Premio Arte Joven, 2009) y la trilogía compuesta por Inquietud en el Paraíso (Premio de la Crítica de Castilla y León, 2005), La ciudad del Gran Rey (2006) y Viene la noche (2007). Junto al fotógrafo Asís G. Ayerbe ha editado La ciudad de plata (2008), En el secreto Alcázar (2008) y Secretos xxs (2008). La editorial Edelvives ha publicado sus novelas para jóvenes Huye de mí, rubio (2002), Mi hermano Étienne (2007) y Étienne el Traidor (2008).

La fotografía es de Asís G. Ayerbe

lunes, febrero 04, 2013

Enrique Vila-Matas - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Para dominar lo diverso y hacer inteligible el caos que agobia a la mente creativa. No sé qué haría si no tuviera un discurso. Seguramente me pasaría lo del abuelo de Barthes, de quien su nieto dice que “no tenía discurso” y por eso cada día adelantaba cinco minutos –de tanto que se aburría- la hora de su almuerzo.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Escribo todas las mañanas con intensidad salvaje, y luego también por las tardes, reduciendo el impulso. Ninguna manía, puedo escribir en cualquier circunstancia.


3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Ya se encargan de señalarlas quienes vienen leyéndome con regularidad. Yo prefiero no saber con exactitud cuáles son esas preocupaciones


4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

Vive y averigua quién eres.


5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Me dejo llevar después de haberlo planificado todo.


6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Quien me ha leído sabe que he creado un canon literario distinto del oficial. No soy  tanto el autor de una obra como el padre de una literatura.


7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

En octubre  2013 se publicará un libro de conversaciones con mi traductor francés, André Gabastou, libro que en Francia se publicó hace ya cuatro años. Será una versión ampliada y  tal vez entre nosotros se titule Escribir es dejar de ser escritor. Lo publicará Galaxia Gutenberg. Trabajo, por otra parte, a muy buen ritmo, en un libro del que no cuento nada ni a mis más íntimos amigos.



Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) es uno de los más destacados escritores del momento y está traducido a 32 idiomas. De su obra narrativa destacan La asesina ilustrada (Tusquets, 1977 y Lumen, 2005) Historia abreviada de la literatura portátil (Anagrama, 1985), Suicidios ejemplares (Anagrama, 1991), Hijos sin hijos (Anagrama, 1993), Lejos de Veracruz (Anagrama, 1995), El viaje vertical (Anagrama, 2000) Premio Rómulo Gallegos, Bartleby y compañía (Anagrama, 2001) Premio Ciudad de Barcelona, Prix du Meilleur Livre Étranger y Prix Fernando Aguirre-Libralire, El mal de Montano (Anagrama, 2002) Premio Herralde, Premio Nacional de la Crítica, Prix Médicis étranger, Premio Internazionale Ennio Flaiano, París no se acaba nunca (Anagrama, 2003), Doctor Pasavento (Anagrama, 2005) Premio Fundación Lara 2006, Premio de la Real Academia Española 2006, Exploradores del abismo (Anagrama, 2007) Premio Von Rezzori, Dietario voluble (Anagrama, 2008), Dublinesca (Seix Barral, 2010), Chet Baker piensa en su arte (Debolsillo, 2011), Aire de Dylan (2012). También es numerosa la lista de sus libros de ensayo, como El viajero más lento (Anagrama, 1992) que acaba de reeditarse con textos añadidos por Seix Barral con el título El viajero más lento-El arte de no terminar nada, El traje de los domingos (Huerga&Fierro, 1995)Para acabar con los números redondos (Pre-Textos, 1997), Desde la ciudad nerviosa (Alfaguara, 2000), Aunque no entendamos nada (J.C.Sáez editor, 2003), El viento ligero en Parma (Sexto Piso, México, 2004), Perder teorías (Seix Barral, 2010), etc. Ha obtenido un amplio reconocimiento internacional y ha recibido numerosos premios. Su obra se caracteriza por buscar la fusión perfecta entre el ensayo, la ficción y la biografía. 

viernes, febrero 01, 2013

Medardo Fraile - Cuestionario básico



1.- ¿Por qué escribes?

Habrá que preguntárselo al Altísimo.
No quiero extenderme pero, a los 8 años había leído ya El Criticón, de Gracián y algunos poemas de Antonio Machado (que, a los 10 años, fue mi profesor de Francés en primero de bachillerato). Un día escribí un poemilla sobre un pájaro “precioso” (los pájaros me han interesado toda la vida, hasta hoy mismo, y ellos bien lo saben cada mañana). Y en el colegio, le conté al maestro en verso lo que había hecho en unas vacaciones, que había que escribir en prosa. He escrito siempre y, a los 17 años, publicaba ya –y cobraba- las colaboraciones que me pedían en una revista.

2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?

Prefiero escribir por la tarde, en paz y con tiempo de sobra. En la mesa tiene que haber papeles y libros rodeándome; si en la mesa hubiera solo papel para escribir y un bolígrafo, me sentiría perdido. A mi derecha, hay siempre más de 30 bolígrafos negros y azules, pero también verdes y rojos, esperando su hora, y escribo siempre a mano en mitades de A4. Corrijo escribiendo, luego lo paso al ordenador y lo corrijo de nuevo, vuelvo a pasarlo al ordenador ya corregido y lo corrijo otra vez (cada vez menos), hasta que me parece incorregible.

3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?

Todo lo que nos concierne en la Tierra a los humanos. Lo extraterrestre, me suele importar poco y, en general, me aburre.

4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?

No dejar ni una palabra que no te convenza, aunque buscar otra te quite el sueño. Recordar que lo que tú escribes va a ir firmado con tu nombre.

5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?

Básicamente sé lo que voy a escribir pero, al escribirlo, no tengo ningún inconveniente en que la historia me guíe la mano, siempre que no se empeñe en divagar o contarme otra cosa.

6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?

Mis libros de cabecera ahora son los que voy leyendo de momento: la formidable biografía de Jerusalén, de Simon Sebag Montefiore, Rubicón, de Tom Holland, y un estupendo libro de Enrique Lafuente Ferrari, De Trajano a Picasso, editado en 1962.


7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.

Los libros que he publicado este año son A media página y la reedición de mi única novela, Laberinto de fortuna, y lo último que he escrito (lo terminé ayer) es un cuento titulado Sycamore Gardens, que formará parte de un nuevo libro de relatos, muy avanzado ya.





Medardo Fraile (Madrid, 1925)  pertenece al grupo de escritores denominado Generación del Medio Siglo, que incluye otros nombres esenciales de las letras hispanas del último siglo (Aldecoa, Martín Gaite, Matute, Sánchez Ferlosio...). Además de colaborar en infinidad de diarios y revistas, dentro y fuera de España, desde 1954 ha publicado cerca de cuarenta libros de diversos géneros, sobre todo de relatos, como Cuentos con algún amor (1954), A la luz cambian las cosas (1959), Cuentos de verdad (1964), Descubridor de nada y otros cuentos (1970), Ejemplario (1979), Contrasombras (1998), Los ladrones del paraíso (1999), Años de aprendizaje (2001), y Antes del futuro imperfecto (2010). También ha escrito teatro, fue autor y fundador de Arte Nuevo, primer teatro de ensayo de la posguerra. Su obra El hermano ha sido representada, radiada, televisada y publicada varias veces. En 2009 aparecieron sus memorias, tituladas El cuento de siempre acabar (Pre-Textos, 2009).  Su novela Autobiografía (1986) acaba de ser reeditada con el titulo Laberinto de fortuna (Menoscuarto, 2012). Es autor de estudios literarios, ensayo y artículos periodísticos, recogidos en libros como Samuel Ros (1904-1945): hacia una generación sin crítica (1972), La penúltima Inglaterra (1973), Entre paréntesis (1988), La familia irreal inglesa (1993), Documento Nacional (1997), La letra con sangre: estudios literarios (2001), Entradas de cine (2008) y A media página (2012). Ha merecido importantes galardones, entre los que sobresale el Premio Nacional de la Crítica (1964) pero también ha sido Premio Sésamo (1956), Premio de La Estafeta Literaria (1970) y Hucha de Oro (1971). Entre los muchos reconocimientos que ha recibido, ha sido condecorado en varias ocasiones, la última con la Encomienda de Número de la Real Orden de Isabel la Católica.
Ochenta cuentos suyos han aparecido en antologías propias o colectivas en dieciocho países de Europa, Asia, África, Estados Unidos e Hispanoamérica. La más completa edición de sus cuentos completos se publicó con el título Escritura y verdad (Páginas de espuma, 2004), en edición de Ángel Zapata. Vive en Escocia y es catedrático emérito de la Universidad de Strathclyde (Glasgow).