domingo, mayo 25, 2008

Augusto Monterroso y Liu Hsia

Augusto Monterroso falleció en México el 8 de febrero de 2003, víctima de un fallo cardíaco. No necesita presentación. Uno de los escritores más interesantes que puede uno encontrar, ejemplo de concisión y elegancia, autor de piezas ya clásicas, de relatos que han sido traducidos y antologados hasta la saciedad, como “Mr. Taylor” o “Primera dama” (sí, también “El dinosaurio”, sí), relatos que pueden quedarse en la mente de quien los lee por mucho tiempo, quizá para siempre, como me pasó a mí con “Leopoldo (sus trabajos)”, cuando lo leí en la vieja edición de Alianza Editorial que todavía conservo, siempre a mano. Autor también de la novela, “Lo demás es silencio”, del libro autobiográfico "Los buscadores de oro", y de numerosos artículos.

Recientemente, su viuda, Bárbara Jacobs, ha donado a la Universidad de Oviedo, la biblioteca y documentos personales del autor, lo cual es todo un acontecimiento. Unos 14.000 volúmenes cuya clasificación necesitará, se estima, unos dos años. (Más información)
El mismo día de la muerte de Monterroso, la escritora taiwanesa Liu Hsia, conocida por su seudónimo Hsing Lin Tzu, murió tras haber sido herida por su criada indonesia que padecía problemas mentales. Hsing Lin Tzu era autora de una treintena de obras que abarcan la novela, el relato, la biografía y el reportaje, así como múltiples artículos. Obtuvo un premio nacional de arte y literatura en 1982. Sufría artritis reumática desde los 12 años, por lo que debía usar una silla de ruedas. Era asesora presidencial y creadora de la Fundación de Acción Social Edén.

La muerte de Monterroso, como no podía ser de otra manera, ocupó al menos cuatro páginas en los periódicos; la de Hsing Lin Tzu, o Liu Hsia, una necrológica de unas pocas líneas, y en algunos periódicos ni siquiera eso.

Sin embargo, desde ese día, he buscado información sobre esta escritora, no me pregunten por qué. Tal vez quiero pensar que el hecho de que muriera el mismo día que Monterroso debe significar algo. Pero lo cierto es que poco hay en la red sobre Liu Hsia. Artículos de breves líneas que repiten los mismos datos escasos. Murió a los 61 años de edad. La sirvienta que la asesinó era indonesia, tenía 32 años y se llamaba Vinarsih. Se desconoce el motivo de la agresión.

El artículo más extenso que he encontrado se encuentra en taipeitimes.com.
Y poco más. Una desconocida para el mundo occidental. Supongo que no será así en ese internet paralelo de caracteres chinos que nos resulta tan inaccesible y cuya actividad es superior a la nuestra. De hecho, el blog más visitado del mundo es el de la china Xu Jinglei, actriz y directora, que contabilizó el año pasado más de 100 millones de visitas.

Me pregunto si allí alguien comentó la coincidencia, el modo en que esta escritora y el maestro guatemalteco quedaron unidos por la fecha de su muerte.

El caso es que si algún día se traduce un libro de esta escritora, saldré corriendo a comprarlo, para comprobar si los caprichos del destino encierran algún secreto. Y supongo que poca gente entenderá de dónde nace mi interés por esta escritora. Son cosas que normalmente uno no le cuenta a nadie. Ustedes, sin embargo, ya lo saben.




Foto de Monterroso en la página de editorial Alfaguara.
Foto de Liu Hsia obtenida en
taiwaninfo.nat.gov.tw.

lunes, mayo 19, 2008

Jack, el oso

La adolescencia es una cantera inagotable de historias, no sólo para el cine, sino para la ficción en general. Y esto es así por cuestiones elementales, ya que se trata de un periodo de aprendizaje, de cambios importantes, el momento en que uno abandona el mundo de la niñez, con toda la imaginería que éste conlleva, y se interna en el mundo de los adultos, con paso dubitativo pero inexorable. A este respecto, la película “Jack, el oso”, dirigida por Marshall Herskovitz en el año 1993, supone una aportación muy interesante y que pasó injustamente desapercibida.

John Leary (Danny DeVito) presenta en televisión un ciclo de películas de terror. Lo hace disfrazado de ser siniestro. John tiene dos hijos, Jack (Robert J. Steinmiller, jr.), de doce años y Dylan (Miko Hughes), de tres, de los que debe cuidar solo, ya que su mujer murió en un accidente de tráfico. Sin embargo, John es un hombre que quiere seguir siendo un niño, se siente bien entre niños y no tiene reparo en jugar con los muchachos del barrio que acuden a su casa, no para buscar a su hijo, sino para buscarle a él y pedirle que haga de monstruo. John siempre dice en este momento que los monstruos no existen, que sólo existen en los lugares más oscuros del corazón del ser humano, pero cuando parece que va a volver a su casa, simula una transformación y sale corriendo en pos de los pequeños.

Jack, el hijo mayor, por la noche, sin que nadie le vea, se escabulle hasta la habitación de su padre y allí ve películas de terror: “La mosca”, “La invasión de los ladrones de cuerpos”… Unos monstruos que agitan sus noches, aunque no tanto como lo harán los monstruos de verdad, los que irá descubriendo a su alrededor. El mal, encarnado en la figura de su vecino Norman Strick (Gary Sinise), agitará su mundo.

Es la voz en off de Jack la que nos irá narrando los acontecimientos, consiguiendo un efecto de cercanía en el espectador. Todo lo iremos viendo a través de sus ojos. El despertar a un mundo desconocido, lleno de nuevas sensaciones, como el amor, representado en su compañera de clase Karen Morris (una jovencísima Reese Witherspoon). Nos presentará a sus vecinos y sus extravagancias y nos recordará algunos de los acontecimientos que ha vivido el barrio, como el partido de béisbol que los une en un improvisado desfile. Jack es, también, quien tiene que asumir las responsabilidades que su padre descuida. Las aventuras infantiles, con espadas e investigaciones, irán transformándose en aventuras más crueles y duras. Sin embargo, lo que prevalecerá por encima de todo, es el amor que se tienen unos a otros.

La exploración que lleva a cabo “Jack el oso” es, sobre todo, interior, anímica, centrada en los sentimientos, en las debilidades y fisuras del ser humano. No nos encontramos ante una película que centra el paso a la edad adulta exclusivamente en relaciones sexuales o, más extremo aún, en experiencias delictivas o peligrosas incursiones con drogas, al estilo de películas como “Kids” (Larry Clark) o “Thirteen” (Catherine Hardwicke), sino en una historia que nos habla del mal, de nuestra responsabilidad con nuestros hijos, de los peligros que se encierran en nuestros semejantes, en fanáticos que pueden residir en la casa de enfrente, de los lazos afectivos que se establecen en una familia y del dolor y la angustia que nos invaden cuando las circunstancias nos sobrepasan.

Danny DeVito realiza una interpretación muy compleja, que oscila entre la diversión y la amargura con eficacia. También los niños componen unos personajes que nos conmueven. El titulo proviene de la canción que su madre le cantaba a Jack cuando era pequeño. En cierto modo, la muerte de la madre representa el fin de la niñez para Jack. La película se basa en un libro de Dan McCall, basado en sus propias experiencias.
Se trata pues de la historia de una transformación por la que todos pasamos. Cuando empezamos a mirar el mundo de otra manera, cuando tomamos conciencia de que hemos de adoptar un sitio en ese mundo y todo lo que hasta ese momento habíamos creído que era inamovible, se desmorona sin remedio.
Este texto fue publicado en la revista "Versión Original", en el número 150 dedicado a la adolescencia.

martes, mayo 13, 2008

Dos Años

Este blog cumple dos años. El tiempo pasa deprisa. El aniversario es un buen momento para hacer una especie de balance, para tomar aliento.
Es evidente que el blog sólo me ha proporcionado alegrías, de modo que la experiencia es más que positiva. Creo que he conseguido crear un espacio personal, en el que voy plasmando todo aquello que me interesa. Yo jamás he escrito un diario, aunque lo intenté alguna vez, pero a través del blog voy hablando de mí.
Como decía Piglia, uno encuentra su vida en los textos que lee, los interioriza, los hace suyos y les aporta su visión personal. Lo mismo se puede decir del autor de un blog, quien va uniendo temas que, en principio, no tienen nada que ver entre sí, o episodios personales, momentos concretos que pueden verse de pronto fusionados en nuestra experiencia. Y así, los textos, los posts, van creando a su vez una nueva narración.

Pero, sobre todo, el blog tiene sentido gracias a sus lectores. Y algunos llevan conmigo desde el principio de la aventura. Se establecen relaciones estrechas, te sientes amigo de gente a la que no has visto nunca y, tal vez, nunca llegues a ver. Otros, ya hemos tenido la suerte de ponernos cara, de estrecharnos la mano, señal de que la aventura avanza.

También es cierto que el blog acaba devorando tu tiempo. Es absorbente y uno termina escribiendo casi exclusivamente para él, lo cual, para alguien que aspira a escribir también otras cosas, puede convertirse en un pequeño problema. Supongo que muchos de los que empezaron la aventura al mismo tiempo que yo, más o menos, se enfrentarán ahora con los mismos problemas, los mismos dilemas.

No obstante, la experiencia es positiva y sigo adelante, expectante ante lo que pueda encontrar en el camino, agradecido por lo ánimos y el apoyo de todos los que me leéis. Gracias, amigos, por estar ahí.

miércoles, mayo 07, 2008

Hugo Claus y Sylvia Kristel

El pasado mes de Marzo falleció el escritor Hugo Claus. Debo reconocer que no es un autor al que haya seguido, aunque se trata de un autor belga de importancia indiscutible. Tengo un libro suyo por alguna parte: “El asombro”, aunque no lo he leído. Me temo que los libros no leídos de mi biblioteca son ya demasiados. Hugo Claus fue provocador, duro, de opiniones contundentes y afilado sentido del humor, candidato al premio Nóbel en varias ocasiones; su obra abarca no sólo la novela, sino también poesía, pintura, teatro, cine…
Incluso su muerte se presta a la polémica, pues solicitó la eutanasia y, de este modo, él mismo determinó el momento de su final, tal como se explicó en la nota oficial que se mandó a la prensa por su editorial, en nombre de la familia. La eutanasia es legal en Bélgica. Claus padecía la enfemedad de Alzheimer.

En una entrevista publicada por “El Mundo” , en el año 2000, firmada por Paula Izquierdo, encuentro las siguientes declaraciones:

Si miramos desde muy cerca las cosas resultan mucho más sorprendentes de lo que parecen. Y cuando uno escribe, sobre todo si escribe de una forma poética, de pronto se producen algunas correspondencias entre lo que se escribe y lo que luego ocurre.

Yo, a mi venerable edad, sigo escribiendo todos los días. Aunque sé que no tiene ningún sentido. Porque si todavía no he dicho lo que tenía que decir, lo que debería hacer es abandonar. Cada vez que uno acaba un libro, por lo menos a mí me pasa, cree que no ha conseguido escribir lo que quería, de modo que vuelvo a empezar.

Sin embargo, debo reconocer que lo primero que me vino a la cabeza cuando me enteré de la muerte de Hugo Claus fue que estuvo casado con Sylvia Kristel, la inolvidable protagonista de “Emmanuelle”. Tanto la actriz como la mítica película suponen un episodio muy importante para mi generación. Yo recuerdo que conseguí entrar a verla, con amigos del instituto, siendo aún menor de edad. En el cine había gente sin butaca, en los pasillos. Era la época del destape, el primer logro de una libertad recién recuperada tras la muerte de Franco.
La carrera de esta actriz quedó marcada por “Emmanuelle”. Aunque intentó huir del encasillamiento interviniendo en películas muy diferentes, lo cierto es que siempre será recordada por su interpretación en aquel film, basado en la novela del mismo titulo firmada bajo el pseudónimo de Emmanuelle Arsan, perteneciente en realidad a Maryat Andrienne, esposa de un funcionario de la UNESCO destinado en Bangkok. Kristel ha sobrevivido a un cáncer de garganta y de pulmón, vive alejada de los excesos y dedicada a la pintura. En 2004, dirigió el cortometraje “Topor et moi”, que fue premiado en el Tribeca Film Festival de Nueva York. En 2006 publicó su autobiografía, titulada “Nue”; en inglés apareció con el titulo “Undressing Emmanuelle: A Memoir”. En ella, entre otras cosas, confiesa que fue violada por su padre a la edad de nueve años y que, en realidad, siempre ha tenido un problema de frigidez.