jueves, noviembre 24, 2011

La enfermedad del lado izquierdo


Esteban Gutiérrez Gómez es un escritor interesado principalmente en el género del relato. Imparte talleres literarios sobre el cuento y es asesor literario de la revista Al otro lado. Por otra parte, ha publicado tres novelas, El laberinto de Noé, El colibrí blanco, y ésta La enfermedad del lado izquierdo.

El protagonista de esta historia se enfrenta al desmoronamiento de su vida. Su mujer le denuncia por maltrato psicológico, apenas tiene contacto con sus hijos, su trabajo, pese a ser ascendido, carece de todo aliciente, el vacío que rodea su existencia amenaza con tragarlo y se manifiesta como una extraña enfermedad: Se le empieza a paralizar el lado izquierdo, el lado del cuerpo donde se aloja el corazón, órgano relacionado con la humanidad y la bondad. Comprende que debe huir de todo aquello que le agarrota, debe buscar su propia libertad, reconciliarse consigo mismo. Y esto lo hace en una casa en la sierra de Guadarrama, al pie de los Siete Picos, identificando el campo, la naturaleza, con lo más puro del ser humano. A partir de este momento, su vida comienza a reorganizarse y descubre nuevos significados respecto a la amistad y el amor.

En una historia de este tipo uno corre muchos riesgos, pero el autor los sortea gracias a la voz narradora, la voz del protagonista que, con dosis de humor, huye del tono solemne en que podría incurrir. Aún así, cierta influencia new age guía el recorrido vital del protagonista, esa huida capaz de reconciliarnos con nosotros mismos y alejarnos del encorsetamiento que nos impone una sociedad en la que uno parece que no puede detenerse ni a tomar aire, pues corre el riesgo de quedar rezagado.

El libro está narrado con un estilo dinámico, muy ágil, y se estructura en capítulos cortos enumerados de forma creciente hasta la mitad, y luego decreciente. Se lee de un tirón, con interés, y es de esos libros que se quedan dentro y nos invitan a reflexionar sobre las propias ataduras, sobre lo inamovible de ciertos convencionalismos.

Extracto:

Ella dijo, días después de la boda, que iba a tener dos hijos: uno en diciembre del año siguiente y otro, casi seguido, catorce meses después. Me quedé helado. Nunca habíamos hablado de ello. También dijo que se acabó fumar en la habitación (yo por entonces era un vicioso del tabaco), poner los pies con los zapatos de calle sobre las alfombras, tomar cañas con los amigos después del trabajo y, lo más importante, practicar sexo entre semana. Me mostró un calendario pintarrajeado en el que quedaban señalados los coitos anuales a los que tenía derecho, once en total. Siguió dictando reglas que tenía perfectamente escritas en un cuaderno de hule azul, y yo pensaba en qué era lo que había pasado, en que aquella mujer no era la misma que se sofocaba cada tarde en la parte de atrás del seiscientos susurrando placeres asquerosos en mis oídos. Fue entonces cuando decidí dejar de hablar.

2 comentarios:

Raúl dijo...

Pinta más o menos bien, Miguel, por lo que cuentas.

Juan Carlos dijo...

Eso es crueldad mental, o poco menos. Desde luego, la novela comienza con fuerza.