lunes, octubre 31, 2011

Reseña de Juan Herrezuelo

El escritor Juan Herrezuelo publica en su blog, "Los pasadizos del Loser", una reseña sobre mi libro "Los pequeños placeres".




jueves, octubre 27, 2011

"Los pequeños placeres" en Madrid






Imágenes de la presentación del libro "Los pequeños placeres" en Madrid, en la librería Tres Rosas Amarillas, donde estuvimos muy cómodos y con un agradable ambiente literario que agradezco enormemente a todos los que se pasaron por allí.

domingo, octubre 23, 2011

Presentación de "Los pequeños placeres" en Madrid


El miércoles, 26 de Octubre, a las 20:00 horas, presentaré el libro "Los pequeños placeres" en Madrid, en la librería Tres Rosas Amarillas, sita en la calle San Vicente Ferrer, 34.

Me acompañará Hilario J. Rodríguez.

Quedáis todos cordialmente invitados.

jueves, octubre 20, 2011

Presentación en Valencia



Mi agradecimiento a todos los familiares y amigos que me arroparon en la presentación del libro "Los pequeños placeres", y especialmente a Pepe Cervera, por sus amables palabras.

lunes, octubre 17, 2011

Presentación en Valencia


El miércoles, 19 de Octubre, a las 19:30 horas, presentaré el libro "Los pequeños placeres", en la Casa del Libro de Valencia, sita en Passeig Russafa, nº 11.

Contaré con la inestimable colaboración de Pepe Cervera.

Quedáis todos cordialmente invitados.

martes, octubre 11, 2011

HFS - Javier Marías


Javier Marías conversa con el escritor Juan Gabriel Vásquez. Se cumplen cuarenta años desde la publicación de su primera novela, “Los dominios del lobo”. Además, hace unos días cumplió sesenta años de edad; y afirma no haberlo aceptado aún.
Es la segunda vez que Marías acude al Hay Festival de Segovia y la expectación ahora, como entonces, es máxima. La cola en la entrada era interminable. El evento está abarrotado de gente y han tenido que añadir sillas.
Juan Gabriel Vásquez, excelente escritor colombiano que acaba de publicar un libro del que la crítica habla muy elogiosamente y con el que ha ganado el Premio de Novela Alfaguara 2011, y que además tiene un título magnífico, “El ruido de las cosas al caer”, inicia la charla preguntándole a Marías por los escenarios de sus novelas. Parece, le dice, que por fin se decide a situar a sus personajes en España.
Marías habla de la identidad y empieza una digresión recordando que hay cosas que permanecen con uno toda la vida. Una de ellas suele ser el nombre, aunque hay quien se lo cambia. De hecho, él se lo cambió, ya que se llamaba Xavier, con X, y esto siempre le traía problemas, tenía que puntualizarlo siempre y le resultó más práctico cambiarlo. Otra de las cosas que conforman la identidad es la memoria. Y la persona con el nombre y los recuerdos de Javier Marías, que recuerda perfectamente todo lo relacionado con la composición y publicación de su primer libro, siente perplejidad ante lo que se escribe de él, siente a veces que se trata de otra persona. Todavía no ha visto muchas de las cosas que sesudos críticos dicen ver en su obra.
Dice que escribió “Los dominios del lobo” con absoluta irresponsabilidad, para su propia diversión. Está ambientada en EE.UU. y es quizá la más cinematográfica de sus novelas. Él siempre ha dicho que empezó a escribir para leer más. Le gustaban los libros de aventuras. Y una de las primeras cosas que le reprocharon fue que por qué no hablaba de lo que conocía. Piensa que esto era porque entonces todavía prevalecía el realismo social que, en su opinión, ha hecho mucho daño a la literatura, pese a sus buenas intenciones, a sus velados mensajes políticos, a su deseo de luchar contra la dictadura, a su aspiración de concienciar a los lectores, pero que en realidad produjo, en opinión de Marías, obras poco elaboradas, simples y ramplonas. Durante mucho tiempo tuvo una reacción contra la generación anterior, contra el realismo social. Y no hablaba sobre lo que conocía, tal como se le reprochaba, porque no quería.

Juan Gabriel Vásquez le plantea que, por primera vez, el narrador de un libro suyo es una mujer. Y Marías cuenta que él fue el quinto niño de su familia, aunque uno murió y él siempre se ha recordado el cuarto, pero en realidad era el quinto y estaba previsto que debía ser una niña. De hecho, tenía elegido incluso el nombre, Constanza. Se trata de una anécdota divertida y juega con ella para justificar esa primera persona femenina de su último libro. No obstante, termina afirmando que no cree que en el fondo esa voz narrativa resulte muy diferente a la de sus otras novelas.


Para él escribir es un proceso lento. Al principio, incluso, muy lento. Escribe igual media página y luego no escribe nada en semanas o meses. En este caso, el de su último libro, “Los enamoramientos”, le costó mucho. Se debe tener en cuenta que su trilogía “Tu rostro mañana” le ha supuesto mucho esfuerzo. Ha estado mucho tiempo en un mismo mundo, con unos mismos personajes, así que lo primero que sintió al emprender este nuevo proyecto fue una sensación de extrañeza.
Aprovecha entonces Juan Gabriel Vásquez para plantearle si ese fue el motivo por el que se trajo personajes de otros libros. Javier Marías dice que no, que eso de traer personajes de otras novelas ya lo había hecho en otras ocasiones. Y este asunto desemboca en su “manía” de sacar al profesor Francisco Rico en varios de sus libros. Y parece que el origen de este asunto se encuentra en la novela “Corazón tan blanco”, donde lo sacó encarnado en el personaje del profesor Villalobos. En ese momento, el propio Francisco Rico le dijo que si lo volvía a sacar en alguno de sus libros, que lo hiciera con su propio nombre. Y esto es algo que se ha convertido ya en una especie de marca de fábrica.

Finalmente, habla la presencia del mal en su último libro, de la capacidad del ser humano para hacer daño. Dice que la idea inicial fue platear la historia de una mujer que se quedara, a sabiendas, con quien ha causado su desdicha. Esta idea, como suele ocurrir, quedó prácticamente fuera de la novela en el resultado final.
Le plantea entonces Gabriel Vásquez que mucho de lo que pasa en sus novelas, no ocurre realmente sino que pasa en la cabeza de sus narradores. Son especulaciones a las que puede dedicar, como ocurre en este último libro, hasta trece páginas. Y Marías responde que se trata de una cuestión técnica (tal vez aburrida para el público, puntualiza) que tiene que ver con su elección personal de narrar en primera persona. La primera persona, explica, tiene ventajas e inconvenientes, y uno de los principales inconvenientes es que el narrador tiene siempre que justificar lo que sabe. Por ese motivo, para intentar sortear esa dificultad, utiliza esas escenas imaginarias o especulativas.

La charla llega a su fin y todos, incluído Marías, nos asombramos de lo rápido que ha pasado el tiempo. Termina puntualizando su idea de que la novela no es una forma de conocimiento, sino de reconocimiento. “Hay cosas que uno reconoce y descubre a la vez cuando las ve reflejadas en una novela”.

domingo, octubre 09, 2011

Félix Romeo


Recuerdo que leí la reseña de un libro titulado “Gloriosos fracasos”, de Paul Collins, y el reseñista (que me perdone, pero no recuerdo ahora su nombre) decía que le había recomendado la lectura de ese libro Félix Romeo, un hombre que lo leía absolutamente todo.


Compré más de un libro recomendado por el propio Félix Romeo. “Fui hija de supervivientes del holocausto”, por ejemplo. Y leía con interés sus textos en el ABC cultural, textos en los que dejaba bien patente su voracidad lectora, su curiosidad sin límites, su entusiasmo contagioso cuando encontraba un buen libro.
Yo no le conocía personalmente. Tengo aquí ahora mismo sus tres libros: “Dibujos animados”, “Discotheque” y “Amarillo”, un libro intenso sobre el suicidio de su amigo Chusé Izuel. También tengo el libro del propio Chusé Izuel, “Todo sigue tranquilo”, editado póstumamente por Ediciones Libertarias, gracias al empeño de Bizén Ibarra y Félix Romeo, sus amigos.




Vi a Félix Romeo en varias ocasiones: En el Festival Hay de Segovia presentando a Mario Vargas Llosa o charlando con David Trueba o con Javier Cercas o con Jesús Ferrero y Edgardo Cozarinsky. La última vez que le vi fue en el Festival Eñe del año pasado, charlando con gran complicidad y admiración mutuos con el escritor Javier Tomeo. Cuando le preguntaron a Tomeo cuántos libros había escrito contestó: “Eso lo sabe mejor Félix que yo”.



La noticia de su muerte sorprende como un mazazo. Tenía 43 años y ha muerto de un infarto, una muerte repentina, inesperada.
Quienes seguimos de un modo u otro esta especie de droga que es la literatura sentimos que hemos perdido una voz importante.
Dicen que ha dejado un libro inédito.

jueves, octubre 06, 2011

HFS - El oficio de escribir


Tres escritoras, desconocidas para mí hasta entonces, charlaron distendidamente sobre el oficio de escribir y, por tanto, sobre ellas mismas y su relación con la literatura. Se trataba de Gail Jones, australiana, Tiffany Murray, británica, y Kishwar Desai, escritora india residente en Reino Unido, todas ellas galardonadas con importantes premios, que estuvieron moderadas por la periodista de The Telegraph Gaby Wood. Cada una de ellas expuso sus preferencias, su experiencia y sus opiniones sobre el oficio de escribir.
En primer lugar hablaron de sus influencias. Mientras Desai identificaba las novelas del oeste de su hermano como una de sus más tempranas influencias, Gail Jones afirmaba haber crecido en un lugar sin bibliotecas y reconocía al cine como su mayor y más temprana influencia. De hecho, le interesa mucho la diferencia entre la imagen y la palabra, incluso empezó como pintora antes que como escritora. Tiffany Murray reconocía, por su parte, a la música como una importante influencia para ella.
Kishwar Desai empezó siendo periodista. Llegó a la escritura por medio de ensayos y artículos. Su primer libro fue una biografía sobre dos estrellas de cine indios. Su primera novela la escribió porque estaba enfadada y tenía una necesidad de volcar de algún modo un sentimiento de indignación.
Gaby Wood les plantea si piensan en el destino de la novela cuando se ponen a escribir, si piensan en el lector.
Tiffany Murray dice que tiende a no pensar en el lector. Le resulta difícil cuantificar los efectos que quiere o puede producir con sus escritos. A menudo, los festivales y los grupos de lectura descubren matices que le sorprenden.
Kishwar Desai dice que pretende comprometerse con un personaje que tenga un propósito y encuentra difícil concebir sus novelas desde el punto de vista del lector. Afirma que los personajes cobran vida cuando empiezas a escribir. Se van desarrollando y adquiriendo sus propias voces, de modo que deben ser fieles a sí mismos y esto determina la trama en ocasiones. Cree que hay algo inconsciente en el proceso de escritura, algo intuitivo que destila incluso la documentación que haya podido reunir. Hay que pensar en el público en el sentido de que hay libros que van dirigidos a niños o a amantes de un determinado género, pero a partir de ahí la historia es la que manda.
Gail Jones cree que tener un programa es la muerte de la novela. Tiene una formación académica, pero procura olvidarse de ella cuando escribe. Ella cree que existe algo así como una economía del regalo, un beneficio añadido, momentos que nos conmueven y que descubrimos gracias a nuestros lectores. Hay efectos que van más allá de las intenciones iniciales y que han surgido de un modo inconsciente y misterioso. Ella piensa que hay algo metafísico, una especie de misterio espontáneo en la estructura de un libro que, en cierto modo, determina la evolución de la historia.


Tiffany Murray dice que suele empezar con una imagen, un lugar, y desde ahí avanza. Y es misterioso el mecanismo de este proceso. A veces hay que romper la rutina. Cuestiones que te están planteando un problema pueden resolverse al cambiar radicalmente de ambiente. En un concierto al que asistió en Chicago, por ejemplo, se le ocurrieron cosas determinantes para el libro en el que estaba trabajando.
Kishwar Desai confiesa riendo que ella se fija plazos artificiales y le funciona. Se dice: “tengo que terminar este libro antes de cumplir los cincuenta” y entonces empieza a ser resolutiva y deja de darle vueltas a ciertas cuestiones que la estaban bloqueando. Para ella escribir ficción fue una liberación en contraposición con el periodismo, donde te podían poner un pleito por tu forma de plantear un reportaje. La ficción le permitía saltarse las normas y, además, como ya existía el realismo mágico cuando empezó a escribir, sus personajes podían hasta volar.

Los libros de Tiffany Murray suelen tener un trasfondo histórico y estar narrados en tercera persona. Se da cuenta que todas sus novelas se centran en casas, casas en las que hay secretos. Para ella el lugar es muy importante.
A Gail Jones, por su parte, le interesan especialmente las experiencias interculturales. Su último libro se centra en cuatro personas que proceden de lugares muy diferentes. Se basa en ese modelo de confrontación de identidades culturales.
Kishwar Desai cuenta que su primera novela trataba sobre un crimen horrible. Un trabajador social empieza a investigar este suceso y se encuentra con otra cosa verdaderamente espantosa, algo que ha estado ocurriendo en la India durante años, el infanticidio, el asesinato de niñas, que ha estado produciéndose en la India, y también en China, durante años, hasta el punto de que se puede hablar de un auténtico genocidio. Treinta millones de niñas han sido asesinadas en India y es algo que se tiene que denunciar. Existe una preferencia por los varones, es algo cultural que no se resuelve cuando las familias emigran, ya que suelen llevar su cultura consigo. Dice que se da el caso de poblaciones en los que no se ha registrado nunca el nacimiento de una niña. Es terrible el problema y sintió la necesidad de escribir sobre ello. No como un reportaje, sino desde la ficción, ya que de este modo consigue que el lector se involucre más en lo que se está contando. La ficción tiene una fuerza emocional mayor que la no ficción.


También se planteó la cuestión de la deuda que se tiene con otros escritores. Se puede decir, incluso, que todos los libros son secuelas.
Gail Jones está de acuerdo con que somos lo que leemos y, al escribir, honramos en la medida de nuestras posibilidades a nuestras lecturas. Es parte de la esencia del escritor.
Tiffany Murray dice que incluso establece una lista de lecturas cuando se enfrenta a una novela. Libros que quiere leer y que la hacen no sentirse tan sola en su proceso creativo.

En el turno de preguntas del público se planteó la cuestión de si existe una literatura femenina. Rápidamente, Kishwar Desai, que es la más expresiva de las tres, afirma que sí, en el sentido de que ella reacciona ante un sentimiento de injusticia hacia la mujer. Por su parte, Gail Jones duda en su respuesta. No se trata de una militancia ni un compromiso, pero, obviamente, en su trabajo influye su experiencia, y se trata de su experiencia como mujer. Tiffany Murray cree que es el mercado el que hace divisiones, piensa que es una cuestión de marketing. En su opinión, sólo existe la ficción literaria, en sentido amplio, sin compartimentos.

La charla llega a su fin. Ha resultado muy interesante, pero no deja de parecerme curiosa la presencia de estas tres escritoras, desconocidas en nuestro país, en este festival. De hecho tan sólo la novela “La memoria de la luz”, de Gail Jones, está publicada en España.

domingo, octubre 02, 2011

HFS - Janne Teller


Janne Teller es una escritora danesa, autora del libro titulado “Nada”, con el que ha causado no poco revuelo. Ha provocado un fuerte debate que ella, al principio, no entendía. Se llegó a decir que el libro incitaba a los niños al suicidio.
Janne Teller es una mujer alta y delgada. Va vestida de negro. Su tono de voz es suave. Ella dice que es importante plantearse las grandes cuestiones como qué hacemos aquí o cuál es el sentido de la vida a una edad joven, porque luego ya es tarde para ello. Luego uno ya ha hecho sus elecciones fundamentales y ya no le interesa reflexionar sobre estas cosas.

Lee las primeras páginas del libro.
“Nada” cuenta la historia de un niño de catorce años que piensa que no vale la pena hacer nada, puesto que nada tiene sentido. Sus amigos y compañeros se proponen hacerle ver que está equivocado y están dispuestos a encontrar algo que sí tenga sentido. Al principio se plantea como un juego pero, poco a poco, el asunto se va complicando. Cada vez cuesta más renunciar a las cosas que le llevan al protagonista. Una niña le entrega sus papeles de adopción, porque son realmente importantes. Otro lleva una bandera. Otro un crucifijo, Otro una alfombra para rezar... Se van convirtiendo en una especie de fanáticos de la búsqueda del sentido de la vida.
Se ha dicho que se trata de un libro pesimista, con una gran carga de violencia. Un libro nihilista y sin esperanza.

Teller insiste en que el libro plantea una búsqueda y que la violencia tan sólo es un elemento que subyace en ella. Es un resultado de dicho planteamiento, pero en modo alguno era el objetivo del libro.

El título confunde a los lectores porque les induce a pensar que ella quiere decir que, en verdad, la vida no importa nada. Pero Teller niega esta conclusión categóricamente. Para ella el título representa precisamente lo contrario, se trata del temor, de la amenaza, del abismo que es preciso llenar. Por otra parte, no podemos sacar conclusiones, no podemos responder si hay Dios, tan sólo sabemos que es fantástico estar vivos. Sólo sabemos que estamos aquí y ahora y eso está bien.  


Para ella escribir es un medio para intentar aprender. Adora la escritura porque puedes crear un universo y ponerte en el lugar de los demás.

Piensa que si los protagonistas fueran adultos, la historia perdería fuerza. No obstante, el libro está siendo leído tanto por jóvenes como por mayores. Además, la narradora en realidad está contando la historia siendo una mujer de más o menos veintiún años.

Marian Hens, la entrevistadora, insiste en el pesimismo que transmite la historia y se pregunta si se ajusta este libro a nuestro mundo actual.

Janne Teller es contundente: Sí. Los jóvenes se identifican con lo que cuenta. Hoy en día se atrae nuestra atención en tantas direcciones, se nos proporciona tanta información de usar y tirar, que falta tiempo para la reflexión. Estamos en una sociedad cada vez más veloz y competitiva.

Ella cree que no hay una única juventud. Hay muchos grupos diferentes. Las redes sociales no significan necesariamente una alienación. Pueden ser utilizadas de muchas maneras. Unos las usan para hacer una revolución, otros aspiran a conseguir una fama gratuita. Se mueven en el mundo que nosotros hemos creado y buscan su sitio según los patrones que les enseñamos.

Por otra parte, hay en nuestra cultura un excesivo proteccionismo que es contraproducente. Ella cree que, en general, en Escandinavia son menos protectores con la infancia. Por eso no pensó que su historia pudiese resultar escandalosa o despertar el debate que ha provocado en muchos sitios.

El libro lo escribió hace diez u once años, pero ha sido en los últimos años cuando el número de lectores ha aumentado de forma significativa. Inicialmente, ella envió el manuscrito a su editorial y lo rechazaron. Un tiempo después, de forma inesperada, otra editorial se puso en contacto con ella para decirle que habían leído el manuscrito y que les había gustado y que estaban dispuestos a publicarlo. Ahí empezó su aventura.