domingo, marzo 30, 2008

Entre dos aguas


Rosa Ribas nació en el Prat de Llobregat (Barcelona) y reside en Frankfurt. Su primera novela, “El pintor de Flandes”, tuvo una buena acogida de público y crítica.
“Entre dos aguas”, su segunda novela, es muy diferente a aquella. Se trata de una novela negra, fiel a las reglas del género, y en la que introduce a la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, de padre alemán y madre española, que sin duda protagonizará otros títulos de esta autora.

Como toda novela policiaca que se precie, nada más comenzar aparece un cadáver: un hombre flotando en el río. Se trata del cuerpo de Marcelino Soto, inmigrante español muy apreciado en la comunidad española de Frankfurt, motivo por el cual la comisaria Cornelia parece la más indicada para encargarse del caso. Ella y su equipo, compuesto por los policías Reiner Fischer y Leopold Müller, llevarán a cabo una investigación en la que irán quedando expuestos distintos aspectos del fenómeno de la inmigración en Alemania (que pueden ser extrapolados a cualquier otro país de circunstancias similares). El crimen de Marcelino Soto tiene que simultanearse con la desaparición de una empleada de hogar de origen ecuatoriano: Esmeralda Valero que, pese a su interés, contribuye a dispersar ligeramente la trama.

No obstante, el tema principal de este libro es la inmigración; y el racismo se encuentra en el trasfondo de la historia, un racismo que afecta a todo el mundo. Así, veremos a un turco arremetiendo contra los yugoslavos o a la propia madre de la inspectora marcando diferencias entre la inmigración española y la actual en un fragmento que no tiene desperdicio: Así nos tenemos que ver los emigrantes de verdad, los que vinimos como gente honrada a ganarnos la vida y no como toda esta gente que viene ahora que no se sabe qué busca aquí. Porque ahora ya no existe verdadera emigración. Nosotros sí éramos emigrantes de verdad, pero ahora a saber qué quiere toda esta gente. Yo no soy racista, pero con toda esa gente que viene no sé adónde vamos a ir a parar. E incluso el portero del edificio en el que reside la comisaria expone un punto de vista muy similar (pág. 160).
Es evidente que el género policiaco es muy apropiado para reflejar la realidad social de una comunidad, para bucear en sus diferentes estratos y diagnosticar sus posibles fisuras. Esta tarea la cumple con solvencia esta novela, en la que queda claro que el mal no entiende de razas sino más bien de debilidades humanas, aspecto evidente desde el principio, desde el caso cuya resolución sirve para presentar a la propia Cornelia.

La historia está narrada en tercera persona, aunque no nos despegamos en ningún momento de la protagonista y compartimos sus cavilaciones, sus dudas y debilidades. El estilo de Rosa Ribas fluye con facilidad y resulta eficaz y minucioso, pendiente en todo momento de esos pequeños detalles que confieren solidez a un texto, como en el siguiente caso: La señora Schneider, una mujer menuda, de unos sesenta años con el pelo teñido de rubio oscuro, le indicó dónde podía sentarse. Un breve cruce de miradas con su marido le dio a entender a Cornelia que le acababa de ofrecer el sillón donde se solía sentar el señor Schneider, pero los ojos de la mujer habían reflejado por unos segundos una fiereza admonitoria a la que su marido se tuvo que doblegar. Sobre una mesita baja humeaba una tetera.
La presentación de los personajes españoles se completa con pequeñas escenas sobre el momento de su llegada a Alemania, sus circunstancias, sus ilusiones, sus decepciones, completando un mosaico representativo de una comunidad que se ha ido afianzando y cuyos descendientes, ya alemanes de pleno derecho, como la propia comisaria Weber Tejedor, se siguen debatiendo entre esas dos realidades, integrados en una sin llegar a tomar distancia de la otra, sintiéndose en todo momento entre dos aguas.
No es extraño que la comisaria Cornelia Weber-Tejedor protagonice otros títulos de Rosa Ribas, hasta un total de cuatro, según contó la autora en la presentación del libro a la que tuve la suerte de asistir. Será pues interesante seguir indagando en los casos que tendrá que resolver esta comisaria, salvado ya el inicial propósito de presentar todos los aspectos de los personajes y la realidad en la que se mueven.

viernes, marzo 28, 2008

Hay Festival Granada

Entre los días 3 y 6 de Abril, tendrá lugar, por primera vez, la celebración del Hay Festival en Granada. El entorno privilegiado de la Alhambra será testigo de una nueva edición de este festival literario en el que se organizan tertulias, entrevistas, presentaciones, proyecciones de cine, etc. Pueden consultar el programa en la pagina oficial del Hay Festival.
Se hará un homenaje a Francisco Ayala, que acaba de cumplir los 102 años.
Acudirá gente como Raja Alem, Ahdaf Soueif, Almudena Grandes, Luís García Montero, Umberto Eco, Fadia Faqir, Joaquín Sabina o el jugador de ajedrez Boris Spassky, entre otros. Muy a mi pesar, me temo que no podré acudir a esta cita. Me resulta del todo imposible por diferentes motivos, y bien que lo siento. Pero así son las cosas.

miércoles, marzo 26, 2008

Rafael Azcona

La noticia de su muerte me ha caído como una pedrada. Rafael Azcona es un autor entrañable, autor de guiones geniales, que forman parte de nuestra historia, como "El pisito", "El cochecito", "El verdugo", "Plácido"... Su último trabajo ha sido la adaptación del libro "Los girasoles ciegos".
Su sentido del humor era corrosivo, tirando a negro, pero siempre tierno con los personajes, comprensivo con las situaciones más duras. Como escritor, formaría parte de la generación del medio siglo, aunque lo cierto es que se trata de un autor un tanto atípico y a contracorriente.

Quise buscar una entrevista que me parecía recordar haber visto en el programa "Estravagario", pero no la he encontrado, quizá me falla la memoria. No obstante, encontré otra correspondiente a un programa de Aragón Televisión que no tiene desperdicio.
Les dejo con Azcona.

jueves, marzo 20, 2008

Boxeo

No pasé de la tercera categoría, uno más del montón, además me retiré joven, antes de que me dejaran sonado, y sin embargo alguna vez me han reconocido y me han recordado aquellos tiempos, claro que no es frecuente, pero siento que me descompongo por dentro cuando alguien dice que me recuerda, y desearía salir corriendo, por eso se me pone un pequeño nudo en el estómago cada vez que entra alguien en la tienda, un nudo que se disuelve inmediatamente después de comprobar que el tipo no me va a hablar de cuando yo era boxeador.
La tienda es pequeña y en ella vendemos artículos de todo tipo. Se trata de productos que están muy rebajados de precio, bien por estar fabricados con un material muy económico o por pertenecer a partidas de saldo. Son productos caducos, como yo, acabados. La tienda no es mía. Sólo soy un empleado. Es un trabajo digno que me permite huir del infierno balbuciente que el alcohol me propone.
Cuando aquel hombre entró en la tienda lo reconocí antes incluso de que la campanita que colgaba sobre la puerta denunciara su presencia, pese a que los años le habían desgastado el cuerpo con especial saña. Apenas le quedaba un poco de pelo blanco sobre las orejas. Su rostro se había hinchado empequeñeciendo los ojos y agrandando la nariz chata y la boca torcida. No era alto, pero estaba tan gordo que sus pies le arrastraban con notable esfuerzo. Se dirigió directamente hacia mí, sin darme tiempo a esconderme, me tendió su mano grande y fuerte y me sonrió de un modo estúpido.
-Me alegro de verte -dijo, con un tono bobalicón, pronunciando cada palabra despacio y con cuidado.
No dije nada. Traté de sonreír, sin éxito. El hombre se llamaba Carlos. Había sido sparring y, en aquella época, su destino y el mío parecían unidos por el sueño de un futuro lleno de éxito, riqueza, fama y mujeres.
Los peores momentos se vivían en el vestuario, antes de la pelea, hundido en uno mismo, deseando que todo terminase rápido. Pensando en los golpes, en el dolor, en el propio cuerpo y en la propia vida y en la emoción de la lucha y en la expectación del público. El entrenador me daba un masaje mientras hablaba del contrincante y de la estrategia a seguir.
-Quieren parar la pelea -me dijo aquel día-, pero no debes preocuparte por nada. Les he dicho que la pelea tenía que celebrarse fuera como fuese.
-Han pasado muchos años -dijo Carlos-. Es increíble.
Solté su mano y hundí los puños en los bolsillos del pantalón.
-Creo que no nos hemos visto nunca, señor -dije, y mi voz sonó grave, monótona. Mi rostro se mantuvo impasible mientras mi cerebro se revolvía en la cabeza. No estaba seguro de lo que estaba haciendo. Sin embargo, desde el momento en que mis palabras se pasearon entre él y yo, ya era demasiado tarde para rectificar.
-Vi todos tus combates -insistió-. Hemos entrenado juntos. ¿Acaso te has olvidado de mí?
-¿Combates? -pregunté- No sé de qué me habla.
Igual que golpear el saco de entrenamiento. El chico se tambaleó de un lado al otro del ring al ritmo de mis golpes. Sus ojos no me miraban sino que me traspasaban y se perdían en la oscuridad de la sala.
Carlos me miró con extrañeza. Sus ojos se agrandaron.
-Vi tu último combate. Estuve allí. No fue culpa tuya. Tú no sabías que él estaba tan mal.
-¿Va a comprar algo o sólo quería charlar un rato?
Agachó la cabeza. Dio media vuelta y sus pies le arrastraron lentamente hasta la puerta.
-Vaya chiflado -dije justo antes de que saliera-. No tengo ni idea de lo que me está hablando. Yo sabía perfectamente cómo estaba aquel chico. Sabía que tenía un tumor y que no aguantaría mis golpes. El médico había intentado parar la pelea y yo lo sabía. Lo sabía todo.
Cayó como una marioneta a la que le hubiesen cortado los hilos. Tuve la sensación de que se había desplomado antes incluso de que le llegase mi golpe. Sus ojos quedaron en blanco y su pecho dejó de moverse. El médico subió de un salto y se agachó a su lado y le tocó el cuello. Su cara reflejaba el miedo. Miró a su alrededor, como si en silencio gritase pidiendo ayuda. Y volvió a tocarle el cuello. Subieron al chico a una camilla y lo bajaron del ring y, mientras recorrían el pasillo hacia la salida, el médico iba a su lado sin dejar de tocarle el cuello, sin perder la esperanza de encontrar un pulso que se había desvanecido. Yo lo vi todo desde el centro del cuadrilátero y, cuando me di cuenta, estaba solo y mi puño seguía en alto.
-Nada de lo que pueda hacer en esta vida -le digo al hombre- podrá borrar mi responsabilidad.
-Siento haberle molestado.
-Márchese y no le diga a nadie que me ha visto. No hable de mí. No cuente mi historia a sus amigos. No me conserve entre sus recuerdos.
Agachó la cabeza aún más y salió tan despacio que la campana de la puerta no llegó a sonar. Todo quedó de nuevo en calma y pensé que aquel hombre no había existido nunca.

martes, marzo 18, 2008

Fallas 2008



















Un año más la ciudad está patas arriba, sembrada de monumentos que arderán la noche de San José. Fiesta ruidosa y excesiva, plagada de arte, de color, de sátira... siempre asombrosa y sobrecogedora. Por supuesto, también causa incomodidad, especialmente para acudir al trabajo, para llevar una vida normal, para dormir. Además, una huelga salvaje del transporte público ha agravado la situación. No obstante, debo reconocer que la disfruto, que me encanta pasear de falla en falla y respirar el olor a pólvora por todas partes.

viernes, marzo 14, 2008

Feria del libro antiguo y de ocasión



Todos los años, por estas fechas, se instala la feria del libro antiguo y de ocasión en la Gran Vía Marqués del Turia de Valencia. Este año, desde el 29 de Febrero al 23 de Marzo, se puede visitar la XXXI edición de este evento, en la que se dan cita 38 casetas correspondientes a librerías de toda España. Y es una buena oportunidad, pues con la extraña conjunción que se ha producido entre la fiesta de Fallas y la Semana Santa resulta que nos encontramos con un puente festivo de seis días, todo un lujo.
Aquí se dan cita coleccionistas de libros raros, bibliófilos en busca de ediciones antiguas y muy cotizadas. Debo admitir que no es mi caso. No me considero un bibliófilo, no busco el libro como objeto ni como obra de arte, más bien busco autores que han pasado desapercibidos o libros que no pude comprar en su día y que aparecen ahora como saldos u oportunidades de segunda mano. A veces, también encuentro algo que no esperaba, como en esta ocasión: un libro que ha vuelto a mis manos después de casi treinta años, y del que me he acordado en más de una ocasión, aunque no lo iba buscando.



Se trata de un libro que perdí en el año 1979. Ese año, realicé con mi familia un viaje que duró cuatro meses y que nos llevó a Puerto Rico, Santo Domingo, Panamá y Miami. A la vuelta, mi maleta de libros se perdió. Llegaron a decirme que creían tenerla localizada en Canadá, pero lo cierto es que ya no volví a saber nada de ella. Recuerdo casi todos los libros que iban en ella, así como mis apuntes y la primera parte de una novela que me consta era muy imperfecta, pero que aún así me dolió en el alma. Desde entonces, si he tenido que viajar, siempre he llevado mis libros como equipaje de mano. Prefiero, llegado el caso, quedarme sin ropa antes que sin libros.


En fin, el libro que me salió al paso el día que estuve visitando la feria se titula “Argumentos fabulosos” y su autor es Irving Wallace. Sé que no suena muy importante. Irving Wallace no es un escritor de cabecera de nadie, pese a que es autor de títulos tan conocidos como “El premio Nobel”, en el que se basó la película “El premio”, dirigida por Mark Robson y protagonizada por Paul Newman, Edward G. Robinson y Elke Sommer, “El hombre” o “Fan club”. Está considerado un escritor de bestsellers, y por tanto la crítica se ha limitado a ignorarlo, cuando no a despreciarlo, quizá con cierta razón, aunque lo cierto es que vendió unos 250 millones de ejemplares de sus libros en todo el mundo. No obstante, “Argumentos fabulosos” es un libro de pequeños ensayos en los que se rastrean las vidas de las personas reales que inspiraron famosos personajes literarios y en los que Wallace demuestra que es un ameno comunicador y un solvente narrador de historias. Un libro de ensayos que parecen cuentos, de breves biografías noveladas sobre personas que inspiraron a grandes escritores, como el doctor Joseph Bell, a quien Conan Doyle tomó como modelo para su Sherlock Holmes, o Alexander Selkirk, el hombre que vivió solo en una isla durante más de cuatro años y que es el germen de Robinson Crusoe, o William Brodie, un hombre cuya doble vida sirvió de inspiración a Stevenson para la creación de su Doctor Jeckyll y Mr. Hyde. Ocho textos en total, el primero de los cuales, el más breve, es un interesante y ameno acercamiento al fenómeno de la inspiración.



Un reencuentro gozoso, que me produjo gran alegría y, por eso, no es de extrañar que luego, llevado por esa exultación, no me resistiera a comprar algunos libros más, entre ellos el libro de conversaciones con Pepín Bello, la “Historia personal del«boom»”, de José Donoso y una breve novela de Jerzy Kosinski titulada “El ermitaño de la calle 69”. Jerzy Kosinski es también un autor curioso cuya obra más conocida, “Desde el jardín”, fue llevada al cine, dirigida por Hal Ashby e interpretada por Peter Sellers en el papel principal, con el titulo de “Bienvenido Mr. Chance”. Kosinski se suicidó en 1991.

jueves, marzo 13, 2008

46


Hoy cumplo 46 años… y no sé qué decir al respecto.

Quizá debería comentar algo sobre la sensación de que el tiempo se me echa encima…

miércoles, marzo 05, 2008

La crítica en los blogs

Está surgiendo una nueva crítica, o debería llamarla fuente de información, para liberarla un poco de la pesada carga que la responsabilidad de la crítica conlleva, y el culpable de esta transformación o revolución, como queramos denominarlo, es internet. Su fácil acceso ha propiciado que cualquiera pueda hacer crítica literaria desde un blog, lo cual resulta positivo porque aquí no existen presiones del mercado y uno puede escribir exclusivamente de lo que le apetece, pero también supone encontrarse con infinidad de carencias e incluso con gente que disfruta denigrando e insultando, amparados generalmente en el anonimato. Este panorama hizo a Jonathan Franzen decir que lamenta la falta de los críticos literarios tradicionales, que actuaban como filtro para descubrir libros de verdadero valor. Es mucho mejor tener 50 inflexibles críticos de esa clase que tener 500 mil gritones incompetentes.
Naturalmente, no creo que nadie pueda estar de acuerdo en que todo aquel que escribe en un blog sea incluido en la calificación de “gritón incompetente”. Aceptando sus múltiples carencias, debo decir que la desconfianza en unos medios que se someten a intereses mercadotécnicos hacen que sean los blogs los encargados de difundir y comentar libros que, de otro modo, serían ninguneados. Los blogs son, actualmente, los que mejor pueden llevar a cabo las funciones que Auden atribuía a la crítica, los que mejor pueden difundir obras de calidad que, de lo contrario, desaparecerían en pocos días como si nunca hubieran existido. Por supuesto, esta labor implica que uno debe enfrentarse a ella con un mínimo rigor y responsabilidad.

Fernando Iwasaki opinó sobre los blogs lo siguiente: No me agradan los blogs porque muchas veces cobijan opiniones anónimas e insultantes que sus autores jamás suscribirían con sus nombres verdaderos, pero reconozco que también he leído en los blogs razonamientos inteligentes y originales, aunque no comparta el ideario de sus autores. Creo que también es importante este concepto del ideario de los autores. En el caso del blog literario, cuando uno lo lee, no es difícil que se haga una idea de cuáles son las preferencias de su autor, qué autores le fascinan, qué géneros, qué ideas estéticas… mucha información adicional que ayuda a valorar las opiniones y juicios de valor que allí se exponen.

Para ir acabando, me gustaría citar las palabras de Ignacio Echevarría, en la entrevista que le hizo Blanca Vázquez: Toda la ambición de un crítico debe estar puesta en descubrir lo nuevo, y apoyarlo. Otra cosa es que, entre sus funciones sociales, se cuente la de ahorrar al lector algunos caminos inútiles, indicarle atajos. Algo a tener en cuenta, pese a que Echevarría sea también uno de esos autores que desconfía de los blogs, como deja claro en la misma entrevista: desconfío de la supuesta libertad con que operan los blogs. No es lo mismo una escritura libre que desinhibida. Y la de los blogs es una escritura desinhibida. Por otro lado, creo en la función social de la crítica, en su contribución a la construcción de la comunidad, en su poder de incidencia y de representación. Pero las comunidades de los blogs no son evaluables ni representativas. A menudo son jaulas de grillos, por mal que me esté decirlo en esta circunstancia. De momento, la crítica que en ellos se hace es bastante inofensiva. En los mejores casos, puramente testimonial. Y no me parece que la cosa tenga visos de cambiar a corto o medio plazo.
Bueno, pues ya veremos cómo evoluciona esto.

domingo, marzo 02, 2008

Premio Pulitzer 2007


Uno abre un suplemento o un periódico y, de repente, se encuentra con algo que le golpea con fuerza y lo deja noqueado durante bastante tiempo. Me ocurre con el suplemento de “El País”, donde me tropiezo con la fotógrafa Renée Byer, ganadora del Premio Pulitzer 2007 por su reportaje “A mother’s journey”. Durante un año convivió la fotógrafa con Cyndie French y fue testigo del calvario que pasó esta mujer con uno de sus tres hijos, Derek Madsen, de 11 años, enfermo de cáncer. El niño murió en Mayo de 2006.
Renée Byer ha viajado a España, invitada por la Asociación Infantil Oncológica de la Comunidad de Madrid (Asion).
Haciendo clic en la foto podrán ver todo el reportaje fotográfico, aunque advierto de su dureza.
El artículo del suplemento viene firmado por Karelia Vázquez.