lunes, junio 28, 2010

Elefantiasis



Editores Policarbonados acaba de publicar un libro de relatos de Raúl Ariza titulado “Elefantiasis”. Raúl Ariza ya lleva tiempo mostrando en su blog, “El alma difusa”, su particular mundo narrativo. Era cuestión de tiempo y de justicia que su trabajo apareciera en papel.

Tanto el título, como la portada, y la cita que lo encabeza, hacen referencia a David Merrick, el famoso hombre elefante a quien inmortalizó David Lynch en una película cuyo recuerdo nos trae, inevitablemente, aquel grito desgarrador con el que el citado Merrick proclamaba que él no era un animal, sino un hombre. Y eso es precisamente lo que encontramos en las páginas del libro de Ariza, seres humanos, tal vez con esa dosis de “anormalidad” que sin duda se puede encontrar en cualquier persona, seres egoístas, o infelices, o crueles, o empeñados en ocultar una realidad que no quieren admitir, empeñados en esconder su lado deforme, pero humanos a fin de cuentas. Todos padecemos cierta dosis de elefantiasis, parece decirnos el autor, y que ésta se manifieste sólo es cuestión de tiempo, o de que se den las circunstancias adecuadas.


Libro de sugerencias, de escenas que se centran en momentos cruciales que dejan entrever un conflicto más profundo, unos antecedentes que se nos escamotean pero cuyo peso resulta evidente. La capacidad de condensación que demuestra Ariza en este libro es uno de sus valores más estimables. Tras una anécdota mínima, un encuentro, un momento significativo, se adivina una historia más larga que crece en la mente del lector sin remedio. Historias que nos dejan con la mirada perdida, víctimas de una semilla que se desarrolla en nuestro interior y nos muestra todas sus posibilidades. Desencuentros, insatisfacción, tristeza, soledad, rutina... males de una sociedad que se torna opresiva, cruel y fría. La mirada de Raúl Ariza examina esas situaciones, las expone sin juzgar, sin sacar conclusiones, como un naturalista que analizara una nueva especie, como si entreabriera una puerta y se asomara por ella en el momento justo. Algunas historias se inspiran en la realidad, en situaciones cotidianas, rutinarias incluso, otras parecen evocar ciertas películas, no en vano es el autor un gran aficionado al cine. En cualquier caso, no son historias autocomplacientes, sino que pueden llegar a ser duras e incómodas en ocasiones. Un libro francamente recomendable.

“Elefantiasis” está ilustrado por Carmen Puchol, e incluye un prólogo escrito por Francisco Machuca, en el que analiza de un modo muy certero el mundo literario de Raúl Ariza.

Editores Policarbonados son una editorial que opera desde el margen y que apuesta por el relato y la novela corta principalmente. Su centro neurálgico se encuentra en la Librería La Clandestina de Madrid, desde cuya web se pueden conseguir sus libros sin problemas. En un artículo aparecido en la revista LEER Mariano Vega, el editor, dice: “nuestro sello tiene un primer objetivo: sacar gente nueva y que su primera experiencia sea positiva”. Un objetivo más que loable.

Tanto “Elefantiasis”, como el libro de Elena Casero, “Tribulaciones de un sicario”, del que también hablé en este blog, se presentan el viernes 2 de Julio en la Librería Primado de Valencia.

jueves, junio 24, 2010

Ellos y Ellas



Las relaciones entre el cine y la literatura adoptan las más dispares formas. No sólo hay películas que se nutren de obras literarias sino que podemos encontrar infinidad de libros que toman el cine como fuente de inspiración. Libros sobre ética o educación basados en una selección de películas, libros de cocina inspirados en el menú que aparece en una serie de filmes, reflexiones en torno a un director, incluso a una serie de televisión, o libros de relatos en torno al mundo del cine, a su historia o centrados en cualquier otro aspecto o género. A este último grupo pertenecería “Ellos y Ellas”, coordinado por Hilario J. Rodríguez, lujosamente editado por Calamar Ediciones, y en el que he tenido la suerte de participar. Un libro que repasa, de las más diversas formas, las relaciones entre directores y actrices a lo largo de la historia del cine.

Así lo presenta la editorial:
Muchos directores a lo largo de la historia del cine han mostrado un especial interés en las mujeres, a veces porque deseaban crear grandes personajes femeninos y otras porque simplemente les gustaban o les atraían o les resultaban enigmáticas. Jean Luc-Godard afirmaba al principio de su carrera que «para hacer una película no hacen falta más que una pistola y una mujer». Lo que no sabía es que con el tiempo la mujer sería quien empuñase la pistola.

En este libro se cuenta el extraño camino que recorrieron las mujeres desde los orígenes del cine hasta la actualidad, para empuñar la pistola ante las cámaras. O mejor, es una peculiar historia del cine, del feminismo y del siglo XX. También es un libro de relatos que se nutre de las relaciones que a veces se forjan entre directores y actrices, en las que no siempre es fácil trazar la frontera que divide el amor del odio.

Índice
• A modo de presentación - Hilario J. Rodríguez
• Yo, tú, él, ella - Hilario J. Rodríguez y Carlos Tejeda
• David Wark Griffith & Mary Pickford - Miguel Sanfeliu
• Charles Chaplin & Edna Purviance - Care Santos
• Clarence Brown & Greta Garbo - Óscar Esquivias
• Josef von Sternberg & Marlene Dietrich - Francesc Miralles
• George Cukor & Katharine Hepburn - José María Conget
• William Wyler & Bette Davis - Miguel Barrero
• Emilio Fernández & Dolores del Río - Nuria Vidal
• Orson Welles & Rita Hayworth - Tino Pertierra
• Roberto Rossellini & Ingrid Bergman - Román Raña
• Alfred Hitchcock & Las mujeres - Patricia Esteban Erlés
• Billy Wilder & Marilyn Monroe - Blanca Vázquez
• Federico Fellini & Giulietta Massina - Marta Sanz
• Roger Vadim & Brigitte Bardot - Ramón Lluís Bande
• John Casevettes & Gena Rowlands - Miguel Ángel Muñoz
• Ingmar Bergman & Liv Ullmann - Silvia Rins
• Michelangelo Antonioni & Monica Vitti - Celina López Seco
• Luis Buñuel & Catherine Deneuve - Luis Borrás
• Woody Allen & Mia Farrow - Marisa Frisa
• Claude Chabrol & Isabelle Huppert - Sergio Sastre
• Pedro Almodóvar & Carmen Maura - Jaime Priede
• A modo de epílogo - Iolanda Batallé

domingo, junio 20, 2010

José Saramago


Falleció José Saramago. Tenía 87 años. Su carrera literaria empezó tarde. Publicó algunos poemarios en su juventud, y una novela, “Tierra de pecado”, que no tuvo apenas repercusión. Trabajó como periodista, comentarista cultural, traductor, y doce años en una editorial, mientras seguía escribiendo. Tenía 55 años cuando publicó “Manual de pintura y caligrafía”, su primera obra importante. Su último libro, “Caín”, se publicó el año pasado. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1998.
En su discurso de recepción del Nobel explicó que se sentó a escribir el “Ensayo sobre la ceguera” para recordar a quien lo leyera que usamos perversamente la razón cuando humillamos la vida, que la dignidad del ser humano es insultada todos los días por los poderosos de nuestro mundo, que la mentira universal ocupó el lugar de las verdades plurales, que el hombre dejó de respetarse a sí mismo cuando perdió el respeto que debía a su semejante.
También en dicho discurso manifestó que las religiones nunca sirvieron para aproximar a los hombres.

“Memorial del Convento”, “El año de la muerte de Ricardo Reis”, “La caverna”, “Todos los nombres”, “La balsa de piedra” o “El Evangelio según Jesucristo”, el libro que motivó su autoexilio de Portugal, fijando su residencia en Lanzarote, son algunas de sus obras más importantes.
La literatura era para él una búsqueda. Busco encontrarme en páginas, en ideas, en reflexiones, reconocer que somos algo más que esto que se presenta como "realidad", ése sigue siendo el mayor deslumbramiento.

Su estilo se integra como un todo compacto. Los diálogos no están acotados y la historia fluye como un relato oral. Sus personajes y tramas tienen un aire alegórico que escarba en las dobleces del ser humano y en las grietas de la sociedad.
Sólo soy alguien que, al escribir, se limita a levantar una piedra y a poner la vista en lo que hay debajo. No es culpa mía si de vez en cuando me salen monstruos.

lunes, junio 14, 2010

Feria del Libro 2010

La Feria del Libro de Madrid terminó este domingo. Me fui allí el fin de semana, como tenía previsto. Llegué el viernes por la tarde y fui directamente a la librería Central del Museo Reina Sofía, pues allí se presentaba la antología “Siglo XXI, los nuevos nombres del cuento español actual”. Llegué tarde, pero a tiempo para apuntarme a tomar una cerveza con los autores que acudieron allí: Pepe Cervera, Oscar Esquivias, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Elvira Navarro, Juan Carlos Márquez, Ángel Zapata, Lara Moreno, Matías Candeira, Pilar Adón, Ernesto Calabuig, Berta Vías Mahou... y, por supuesto, Fernando Valls, a quien hasta ese momento sólo conocía por ser lector de su interesante blog “La nave de los locos”.


Feria con paraguas

El sábado, aunque amaneció lluvioso, acudí al retiro con mi mochila a la espalda y una lista de libros en el bolsillo. Encontré a Care Santos, que firmaba ejemplares de sus últimos libros, “Crypta” y “Bel, amor más allá de la muerte”, y me contó que al día siguiente se presentaba de una manera muy especial una antología sobre cuentos “beatles” editada por Páginas de Espuma con el titulo “22 escarabajos”.

Care Santos

En una de las casetas Juan Cruz firmaba sus memorias, tituladas “Egos revueltos”. Se mostró muy amable y accesible. Me preguntó de dónde era y le conté que de niño viví en la calle Méndez Núñez de Santa Cruz de Tenerife. Él también es tinerfeño y me dijo que conocía muy bien aquella calle. Estuvo muy afectuoso.

Juan Cruz


También compré “La noche sucks”, el último libro de Blanca Riestra del que me han hablado de forma muy elogiosa.

Blanca Riestra

El día fue bastante raro. Creo que nunca había estado en la Feria del Libro en un día lluvioso como el del sábado. Esto hizo que hubiera menos gente de lo esperable. A mediodía me acerqué a la Casa del Libro y regresé a la Feria por la tarde. En ese intervalo compré un pequeño paraguas, por lo que no es de extrañar que el resto de la tarde, pese a persistir el día gris y nublado, no cayera ni una gota.

Tarde nublada

Estuve paseando arriba y abajo. Multitud de autores firmando sus obras. José María Guelbenzu firmaba su último libro, “El amor verdadero”, del que se dice que cierra un ciclo de novelas que inició en 1968 con “El mercurio”. Muchos críticos coinciden en señalarlo como el mejor libro de Guelbenzu.


Cartel anunciando la firma de J. M Guelbenzu

También estaban por allí Belén Gopegui, firmando “Deseo de ser punk”; Luis Mateo Díez, firmando “El animal piadoso”; Andrés Trapiello, su libro “Las armas y las letras”; Elvira Lindo, Clara Sánchez, Fernando Marías, Carlos Salem, María Tena, Manuel Rivas, Benjamín Prado... Y yo recorría las casetas, curioseaba los libros, incansable. Asombrado, por ejemplo, de la cantidad de gente que esperaba un autógrafo de la escritora Cassandra Clare, autora de “Cazadores de sombras”. La novela fantástica tiene un enorme tirón, en especial entre la gente joven. Uno de los acontecimientos literarios que se anunciaban en una caseta era una nueva entrega de la escritora Stephanie Meyers, un libro titulado “La segunda vida de Bree Tanner”.


Andrés Trapiello

No faltaron los escritores de best sellers, como Ildefonso Falcones, Julia Navarro, Matilde Asensi o Javier Vázquez Figueroa, que firmaba su último libro, titulado “Garoé”. También estuvo en la Feria una autora que está siendo un auténtico fenómeno literario con su primera novela, “El tiempo entre costuras”, María Dueñas. Y otro autor que al parecer también está siendo muy vendido, Mathías Malzieu con su libro “La mecánica del corazón”.

Alberto Vázquez Figueroa

Este año tuve la suerte de encontrarme con gente que he conocido a través de internet, como Carolina Molina, que firmaba su novela “Guardianes de la Alhambra”, o Juan Jacinto Muñoz Rengel, que firmaba su impactante libro de relatos “De mecánica y alquimia”, o el propio Fernando Valls, que firmaba otra antología de relatos titulada “Velas al viento”, editada por Cuadernos del Vigía.
Y este año la editorial Traspiés estaba presente en una de las casetas. El sábado firmaba Ana Ayuso su libro “Donde sueñan los tigres”.

Ana Ayuso


El domingo decidí que no podía perderme la presentación de la antología “22 escarabajos”, que tenía lugar en el pabellón Carmen Martín Gaite. Allí, los escritores Andrés Neuman, Mario Cuenca Sandoval, Fernando Iwasaki y Care Santos nos ofrecieron un repertorio de canciones de los Beatles. Y debo decir que salieron más que airosos del empeño. La gente les coreó dando palmas y, en definitiva, fue un acto muy simpático y original.

Care Santos, Andrés Neuman, Mario Cuenca Sandoval y Fernando Iwasaki en concierto

Ese mismo día, a las 21:30, en la librería Tres Rosas Amarillas, se entregaron los premios Tormenta, pero me resultó imposible asistir.

Los premiados este año han sido: Andrés Neuman, en la categoría de mejor libro en castellano, con “El viajero del siglo”; Elvira Navarro, en la categoría de mejor nuevo autor, con “La ciudad feliz”; y John Ashbery, en la categoría de mejor libro traducido, con el poemario “Un país mundano”.

Un fin de semana del que regresé satisfecho aunque, como dice mi amiga Graciela, con la cartera temblando.

viernes, junio 04, 2010

La reunión

Mientras se anudaba la corbata se le ocurrió un dato que podría resultarle útil para el cuento que estaba escribiendo. Se puso nervioso y el nudo comenzó a resistirse. Decidió dejar la corbata para luego y correr a su escritorio y anotar la idea que le rondaba la cabeza antes de que se le olvidase. Su mujer le dijo: “Vas a llegar tarde a la reunión”. Él levantó la mano pidiendo un poco de paciencia. Su mujer fue quien finalmente le anudó la corbata.
Llegó al lugar de la reunión un poco ajustado de tiempo. Los demás ya estaban allí, pero todavía no se habían sentado a la mesa. Se sintió un poco extraño cuando se encontró con ellos. No entendía por qué no había eludido acudir a esa reunión de exalumnos. Ver a sus antiguos compañeros de clase con veinticinco años más, algunos mucho más gordos, casi todos mucho más calvos, fue algo que le hizo sentir incómodo. No todos estaban allí, apenas serían unos quince.
Se sentaron a cenar y pidieron bebida en abundancia. Levantaron la copa varias veces, brindaron por esto y por lo otro. Recordaron anécdotas de clase, travesuras, antiguos profesores... También se enteraron de la muerte de al menos tres compañeros. Y hablaron de sus trabajos y sus familias, de las metas alcanzadas, de los estudios terminados o abandonados. Todos parecían satisfechos, felices con el reencuentro.
En un momento dado, alguien le preguntó: “Por cierto, ¿sigues escribiendo?” Y él intentó dibujar una sonrisa que se quedó a medio camino, se encogió ligeramente de hombros y respondió: “No, ya no”. Y cambió rápidamente de tema, recordando al profesor de literatura que les leía novelas en clase, y al de latín, cuando le escondieron un pájaro en el cajón de su mesa, y a tantos otros.