viernes, diciembre 21, 2007

Feliz Navidad

Andaba yo buscando algo apropiado para colocar aquí, en este blog, porque me marcho de vacaciones.

Buscaba concretamente algún video, cuando de pronto recibo una felicitación de mi amigo Hilario Rodríguez en la que me dirige a un enlace. Se trata del final de la película "Smoke", de Paul Auster. Precisamente el fragmento en el que el personaje interpretado por Harvey Keitel narra el cuento de Navidad. Supongo que la mayoría recordarán esta escena, pero me parece que resulta muy apropiada.



También quiero dejaros, ya que voy a estar ausente varios días, el discurso que Steve Jobs pronunció en la Universidad de Stanford. No tiene desperdicio. Os lo recomiendo. Lo coloco en dos parte, porque, aunque se puede encontrar en Google en un sólo video, he intentado pegarlo aquí y no me ha sido posible.

Primera parte



Segunda parte



Y, claro, no podía faltar un villancico...



Hasta pronto. Sed felices.

martes, diciembre 18, 2007

Narrativas 8

Acaba de salir el número 8 de la revista Narrativas. Se trata de un número dedicado al autor Enrique Vila-Matas y se puede descargar gratuitamente. En ella participan varios amigos, así como el propio Vila-Matas, por lo que es un honor para mí figurar entre ellos.
El índice resulta de lo más sugestivo:

Explorando los abismos de Enrique Vila-Matas
Explorador de abismos, ilustración de Ricardo Olvera
Entrevista a Enrique Vila-Matas, por Ana Solanes
Un catálogo de ausentes, por Enrique Vila-Matas
Un espía de letras. Nota sobre el viajero más lento que amaba a Carmen Miranda, por Antón Castro
Vila-Matas, viaje alrededor, por Miguel Sanfeliu
Pasavento o Matrix - una lectura, por Luisa Miñana
Algunos apuntes sobre “El viento ligero en Parma”, por Julio Salinas Lombard
Un Vila-Matas abreviado. Reseña de “Historia abreviada de la literatura portátil”, por Blanca Vázquez
Reseña de “El mal de Montano”, por Magda Díaz y Morales
Reseña de “Doctor Pasavento”, por Gatito viejo
Reseña de "Exploradores del abismo", de Faustino Ángel Sánchez García
Roxanne, por Blanca Vázquez

● Ensayos
La figuración circular del tiempo en la historia según Pao Cheng, por Omar Espinosa CisnerosUniverso finito. Antología del minicuento, por Homero Carvalho OlivaSócrates: diálogo frente a escritura. Notas al Crátilo de Platón, por Eugenio Sánchez Bravo

● Relatos
El circo nunca muere, por Gabriel Báñez
Mario, por Fernando Sánchez Calvo
La garrota, por José Marzo
Doctor Paracelso, por Carlos Montuenga
Sarto, por Genoveva Arcaute
Actrices y debilidades, o vidas nebulosas, por Javier Guerrero Rodríguez
Microcuentos, por Homero Carvalho Oliva
La corriente, por Rolando Revagliatti
Los pequeños, por Salvador Alario Bataller
Flor de Capomo, por Paul Medrano
El reloj de arena, por Carmen Fernández Etreros
De una noche de verano, por Sergio Borao Llop
El taquígrafo de versos, por Juan Carlos Márquez
Marcela, por Mónica Gutiérrez Sancho
El mural de la cantina, por Lilia Morales y Mori
Yo te perdono, por Francisco Ortiz
El zapato, por Miguel Rodríguez Otero
Mi primera biblioteca, por Marta Navarro
Como sólo tú sabes, por José Fernando García Pañeda
Amigos a la fuerza, por Javier Menéndez Llamazares
Putrefacto, por Emilio Gil
Chivos expiatorios, por Ahmed Oubali
La oración bajo el agua, por Diego Chozas
Vecinos per versos, por Gustavo Marcelo Galliano
Dos relatos, por Lady López
Líder, por Luis Emel Topogenario
Arquitexturas urbanas, por Héctor Huerga

● Entrevista
Angélica Gorodischer, por Sandra Becerril

● Reseñas
“Museo de la soledad” de Carlos Castán, por Antón Castro
“Muertes de andar por casa” de Fernando Sánchez Calvo, por Ana Gorría
“El príncipe negro” de Iris Murdoch, por María Aixa Sanz
“Mascarada” de Javier Munguía, por Caballero de Tauro
“Santuario”, de Edith Wharton, por Adrián Iruela Vara

● Novedades editoriales

Espero que lo disfruten.

domingo, diciembre 16, 2007

De libros

Novedades literarias. Libros para estas Navidades. Ediciones para regalar. Villancicos en el ambiente. Pero yo deambulo como siempre y voy confeccionando mi lista particular, de la que os muestro algunos titulos que me interesan:

“Las benévolas”, de Jonathan Littell. Un libro enorme y caro, pero que trata un tema que me interesa mucho: la naturaleza del mal. Se centra en la figura de un oficial nazi y viene precedida por una campaña de promoción espectacular. Tan sólo he leído una crítica negativa, muy negativa, firmada por alguien cuyo criterio es digno de ser tenido en cuenta, Miguel Sánchez Ostiz, pero me puede la curiosidad.

“Entre dos aguas”, de Rosa Ribas. Una novela policíaca, con muy buena factura, editada por Umbriel. Aparece el personaje de la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, que investiga el caso de un inmigrante español asesinado y cuyo cuerpo aparece flotando en el río. Todo parece indicar que con este libro se inicia una saga policíaca protagonizada por la hauptkommissarin Weber-Tejedor.
“El desierto y su semilla”, de Jorge Barón Biza. Un libro que arranca con una situación espeluznante. El protagonista lleva a su madre a un hospital, ya que la mujer tiene el rostro quemado porque su marido acaba de arrojarle ácido. Al parecer, esto tiene una base real, pues el padre de Barón Biza arrojó ácido al rostro de su segunda mujer, Clotilde Sabattini. Un texto que se promete fascinante, de un autor rodeado por un halo de malditismo, un autor que se suicidó arrojándose desde la ventada de su casa.

También destacaré la reciente reedición del libro “El cuaderno dorado”, de Doris Lessing, que era inencontrable. Por fin puedo tener la obra más importante de esta escritora que acaba de recibir el premio Nobel.
Y, por supuesto, tengo que conseguir “La carretera”, de Cormac McCarthy, Premio Pulitzer 2007. Un libro del que he oído hablar muy bien y que, me temo, es de lectura imprescindible.


jueves, diciembre 13, 2007

Nocilla Dream


Un libro que ha causado un tremendo revuelo, que se ha abierto camino por sí solo, misteriosa e inevitablemente, que recibió el espaldarazo definitivo al ser elegido por la revista Quimera como el mejor libro de 2006 y que ha servido para bautizar a la nueva generación de escritores, la Generación Nocilla, formada por gente que narra de un modo fragmentario, con influencia no sólo literarias sino también audiovisuales, es más, el libro podría decirse que se parece en cierto modo a un blog.
Retazos de historias, episodios aparentemente inconexos, curiosidades, hacen discurrir el texto a distintos niveles, como en zigzag, llegando por momentos a dar la impresión de que se pierde la coherencia, la unidad. Sin embargo, la repetición de ciertos motivos y de algunos personajes nos recuerdan que nos encontramos ante un proyecto bien estructurado, que resuena como una melodía que combina ciertos acordes con una cadencia muy precisa.

Múltiples personajes se cruzan, textos de diferentes procedencias, sobre variadas temáticas, en un caos vertiginoso unido por motivos comunes, como la carretera interestatal US50 y el exboxeador Falconetti, dispuesto a recorrerla a pie, que actúan de hilo conductor, de punto de referencia en un caos tan vertiginoso como las llamadas autopistas de la información, que nos martillean con tantos datos que al final ya no somos capaces de oír nada, ni de diferenciar unas cosas de otras, todo se une en un incongruente y amorfo amasijo de conocimientos mutilados. Varios personajes y diferentes escenarios, repartidos por los más dispares lugares del mundo: una gasolinera en el desierto de Albacete, cuyo encargado lanza bolas de papel para que el viento las haga rodar; un aparta-hotel a las afueras de Las Vegas, en cuyo patio el argentino Jorge Rodolfo Fernández instala un espectacular y curioso monumento dedicado a Borges; la selva de Mozambique, donde se encuentras Niels y Frank y su proyecto de ratas entrenadas para detectar minas antipersonas; Pekín, donde reside el periodista austriaco Heine con su mujer Lee-Kung; el mexicano Humberto, en Salt Lake City o Isotope Micronation, donde viven Ted y Hanna, son algunos de los encargados de ensamblar este particular universo que transcurre por las páginas de Nocilla Dream, lleno de historias individuales, de episodios aparentemente independientes que, sin embargo, se encuentran unidos por una fina línea de causalidades. Historias reales que parecen ficticias e historias ficticias con referentes reales, cruzándose en ese terreno mítico que se nos describe a ritmo de zapping y atmósfera de sueño. Por el camino, se insertan breves textos de distinta procedencia, casi todos de carácter científico, que aportan claves sobre el libro, quizá sobre su composición, sobre sus leyes internas.

En un momento dado, describe el trabajo de la pintora Margaret Marley Modlin con las siguientes palabras: “Sus cuadros tienen una clara tendencia al surrealismo de Chirico, espacios amplios que no juegan con la escala sino con los puntos de fuga de lo inanimado, y ahí ella inserta, no a personas, sino arquetipos de personas, y eso, más que surreal, es pura mística: el ser humano y el punto en que desaparece. Como ella, que murió sin dejar rastro. Sólo en uno de sus cuadros hay un árbol”. Y yo tuve la impresión de que hablaba del planteamiento estético del libro que tenía entre las manos.

González Mallo es un escritor eficaz, capaz de transmitir historias, de comunicar curiosidades, de acumular datos, de un modo ameno, ágil, con una de esas armaduras que resultan invisibles para el lector, que se limita a dejarse llevar.
En definitiva, se trata de un libro interesante en muchos sentidos, por la cantidad de riesgos que afronta y de posibilidades que ofrece, pero también como proyecto globalizador, como lugar de encuentro de asuntos dispares, y esto sin dejar de ser en todo momento una lectura amena. Sin embargo, la visión dispersa de sus escenarios, la brevedad de los episodios, completa la visión global, como un puzzle, pero sacrifica la delimitación de los personajes, que se mueven en el límite del arquetipo, del apunte periodístico.

Autor: Agustín Fernández Mallo - Editorial Candaya

sábado, diciembre 08, 2007

Peso Cero


Antonia Romero ha publicado su primera novela, “Peso cero”, que quedó finalista del Premio de Novela convocado por Yoescribo.com. Antonia Romero es una escritora nata, incansable, sin prisa pero sin pausa recorre el camino que se ha marcado, y la publicación de este libro es sólo un primer paso en ese recorrido, porque calidad no le falta.
Posee un excelente oído para los diálogos y tanto los personajes como las situaciones que nos describe suenan muy reales: no es difícil identificarse con ellos en muchos aspectos. El tema que trata esta novela es la anorexia, un problema que afecta en la actualidad a más personas de las que nos gustaría admitir.

Mario y Andrea son un matrimonio en crisis con una hija adolescente llamada Alicia. Mario tiene dos hermanas: Cristina, una mujer egoísta y superficial (cuyo papel en la novela es breve y antipático), e Isabel, monja en un Convento, dos posiciones vitales radicalmente opuestas. Cuando la tragedia hace su aparición, Alicia comenzará a sufrir los inicios de la terrible enfermedad, descritos con eficacia, imparables, de modo que cuando su padre se dé cuenta de la gravedad de la situación, ya no podrá hacer nada por evitarla. En la segunda parte del libro, la posibilidad de que Alicia pase una temporada en el Convento donde profesa su tía se muestra como la única opción que ofrece algún tipo de esperanza. La vida en el Convento, la personalidad de las diferentes hermanas, su afán por ayudar a la niña, que en un principio se muestra ligeramente hostil y desconfiada, pero que, poco a poco, se irá dejando seducir por el valor de las cosas sencillas, le servirá a la autora para reflexionar sobre las determinaciones personales, la renuncia o la búsqueda del propio camino.

Antonia Romero estudió Teología, y no duda en abordar cuestiones difíciles, de esas que uno se plantea siempre que le sobreviene la tragedia, como cuando Mario le pregunta a la monja Sor Lucía: “Quizá pueda explicarme por qué un Dios al que un grupo de mujeres consagra su vida, una vida muy santa, por supuesto, permite a una niña, para ser exacto, a muchas niñas, matarse lentamente de hambre”. Una escena emotiva que nos muestra a un ser humano desbordado por la situación, tratando de buscar un culpable o, al menos, un sentido.

Antonia es una escritora eficaz, que sabe dosificar la información para mantener el interés y que describe las situaciones de un modo casi quirúrgico, extrayendo todo lo necesario para que el lector se sitúe, destacando, como ya dije, la naturalidad de sus diálogos. Por eso me parece innecesaria la intervención de la voz narradora para desvelar cosas que pueden resultar evidentes por la mera actuación de los personajes, aunque es algo que pone en evidencia su absoluta entrega a la historia, su preocupación por aclarar todos los aspectos que de ella se desprenden. Creo que el personaje de la otra hermana del protagonista, Cristina, no debería desaparecer tan radicalmente, tengo la impresión de que podía haber aportado un contrapunto interesante. Pero la autora manda, y su libro se lee con fluidez e interés, y esto es lo importante. Me interesó especialmente la segunda parte, la que transcurre en el Convento, pero por una motivación personal, ya que siento cierta atracción por los espacios cerrados.
Antonia ama a sus personajes, se nota, y el mensaje que desprende el libro es un mensaje moral, de amor a la vida, y estoy seguro de que sus lectores quedarán prendados de esta historia. Un libro muy recomendable, que se mete en la piel de una enfermedad terrible.
Enhorabuena, Antonia.

miércoles, diciembre 05, 2007

Portadas





Me sirve esta entrada para practicar algo nuevo: el "Slide Show". Una forma de presentar fotografías. Lo he utilizado para exponer cuatro portadas de libros en las que el autor figura como reclamo principal.

Ray Loriga, con un "look" agresivo muy particular. Amélie Nothomb, viajando en bicicleta. Efraím Medina, desnudo (lo que nos faltaba). Y Martín Piñol, que, sinceramente, no creo que el hecho de que el libro sea humorístico justifique semejante portada.

El autor como reclamo de su obra se coloca en un plano superior. El libro es menos importante que quien lo escribe. El escritor utiliza su imagen para dar una idea de lo que el lector va a encontrar en sus obras: visión desde el margen, malditismo, excentricidad, humor, etc.

Esto, que en la música es algo corriente, en literatura no lo es tanto. Siempre queremos saber algo sobre el autor. Y hay autores que nos fascinan y estamos dispuestos a leer todos sus trabajos. Pero todavía no me acostumbro a verlos posar en las portadas de sus libros.

domingo, diciembre 02, 2007

Agradecimiento

Estimados lectores, disculpen esta entrada y espero que no parezca un ataque de vanidad, sino tan solo el deseo de hacerles partícipes de dos menciones que tuvo este blog la pasada semana.
Uno no sabe muy bien cómo afrontar estas cosas, o cómo se interpretará el hacer referencia a ellas en un espacio personal. Pero son satisfacciones ligadas al hecho de tener un blog. Compensaciones que surgen sin ser esperadas y, por tanto, que sorprenden y halagan. Y dado que la primera riqueza de un blog la constituyen sus lectores, justo es hacerles partícipes de esas alegrías.

La primera fue por parte del escritor Enrique Vila-Matas, en la entrevista que le realizaron para la revista “Paper de vidre”. Cuando le preguntaron si leía blogs contestó lo siguiente:

Leo blogs literarios como leo periódicos y libros. No le cierro puertas a ninguna lectura ni información. Y sí, me divierte y me instruye y me interesa ver qué se dice y qué se mueve en ciertos blogs que considero honestos e interesantes, y no conducidos por el tontolaba de turno. Pondré ejemplos de blogs muy diversos pero todos francamente estimulantes: El lamento de Portnoy, El dormitorio de Maud, el de Pierre Assouline en Francia, Apostillas literarias de la mexicana Magda, Borra el humo de tu frente, La segona perifèria, el Moleskine literario de Iván Thays en Perú, Paraguas en llamas en el barrio del Clot de Barcelona, el de la madrileña Cristina Núñez Pereira, Hasta siempre Elena, el del Llibreter, el de Guillermo Urbizu, el de Miguel SanFeliu, el de Daniel Link en Argentina (Linkillo. com), No ha lugar en Murcia, el de Enrique Ortiz, el de Gustavo Faverón en USA, el de Fadanelli en México... Ahora que ya he compuesto esta lista —que era lo que más pereza me daba hacer—, creo que cualquier día de éstos dedicaré uno de mis dietarios volubles de El País a los blogs literarios.

Naturalmente, figurar en esa lista es algo que me llena de orgullo.

La segunda mención se produce en el número 289 de la revista Quimera. La sección que Jesús Casals dedica a las bitácoras se ocupa de este blog. Y lo hace con un titulo que me gusta mucho: “Sobreviviendo a la moda”. Doy las gracias desde aquí por dicha reseña. Y, de paso, aprovecho para recomendar los artículos sobre Murakami y sobre Mario Levrero, así como la entrevista a Doris Lessing que aparecen en ese mismo número.

Y, por supuesto, doy las gracias a todos aquellos que siguen este espacio, pues son quienes le dan sentido.
Por eso quería compartir esto con ustedes.
Y seguimos viajando…