lunes, octubre 26, 2009

HFS - Zena El Khalil


No conocía de nada a Zena El Khalil. La única referencia que tenía de ella era la nota que venía en el programa del festival y que explicaba que se trataba de una mujer que en 2006 escribía un blog en el que ofrecía “al mundo su visión particular de la guerra en el Líbano”.

En el escenario de Caja Segovia encontré a una muchacha joven, de una naturalidad pasmosa y una sonrisa amable y permanente. Mantuvo una charla muy interesante con el periodista Guillermo Altares en la que habló de su amiga Maya, su mejor amiga, cuya muerte, a causa de un cáncer, fue el detonante principal del libro “Beirut, I love you”. La muerte de su amiga y la experiencia de la guerra la sumieron en una depresión. Y en ese estado sintió el impulso de escribir sobre lo que le rodeaba, sobre las experiencias personales e íntimas a las que se enfrentaba la gente normal. No se planteó describir la realidad como una periodista sino como una ciudadana.

Cuenta que en el Líbano hay muchos niveles de locura. Allí la vida no es normal, ya que la agresión año tras año tiene sus efectos y la gente tiene que amoldarse a la situación. La gente se empeña en seguir saliendo para encontrarse con sus amigos. Se vive cada día como si fuera el último, pues se es consciente de que la vida puede terminar en cualquier momento.
Cuenta que la ciudad está dividida en dos partes, una musulmana y otra cristiana. Ella sabe que la interpretación de lo que ocurre es diferente según el lugar del Líbano en el que se vive. En este libro ha tratado de plasmar su propia visión, hablando de lo que a ella le interesa. Ha querido documentar esa época bajo su propia experiencia y en ese sentido su libro es un testimonio de su época y de su generación.
Habla sin borrar la sonrisa de su rostro, una sonrisa de amabilidad, diría que también de resignación. Uno se hace idea, escuchándola, de lo duro que debe ser vivir en esas condiciones, de lo que se estrechan los lazos entre las personas cuando se encuentran compartiendo una situación de tal magnitud. Habla del bombardeo de 2006, cuyo nivel de destrucción fue totalmente inaceptable. Barrios enteros fueron arrasados. Cuando se decretó un alto el fuego, los bombardeos se intensificaron antes de que entrara en vigor. Se utilizaron bombas racimo, que son ilegales. La situación fue tremenda. El auditorio parece contener la respiración, escuchándola con atención.



Habla también de la situación de la mujer. La mujer puede votar, pero sus derechos cívicos son cuestionables. Si una mujer se casa con un extranjero, sus hijos no pueden ser libaneses, por ejemplo. Confía, con humildad, que su libro pueda suponer una oportunidad para otras mujeres que quieran emprender proyectos, hacer cosas.

Líbano es una mezcla de personas y religiones que hacen lo que pueden por convivir. Conviven mujeres con minifalda y mujeres con velo. Sus mejores amigos son de religiones distintas. Se respetan sin cuestionarse.
Pero el país es un lugar inestable mientras no se solucione el conflicto con Israel. Sin alzar la voz, sin perder la sonrisa y el tono pausado de su discurso, expresa que todo el mundo tiene derecho a vivir en su casa en un lugar seguro, tanto los palestinos como los israelíes, y clama por una convivencia pacífica. Bromea diciendo que necesitarían que la zona fuese invadida por marcianos para que llegaran por fin a sentirse unidos.

Zena cuenta que en Líbano las ideas se expresan con mucha claridad. Dice que hay mucha información. Tienen diecisiete periódicos locales y cincuenta canales de televisión. Sólo se censura lo que tiene que ver con la seguridad nacional y la pornografía. Ella nació en 1976, así que es de la generación que ha crecido con la televisión.

Dado que en su libro se habla de temas personales, de preocupaciones vitales, de un modo muy abierto, admite que sí le preocupa un poco lo que pudiera pasar si se tradujese al árabe. Por encima de todo, ella quiere llevar una vida normal.
Cuenta que su madre enfermó cuando leyó el libro y que su padre quiso leerlo. Entonces su madre le escondía el libro a su padre. Y él volvía a comprarlo y ella volvía a esconderlo. Afirma que su padre llegó a comprar seis veces el libro hasta que consiguió leerlo en un avión y la llamó para decirle que le había decepcionado, no por lo que ella temía, sino porque decía que lo nombraba poco, que apenas salía en el libro.


Después de la charla, durante la firma de libros, los volúmenes de “Beirut, I love you” se agotaron. Creo que ha sido la primera vez que ha ocurrido algo así.

miércoles, octubre 21, 2009

HFS – Antony Beevor – Russian Red


Antony Beevor es uno de los más importantes historiadores de la actualidad. Es autor de libros sobre la guerra civil española, sobre la batalla de Stalingrado, sobre la caída de Berlín, sobre la batalla de Creta… Su libro sobre Vasily Grossman, “Un escritor en guerra” me lo han recomendado encarecidamente. Lo último que se ha publicado de él se titula “El día D. La batalla de Normandía”.

Al ir a escucharle, pensé que nos hablaría de su método de trabajo, de los problemas con los que se encuentra un historiador a la hora de documentarse, de si considera necesario visitar los sitios sobre los que se habla o es suficiente con lo que uno puede encontrar en una biblioteca, de su experiencia literaria en suma.

Sin embargo, no fue así. Beevor es un hombre alto, de presencia imponente y voz clara. Entró en el escenario de San Juan de los Caballeros y se colocó en el atril. Sin preámbulos, comenzó a desplegar un relato sobre ciertos aspectos relacionados con el desembarco de Normandía. No nos iba a hablar de su metodología de trabajo, nos la iba a mostrar. Así que comentó aspectos desconocidos de la invasión, nos llevó de un país a otro, analizó decisiones y comportamientos, habló de muertes francesas por los bombardeos aliados, de los distintos modelos de batallas, de los adiestramientos, de actos de cobardía, de indisciplina aliada frente a disciplina germana, de propaganda nazi, de represiones contra los colaboracionistas… Y nosotros seguíamos su relato, envueltos de pronto en el fragor de los combates, viajando en el tiempo.



Su tono de voz, su modulación, el ritmo de lo que iba contando, daba una idea de su capacidad narrativa. Sin embargo, la historia pasada por la voz de la traductora simultánea perdía buena parte de su encanto. En momentos así es cuando lamento no saber inglés.

Más tarde, nos esperaba otro acontecimiento en el Teatro Juan Bravo: el concierto de Russian Red. Abarrotado. Nos sentamos en la parte más alta. Diez de la noche. Sentados en la oscuridad nos dejamos arrastrar por la melodiosa voz de Lourdes Hernández, vestida como si fuera una muñeca de porcelana.


viernes, octubre 16, 2009

HFS – Monica Ali

Monica Ali fue entrevistada por David Trueba a propósito de su último libro, titulado “En la cocina”. Ali es británica, de origen pakistaní, y, según nos cuenta, le interesa el modo en que se integran las diferentes culturas, el fenómeno de la inmigración. En su novela presenta el microcosmos del interior de la cocina de un restaurante cuyo dueño, y protagonista de la historia, se llama Gabriel.

Monica Ali dice que le interesa mucho el mundo de la cocina. Para este libro, tuvo que entrevistar a mucha gente. En una cocina hay una gran presión. En cierto modo, es una metáfora de la ciudad. Bromea con Trueba, parece que la charla va a ser distendida y amigable. Ella ríe al recordar que por la mañana tuvo una rueda de prensa en un restaurante segoviano en el que terminó friendo pimientos.


Ante algunas preguntas suele hacer pausas. “A ver cómo te contesto”. Dice que sus proyectos literarios siempre empiezan por un personaje que parece susurrarle al oído. Su voz se va amplificando y se ve obligada a escribir para aliviar esa locura. El personaje, en este caso, va un poco a la deriva, en un entorno multicultural. Sus propios compromisos personales se están desmoronando. Y, de pronto, aparece un cadáver en el sótano de la cocina. Y empiezan a aparecer elementos, problemas, que le obligan a autoexaminarse, cuestionarse quién es. Tiene una crisis de identidad.

Explica la autora que la literatura le permite explorar el terreno sin tener las respuestas previamente. Se plantea la literatura como una búsqueda.
En este caso habla de la inmigración. En Gran Bretaña ha habido un enorme cambio. Antes la inmigración estaba relacionada con las colonias británicas, pero ahora ya se ven rusos, somalíes, filipinos… Una gran dispersión. El protagonista de su libro, "En la cocina", en un principio es ignorante de estos mundos diferentes que confluyen a su alrededor.

Monica Ali empezó a escribir porque era insomne. Y escribía sobre aquellos asuntos que le preocupaban. Piensa que la función de la ficción es descubrir la verdad. Una novela no es solo una novela. Hablan del caso de Salman Rushdie. Ali cree que hay un problema de falta de compromiso y recuerda que Vargas Llosa dijo que los escritores son perezosos, no se comprometen con los grandes problemas y se preocupan más por vender libros que por hablar del poder y de otros temas importantes. Y eso lo retomó Nélida Piñón en la prensa, mostrándose de acuerdo con el escritor peruano. Sin embargo, Ali cree que la novela puede conseguir a veces lo que no se puede conseguir por otros medios. La ficción tiene también un papel fundamental porque descubre la verdad, la pone de manifiesto de un modo emotivo. Trueba se muestra de acuerdo en esto, recalcando que la ficción nos permite entender la mente de otras personas.



Trueba le pregunta si ella manipula la realidad para tratar de restablecer un orden, si pretende replantear los problemas de siempre, enfocarlos desde otro punto de vista o tan sólo plantearlos para que sea el lector quien los resuelva a su manera. Ella contesta que escribe porque la arrastran los personajes. Le interesa que el texto sea ameno. Sus intereses se derivan de quién es y de cómo ha sido educada. Ha escrito tres libros y los tres son muy diferentes entre sí, aunque hay una serie de temas como el desarraigo, la identidad, el desplazamiento, que siempre aparecen en sus escritos de una forma u otra.



Monica Ali se mostró en todo momento muy cercana. Habló también de su infancia, de su familia, que tuvo que abandonar su país por la guerra civil, y de su padre, que estuvo en un campo de refugiados. En algún momento, Trueba intentó llevar la conversación a temas políticos, pero ella argumentó que si pudiera resolver esa clase de problemas no estaría ahí en ese momento, sino en las Naciones Unidas.

Reconoció por último ser ecléctica en cuanto a sus lecturas y llegó a admitir que le gustaban los libros de Dan Brown y Stephanie Meyers. Por último, citó a Orwell; “un escritor debe escribir siempre con la puerta cerrada”, es decir, sin atender a quienes pretenden decirle lo que puede o no puede decir.

Dos notas





El premio Planeta ha sido ganado por Ángeles Caso, con una novela titulada "Contra el viento". El finalista ha sido Emilio Calderón con su novela "La bailarina y el inglés".






En el blog "La tormenta en un vaso", aparece mi reseña sobre el libro de memorias de Medardo Fraile, acompañada por una entrevista al autor. Les invito a leerlo.



Casi todos los premios de entonces se los llevaba un poeta mediano de Cuenca, hombre simpático y bullanguero, que se llamaba Federico Muelas. No paraba de publicar libros de versos y, por fin, tal vez consciente de su mediocridad o ejerciendo la vanidad al revés, tituló uno de ellos “Apenas esto”. Cuando Concha (Lagos) le enseñó el libro a (Antonio) Gala y él leyó el título, exclamó:
—¡Exagera!
“El cuento de siempre acabar”, Medardo Fraile. Editorial Pre-Textos

jueves, octubre 08, 2009

HFS - Ana María Matute


Llegó acompañada de Ángeles Caso. Vestía de blanco y se apoyaba en una muleta. Pronto mostró su excelente humor y su extraordinaria lucidez y sentido común.
No se considera una intelectual, tan sólo pretende ser “auténtica”. Le molestan los simuladores, los engolados que creen saberlo todo y afirman sus opiniones con rotundidad. Ella siempre duda. No cree que uno, por el mero hecho de ser escritor, lo sepa todo.
Ella forma parte de un grupo de escritores realistas. Sin embargo, sus últimos libros pertenecen al terreno de la fantasía. Explica que siempre quiso escribir fantasía, desde la infancia. Habla con mucho cariño de su novela “Olvidado Rey Gudú”, sin duda el libro que siempre quiso escribir. Lo empezó antes de su periodo de depresión. Una depresión que duró diecinueve años. Luego, gracias a Carmen Balcells, lo terminó. Le costó tres años de escritura, con diecinueve años por medio. Su último libro publicado también es fantástico y se titula “El paraíso inhabitado”. Pero se nota su debilidad por “Olvidado Rey Gudú”. Se emociona cuando habla de ese libro y rememora sus personajes. Reconoce que es el libro que más le gusta, el que siempre quiso escribir. Admite que creció con esa historia. Sin embargo, reconoce que nunca se escribe la obra que quieres escribir, siempre se queda uno un peldaño por debajo de lo que pretendía.
“¿Echa de menos algo de los años pasados, Ana María?”, pregunta Ángeles Caso.
“No. Yo echo de menos los tiempos futuros”.
En su opinión el mundo ha progresado mucho en lo material, pero retrocede en lo espiritual. A los jóvenes se les educa con una absoluta falta de ética. Parece que lo único importante es la fama, el dinero, sacar provecho propio. “O eso me parece a mí, aunque puedo estar equivocada”.
“¿Hacer las cosas bien tiene sus frutos, su recompensa?”
“No, qué va, para qué te voy a mentir.”
Habla de su matrimonio. Desgrana recuerdos íntimos, muy personales. Y todos los asistentes la escuchamos en silencio. Nos cuenta que se casó enamorada, pero que fue una ilusa y se llevó una gran decepción con su marido. Era un sinvergüenza, dice. Intentó aguantar a su lado, hasta que pensó que era un ser humano y que tenía derecho a ser feliz, y entonces se separó. Esto, en aquella época, fue motivo para que le quitaran a su hijo, que tenía ocho años. Dice que es lo peor que le ha ocurrido. Gracias a su suegra podía verlo los sábados, pero cada vez que tenía que despedirse del niño, lloraba amargamente. Esa situación duró tres años.
Pero también ha habido cosas buenas en su vida, cuenta. Conoció un hombre maravilloso con el que vivió veintiocho años muy felices. De hecho, ella siempre habla de su marido el malo y su marido el bueno.
“Todo le sirve a un escritor, quizá lo malo más”. Explica que uno puede escuchar una frase en un supermercado, por casualidad, y esa frase se queda en su cabeza, y ahí, en esa frase, resulta que hay un libro. Es un proceso mágico, como una especie de revelación. “Escribir es vivir, con esfuerzo, con esperanza y con gloria”. Dice que si no hubiera sido escritora, se habría muerto hace mucho tiempo. No concibe la vida sin escribir.



Escribe con ordenador, pero corrige a mano, con lápices de colores. Cuenta que antes dibujaba a sus personajes. De hecho, hay un libro publicado con dibujos suyos.
Ana María Matute empezó a publicar con dieciocho años. Joven y mujer en una época con pocas escritoras. Costaba un enorme esfuerzo abrirse paso. A su familia le disgustó que ella quisiera dedicarse a escribir, sobre todo a su madre. Ahora está en la Real Academia de la Lengua. Son cuatro mujeres. Aún son pocas.
“¿Puedo preguntarte cuántos años tienes?”
“¡Ochenta y cuatro tacos! Después de los setenta, ¿qué importa decirlo?”
Los libros electrónicos no le dan miedo, le dan pena por quienes pierdan la sensación de tener un libro en sus manos, el olor, el tacto… Y le parece peligroso que eso pueda suponer resumir a los clásicos, lo cual es una aberración.
Le preguntan qué está leyendo ahora, pero dice que no está leyendo nada porque cuando está escribiendo procura no leer. Ángeles Caso se asombra. Vaya exclusiva, dice. Le pregunta sobre qué trata su nuevo libro, pero ella dice que tan sólo está ronroneando la idea y que no puede contar nada aún.
Le preguntan también por sus autores preferidos, pero tampoco quiere contestar a eso porque dice que no hay una corporación más sensitiva que la de los escritores. Si no les nombras, te miran con desprecio. “Son un pelín vanidosos”.
La charla termina con Ángeles Caso deseando que Ana María Matute sea la próxima escritora que reciba el premio Cervantes. Hasta el momento, tan sólo dos veces ha sido otorgado a mujeres.

Premio Nobel de Literatura 2009


La escritora alemana de origen rumano Herta Müller ha sido galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2009. Es la decimosegunda mujer que lo consigue y el décimo escritor alemán que recibe este gran reconocimiento.
Esta mujer se ha impuesto a nombres muy conocidos, como Philip Roth, Joyce Carol Oates, Mario Vargas Llosa, Amos Oz o Assia Djebar. En esa lista que se va anunciando desde hace semanas, y en la que los escritores se van clasificando como si se encontraran en una carrera, resulta que Herta Müller saltó del puesto cincuenta al cuarto, en muy poco tiempo, tal como contaba el blog Moleskine.

En España esta escritora ha sido editada por Siruela.

domingo, octubre 04, 2009

HFS - Isabel Fonseca y M. J. Hyland


De Isabel Fonseca sabía que era la mujer de Martin Amis y que acababa de editar dos libros en Anagrama: la novela “Vínculo” y el ensayo “Enterradme de pie”. De M. J. Hyland no sabía nada en absoluto. Ambas estaban moderadas por la periodista cultural Charlotte Higgins. Cada una de ellas leyó un fragmento de su último libro antes de comenzar la charla. Hyland desde la silla, Fonseca en el atril porque dijo que ahí tenía mejor iluminación.

M. J. Hyland se sentó en el centro, con una pierna encima de la silla, y lo primero que hizo fue sacar una foto al público porque dijo que coleccionaba “fotos de públicos”. Nos hizo sonreír, nos sorprendió. Un poco más tarde preguntó cuántos de los presentes la habían leído y sólo tres personas levantaron la mano, ante lo cual exclamó: “¡Bueno, nunca es tarde para empezar!” Dijo que siempre había querido ser escritora. “Nunca he tenido pandillas, he tenido libros”. Durante un tiempo se dedicó a la abogacía, pero aseguró que era una abogado horrible. “Si hubiera sido médico, estaría rodeada de cadáveres”.
Charlotte Higgins supo impulsar la charla entre estas dos mujeres de un modo muy ameno y sin robarles protagonismo.


Sobre la escritura, Isabel Fonseca cree que es algo que uno no escoge, es la escritura la que te escoge a ti, algo que sucede, sin más, sin remedio. Cree que tiene que ver con cierta angustia. Su libro sobre los gitanos, “Enterradme de pie”, y quizá el ensayo en general, tiene que ver con una angustia de tipo público o político, mientras que la ficción surge de una angustia más personal, íntima.
La protagonista de “Vínculo” es una mujer de mediana edad que también es víctima de una sensación de angustia, de una ansiedad relacionada con el envejecimiento. Le interesan esos momentos de cambio en los que uno ha de asumir ciertas cosas.
M. J. Hyland afirma moverse también por un territorio afín, pues también le interesan los cambios en las personas, aunque en su caso hablaría más de una idea de renovación. Sus personajes son personas que quieren cambiar casi todos los aspectos de su vida, reinventarse de nuevo. En cierto modo, es una idea relacionada con la tragedia, pues le interesa la gente normal que tiene problemas, que se siente desubicada.
Sus libros tienen mucho diálogo y le preguntan si ha pensado alguna vez en escribir teatro, pero ella responde que se siente más libre en la novela, tiene menos límites. La novela le permite meterse en la mente del personaje, que el narrador mienta y el lector sepa que está mintiendo.

La mayor dificultad al enfrentarse a su primera novela ha sido, para Fonseca, avanzar ante las múltiples posibilidades que se van abriendo en la trama, elegir uno de los diferentes caminos que se van encontrando. Su personaje, al principio, se encuentra en un momento en que empieza a descuidarse, a perder el interés por lo que le rodea. Entonces, resulta que alguien la encuentra atractiva y esto cambia algo en su interior. Es una novela sobre cómo nos vemos, sobre cómo nos ven. Y esto es muy interesante. La literatura te permite escribir desde la perspectiva de otro, entrar en otras pieles, vivir otras vidas.
Hyland se muestra de acuerdo con esto. Dice que viene a ser como si miraras por primera vez. Enfrentarse al entorno desde otro punto de vista.

M. J. Hyland

La charla se muestra muy animada y fluye con rapidez. Fonseca ha pasado de ser editora a ser escritora, y dice que ha aprendido a escribir en el suplemento literario del Times. Es muy cuidadosa con las descripciones. Hyland también afirma que una de las cosas más importantes para ella es la veracidad. Su última novela ha tardado tres años en escribirla y afirma que ha sido un camino tortuoso. Fonseca dice que no es capaz de definir cuánto le ha costado escribir el libro. Dice que eso depende de cuándo se empiece a contar. Piensa que tal vez este libro ha tardado en escribirlo toda su vida.

Hyland sigue contando, con humor, lo que piensa de la literatura, del oficio. Explica que en la primera versión que escribió de su novela le salió todo mal. Dice también que sus protagonistas suelen ser hombres porque le parecen más simples. Se ríe. Es una broma, en realidad siempre le ha parecido una bobada la diferencia entre hombres y mujeres. Dice que el hecho de que sus protagonistas sean hombres es algo que viene derivado de la idea que va a desarrollar. Pero Fonseca no está de acuerdo con ella. A ella sí le interesa la diferencia que existe entre hombres y mujeres a la hora de interpretar el entorno. Sí cree que existen diferentes formas de mirar. Pero Hyland insiste en que le parece absurdo que las cosas a las que se dedica más tiempo sean aquellas sobre las que no tenemos capacidad de decisión, como el sexo, la raza, la nacionalidad…

Isabel Fonseca
El caso es que M. J. Hyland me sorprendió. Se mostró muy divertida y sus planteamientos me parecieron interesantes. Pensé que podría comprar alguno de sus libros a la salida del acto, pero sólo tenían su última novela en inglés: “This is how”. Más tarde encontré dos títulos suyos que habían sido traducidos y editados por Roca Editorial: “Llévame contigo” y “Mi familia perfecta”. El primero de ellos ya se encuentra en mi poder.