lunes, septiembre 28, 2009

Hay Festival Segovia 2009


Un año más, estuve en el Hay Festival de Segovia. Sábado completo y domingo por la mañana. El festival había empezado varios días antes, el jueves 24 de Septiembre, y por allí habían pasado Álvaro Pombo, Claudio Magris, Yasmina Khadra, Gabriela Adamesteanu, el pianista Philip Glass o la viuda del escritor Guillermo Cabrera Infante entre otros. La elección de los eventos a los que acudiría fue difícil. Finalmente seleccioné los siguientes actos:

M. J. Hyland e Isabel Fonseca en conversación con Charlotte Higgins
Ana María Matute en conversación con Ángeles Caso
Monica Ali en conversación con David Trueba
Antony Beevor
Russian Red en concierto
Zena el Khalil en conversación con Guillermo Altares
Martin Amis en conversación con Peter Florence

Y tuve que renunciar a asistir a las charlas con Luis Mateo Díez, Luis Goytisolo, que parece estar bien situado en las listas de los posibles candidatos al premio Nobel de este año, e Isabel Coixet. Ay, qué quieren que les diga, más lo siento yo…



Este año no fui solo al Festival. Me acompañó Hilario J. Rodríguez, que ha sido una compañía de auténtico lujo. Por cierto, está a punto de aparecer en las librerías su último libro, “El otro mundo” (Ediciones del Viento), que recomiendo vivamente: una novela espléndida que tuve la suerte de leer antes de que se publicase.

Me sigue sorprendiendo el escaso, casi nulo, seguimiento de la prensa a este evento. Los periódicos locales, como “El adelantado” o “El Norte de Castilla”, sí que dedican varias páginas a los diferentes actos, por supuesto, pero no he visto nada en los principales diarios de tirada nacional.
La organización es impecable. Los horarios se cumplen con exactitud. Tan sólo siguen produciéndose atascos a la salida del Salón de Actos de Caja Segovia,
Este año todos los eventos han estado abarrotados de gente, llenos completos, con una importante presencia de público inglés. También me ha llamado la atención no haber visto a ningún escritor español entre los asistentes. Tampoco me encontré con la habitual presencia del fotógrafo Daniel Mordzinski.
Al llegar a Segovia pude comprobar que por fin habían terminado las molestas obras que durante dos años afearon el entorno. Me dirigí sin perder tiempo a la oficina de Información y Turismo situada junto al Acueducto, donde recogí el sobre con las entradas que había comprado por internet.



De allí nos dirigimos a la Iglesia de San Juan de los Caballeros, donde a las 13:30 comenzaría la primera charla a la que íbamos a asistir.

domingo, septiembre 20, 2009

Revista Batarro

Una de las mejores revistas literarias que se editan en nuestro país es, sin ninguna duda, Batarro.
Aunque sus autores la llaman revista literaria, tiene formato de libro y cada número que sacan es un completo monográfico dedicado a un tema, autor o género determinado. No tiene una periodicidad concreta, ni una buena distribución, todo hay que decirlo, pero desde luego vale la pena seguirle la pista. Cada nueva entrega debería anunciarse a bombo y platillo.
El monográfico que le dedicaron a Medardo Fraile, titulado “Palabra en el tiempo”, es un libro que ofrece una completa visión de la trayectoria literaria y humana del escritor, con una entrevista, relatos, semblanzas, críticas, fotografías…

El último número que han editado está dedicado al “Microrrelato en Andalucía”, y reúne a treinta y un escritores que ofrecen una completa y diversa muestra de lo que puede dar de sí un género tan difícil e impactante como el microrrelato.
Los autores incluidos están relacionados con Andalucía, bien por haber nacido o bien por residir allí.
Me encanta encontrar el nombre de algunos amigos como Francisco Ortiz, Mónica Gutiérrez Sancho o Miguel Ángel Muñoz.
Y autores cuyas trayectorias sigo con interés como Ángel Olgoso, José Manuel Benítez Ariza, Manuel Moyano, Salvador Gutiérrez Solís, Luis Manuel Ruiz, Javier Puche, Mario Cuenca Sandoval, Lara Moreno, Antonia Moreno Cañete o Cristina García Morales.
Y nombres que no necesitan presentación, como Manuel Talens, Felipe Benítez Reyes, Guillermo Busutil, Hipólito G. Navarro, Fernando Iwasaki o Vicente Luis Mora.
Y otros escritores igualmente interesantes cuya obra yo desconocía, como Pedro Felipe Sánchez Granados, Fernando de Villena, Antonio Ortega Fernández, Manuel Moya, José Cruz Cabrerizo, José Alberto García Avilés, Reinaldo Jiménez, Javier Mijé, Francisco Silvera, Ubaldo Rodríguez, Marcos Gualda o Pablo García Casado.

Pedro M. Domene, responsable de esta edición, agradece en el prólogo la colaboración de dos nombres de referencia en este difícil género: José María Merino y Fernando Valls. Y cuenta además que hubo quien declinó la invitación a participar, lo que explica la ausencia de algunos autores que uno esperaría ver por aquí.

El género del microrrelato resulta bastante escurridizo y cada uno se enfrenta a él de una forma distinta y muy personal. Unos dan prioridad a la forma y otros al contenido. Unos incluyen textos de pocas líneas y otros se extienden un par de páginas. Es por tanto una muy buena idea que se incluya una poética a modo de presentación, en la que cada uno aclara qué es para él un microrrelato. Así, desde Manuel Talens, que escribe: Para mí un microrrelato es cualquier historia una vez reducida a la más breve expresión verbal y que, sin embargo, aún conserva todo su sentido; hasta Cristina García Morales, que opta por una explicación más creativa: Los cuentos son ovulaciones inesperadas de la imaginación. Cuando la violan nacen las novelas. Todo un sinfín de formas de enfrentarse al género, de entenderlo, de explicarlo, explorarlo y practicarlo. Francisco Ortiz opta por la paradoja: El microrrelato no existe. Pero yo lo cultivo. Detesto el microrrelato. Pero yo escribo textos que no van más allá de una página. Intentos por acotar un género que se resiste a las definiciones categóricas. Mónica Gutiérrez lo compara a un buen perfume, de los de antaño. Pablo García dice que su estructura se acomoda mejor que cualquier otra a las situaciones de tensión. Miguel Ángel Muñoz lo quiere diferenciar del chiste o la paradoja, y lo hace jugando con la idea de aprovechar los recursos naturales, por lo que cree que el microcuentista debe estirarse un poquito, indagar en el posible relato más allá del párrafo ingenioso o presuntamente poético. Javier Mijé elabora todo un “Decálogo del cuentista mínimo”. Y Salvador Gutiérrez Solís escribe: Si fuera coherente y respetuoso con el género, me deberían bastar un par de renglones para explicar mi definición del microcuento. Diversidad de puntos de vista, de concepciones estéticas, de intereses temáticos. Un volumen muy completo, con textos realmente impactantes, con interesantes muestras de un género cuya contundencia es innegable.

Si no encuentran la revista, la pueden pedir en la siguiente dirección:
Revista Batarro
Apartado 172
04600 Huercal-Overa. Almería

Y también por correo electrónico: pdm@cajamar.es

domingo, septiembre 13, 2009

El bloqueo del escritor

Escribe Paul Bowles en “Memorias de un nómada”: El placer consistía en inventar un nuevo problema y dar con la forma de resolverlo. El problema que me planteaba no era distinto al que describía Raymond Roussel en “Comment j’ai écrit certains de mes livres”. Digamos que empezaba con cuatro fragmentos distintos (anécdotas, citas o simples frases fuera de contexto) tomados de distintas fuentes y que incluían una serie de personajes completamente diferentes. La tarea consistía en inventar una trama narrativa de conexión que lograra que los cuatro elementos originales sustentaran por igual la obra resultante.

Es algo que siempre me ha parecido un buen ejercicio para intentar salir de un periodo de bloqueo, aunque en verdad no sé si da resultado.
Creo que todo escritor ha experimentado alguna vez un periodo de bloqueo, una época en la que parece que no se le ocurre nada. Se sienta ante el ordenador y las ideas no vienen, y se entretiene haciendo esto o aquello, pero no avanza en la redacción de ningún texto. Es una sensación angustiosa que genera una insoportable ansiedad.

Victoria Nelson escribió un libro muy interesante titulado “Sobre el bloqueo del escritor” (Ediciones Península). Y me parece una buena terapia recurrir a sus páginas de vez en cuando. El libro se inicia con una cita de Kafka: 7 de junio. Mal día. Hoy no he escrito nada. Mañana no tendré tiempo. Imagino que todo aquel que desea escribir se hace una idea de la angustia contenida en esa frase: mañana no tendré tiempo. De hecho, el motivo principal del bloqueo es la autoexigencia. A veces, uno se impone una meta demasiado ambiciosa y el cuerpo se frena, avisa. Tal vez nos hemos propuesto escribir una obra maestra, perfecta, compleja, pero la primera frase no se presenta. O quizá hemos reservado dos días para escribir todos los textos que tenemos pendientes, en la cabeza, y cuando llega el momento, ninguno parece materializarse. Y la incapacidad de abordar el trabajo autoimpuesto crea más ansiedad y, por consiguiente, menos concentración.

La autora escribe:
El tiempo elegido para escribir es una decisión muy personal. Pero el cuerpo y las emociones se rebelan, a menudo, contra cualquier trabajo forzado.
(…)
¿Qué pasa si está decidido a escribir a pesar de llevar una vida abrumadoramente ocupada? Algunos —muy pocos— asumen la responsabilidad de la distribución de su tiempo de la siguiente manera: «Debo atenerme a este programa porque otras vidas dependen de que me gane el sueldo, pero, a pesar de los pesares, arañaré una hora o dos cada día para mí, porque quiero escribir». Esta decisión requiere sacrificio, aguante, y un tipo especial de coraje para mantener felices tanto al adulto como al niño. Representa un giro crucial en el que surge un pequeño número de escritores en ciernes de entre las filas de quienes se limitan a desear escribir.
(…)
Calentarse significa aprender de nuevo a jugar como un niño y es una actividad que consta de los siguientes pasos fáciles. En primer lugar, permítase no hacer nada hasta sentir una urgencia profunda y genuina de escribir algo concreto. A continuación, escriba sólo lo que quiera escribir. Escriba donde y cuando desee hacerlo. Escriba tanto o tan poco como le apetezca. Cuando se canse de escribir, déjelo.


Pero no creo que sea una tarea fácil. No es una meta cómoda.
Hay tantas cosas por hacer: libros por leer, textos por terminar, ideas por desarrollar…
Ay, mañana no tendré tiempo…

domingo, septiembre 06, 2009

Regreso

Mis vacaciones son un poco raras este año. Periodos cortos de inactividad y días de trabajo. No sé si he conseguido “desconectar”, pero lo he intentado.
Hice algunas cosas. Pocas. Leí. Escribí algo, también. Pasé mucho calor, por supuesto.

Pueden leer un relato mío en la revista Spejismos: Aquí.

Me pregunto si es posible que me cruzara con el actor Viggo Mortensen por la calle Barquillo de Madrid.
En Valencia se celebró el Gran Premio de Fórmula 1. La ciudad patas arriba durante unos días.


Pasé unos días en Asturias.




Es una recomendable excursión acercarse a Moraira y visitar la placa dedicada al escritor de novela negra Chester Himes, que pasó sus últimos años en este idílico rincón alicantino.


Y se murió Willy DeVille.