¿Puede un
escritor dejar de escribir? Recientemente Philip Roth e Imre Kertesz han
anunciado que abandonan la
escritura. Uno porque afirma haber perdido la inspiración y
el otro por considerar que ya no tiene nada más que decir. ¿Es posible dejar de
escribir de un modo consciente? ¿Puede un escritor jubilarse? ¿El escritor
puede considerar que tiene una especie de misión y, además, es capaz de saber
cuándo debe darla por realizada?
Enrique Vila-Matas,
en su libro Bartleby y compañía, cuenta
muchísimos casos de escritores que han dejado de escribir, pero yo me pregunto
si el escritor es capaz de tomar conscientemente esa decisión. Estoy seguro de
que J. D. Salinger ha debido dejar muchos escritos inéditos, no concibo otra
posibilidad. Yo creo que escribir es una necesidad, una pulsión que forma parte
del escritor y que no puede reprimirse. Luis Landero, en una entrevista
publicada en el último número de la revista Qué
Leer dice: “escribir es mi vida y si yo no escribiera me
hubiera tirado por el balcón”.
Hay varios casos
de escritores que afirmaron que dejaban de escribir y luego tuvieron que
rectificar. Caballero Bonald, por ejemplo, que llegó a decir algo tan rotundo
como que se había acabado su literatura e incluso su vida, tuvo que admitir que
había recuperado las ganas porque, claro, “
¿qué haces si te viene un poema?” Fernando
Vallejo confiesa que es “la única promesa que ha incumplido en su vida”.
Eduardo Mendoza ha llegado a anunciar nada menos que el fin de la novela,
aunque él sigue practicando el género. Y Lucía Etxebarría también afirmó
oficialmente que no volvería a publicar libros en una temporada muy larga, como
protesta por el fenómeno de las descargas ilegales en internet: “
No me apetece pasarme tres años trabajando como una negra para esto”, dijo.
Como ya he
dicho, no estoy seguro de que un autor pueda decidir abandonar una tarea, la
literatura, que de entrada no sabe por qué practica y, en caso de buscar una razón,
termina admitiendo, por regla general, que se trata de una necesidad, de una
forma de explicarse la vida.
Supongo que, en
algunos casos, hay un intento de llamar la atención, de promocionarse incluso,
detrás de una afirmación de este tipo. En otros, en el caso de autores como
Roth, solo puedo ver una forma de escapar a la presión mediática, a las
exigencias de un público que espera siempre la misma calidad y la misma
frescura y que se indigna si esas expectativas no son cumplidas.