viernes, octubre 26, 2007

HFS - Gala del libro favorito

El año pasado ya hubo un acto muy similar, en el que un grupo de autores hablaron de sus lecturas favoritas, así que parece que nos encontramos ante lo que podría ser una sección fija.

Sobre el escenario están Rodrigo Fresán, Alan Pauls, Daniel Alarcón, Antonio Orejudo, Hisham Matar, Tishani Doshi, Menna Elfyn y Hanif Kureishi, moderados por el periodista Alfredo Matasanz. Se les pide que hablen de un libro que, para ellos, sea importante. Todos hacen trampas y nombran más de uno. Es un acto divertido, desenfadado. Tomo nota de algunos de los libros que se nombran:
Rodrigo Fresan se decanta por “Matadero cinco”, de Kurt Vonnegut.
Alan Pauls se las ingenia para nombrar tres títulos. Dice que después de dudar mucho entre “En busca del tiempo perdido” y “Lolita”, decidió decantarse por “Roland Barthes por Roland Barthes”.
Tishani Doshi nombra “Un buen partido”, de Vikram Seth y un libro de poesía de los siglos X-XII, acerca de Shiva, un libro de himnos, cánticos religiosos.
Daniel Alarcón, se decanta por “El emperador”, de Kapuscinski.
Hisham Matar estaba seguro de elegir “Primer amor”, de Turgueniev, pero a última hora había decidido hablar de la poesía de Ovidio, en especial de “Tristes”, una obra muy asequible que dicho autor escribió en el exilio.
Antonio Orejudo estuvo brillante y habló de lo mucho que había disfrutado leyendo los libros de Enid Blyton sobre “los cinco”, para pasar a reivindicar los libros que son capaces de hacernos reír. Y dijo que los tres libros esenciales, que casi todo el mundo ha leído en el colegio y, por tanto, los ha leído mal, para él eran: “El lazarillo de Tormes”, “La Celestina” y “El Libro de Buen Amor”.
Hanif Kureishi no dudó en hablar de “La interpretación de los sueños”, de Sigmund Freud.
Menna Elfyn, por último, y tras un pequeño incidente, ya que el presentador perdió la ficha con los datos sobre ella y no pudo presentarla como la ocasión requería, habló de unos libros precristianos de cuentos galeses reunidos bajo el titulo de “Mabinogion”. Y también recomendó un libro de Simone Weil titulado “Echar raíces”.

En el turno de preguntas del público, se plantearon algunas cuestiones que me interesaron. Alguien les pidió que dijeran el titulo de algún libro que les hubiera parecido horrible. Y Daniel Alarcón dijo: “Hay un libro muy malo…” El público rió ante su rapidez para contestar. Dijo que el libro se lo había recomendado un amigo, examigo, y que era de un inglés que escribe sobre Colombia y hace algo parecido a una caricatura del realismo mágico. Tishani Doshi dijo que ella no tiene problema en abandonar un libro cuando le parece malo, pero en una ocasión tuvo que leer un libro porque tenía que participar en un debate con el autor, y el libro le pareció espantoso, pero no quiso nombrar al autor. Menna Elfyn dijo que el libro que le parecería el peor sería el de las “Memorias de Tony Blair” si llegara a escribirlo.

También se les preguntó por el libro que más les ha servido para escribir. Rodrigo Fresán mencionó sin dudar “Música para camaleones”, de Truman Capote. Alan Pauls dijo que los libros malos son útiles en ese sentido porque uno piensa que puede hacerlo mejor. Son un estímulo.

Ante la pregunta: ¿Ya se han escrito las grandes novelas de la literatura? Contestaron que cada época tiene un gran libro. El concepto de gran libro va cambiando. La literatura se transforma continuamente. Es como un gran plagio continuo, donde los escritores se contaminan unos a otros, de manera que dentro de doscientos años, se hablará de grandes libros escritos en el siglo XX, yo mismo estoy escribiendo uno ahora mismo en el que tengo puestas muchas esperanzas, dijo Antonio Orejudo riendo.

Una charla muy divertida que le hace pensar a uno cuál sería el libro que habría elegido para contestar una pregunta así.
Parece evidente que es casi imposible nombrar un solo libro, y cuando se hace, generalmente se miente, y la segunda vez que te formulan la misma pregunta el libro elegido es otro.
Hay quien utiliza estas ocasiones para reivindicar un libro poco conocido, lo cual es muy lícito. O se decanta uno por algún libro leído en esa época temprana en que una lectura puede invadirnos profundamente.
Yo, en este momento, diría “Las aventuras de Tom Sawyer”, porque recuerdo que lo leí en mi adolescencia y que estaba deseando volver a casa del colegio para continuar la lectura. Fue un libro que me enganchó y que no puede faltar en mi biblioteca.

¿Qué libro habrían escogido ustedes?

miércoles, octubre 24, 2007

Paul Potts - Una historia especial

Interrumpo un momento mis crónicas del Hay para compartir algo que acabo de descubrir. Es muy posible que ya conozcan la secuencia que voy a exponer, ya que suelo enterarme tarde de todas estas cosas y, al parecer, se trata de algo que ha tenido gran repercusión. Pero yo lo acabo de ver y quiero compartirlo.

Un vendedor de móviles, con aspecto insignificante, sobrepeso, un diente partido, decide presentarse a la audición del programa de televisión “Britain’s got talent”, el equivalente (salvando las distancias) de lo que aquí se llamó “Factor X”. El jurado le pregunta qué piensa cantar y él dice que ópera. Los miembros del jurado, sin duda acostumbrados a ver a todo tipo de bichos raros, se miran con escepticismo y le dicen que adelante.

Lo que ocurrió lo pueden ver a continuación:


Tiene aspecto de no haber tenido una vida fácil, de haber estado a punto de tirar la toalla, pero algo le ha animado a presentarse a esta audición. La gente grita, se pone en pie, se emociona ante ese hombrecillo humilde de sonrisa bonachona. Incluso el miembro más duro del jurado, el temible Simon Cowell, le dice que ha estado absolutamente fantástico.

Debo confesar que me emociono cada vez que lo veo. Veo a un hombre, con una gran voz, erguido y dispuesto a perseguir un sueño, a aprovechar su oportunidad, a no renunciar a aquello que siempre quiso ser pero la vida no se lo permitió. Veo el poder de la música para traspasar nuestros prejuicios y tocarnos el corazón y desarmarnos totalmente. Veo un cuento de hadas que nos recuerda que no debemos darnos nunca por vencidos. Hasta en un reality puede uno encontrar una gran historia.

Paul Potts ganó el concurso. Dijo que una de las primeras cosas que iba a hacer con el premio era arreglarse el diente partido. También quería llevar a su mujer a un safari. En su página web se puede leer que dice que el concurso ha cambiado por entero su vida, ya que estaba acostumbrado a verse pequeño e insignificante y, sin embargo, ahora sabe que es alguien.
Recomiendo que veáis otras secuencias de las galas del programa, especialmente la semifinal.

domingo, octubre 21, 2007

HFS – Javier Cercas


Javier Cercas mantiene una charla con Félix Romeo en la iglesia San Juan de los Caballeros . Repasa sus inicios literarios, el éxito de su libro “Soldados de Salamina”, sus proyectos. Al hablar sobre cómo se inicia en él la pasión por la literatura, responde que no lo sabe muy bien. Piensa, tratando de recordar algo significativo, dice que siempre le gustó leer cosas raras, que su padre le dijo un día que los escritores bebían coca-cola y veían la televisión y eso a él le parecía una buena vida, que una profesora muy guapa le habló de Borges y se lanzó a leer todo Borges, luego llegaron otros, como Auden, uno de sus autores favoritos. Sin embargo, afirma que para un aspirante a escritor, encontrarse muy pronto con un escritor demasiado grande es pernicioso porque le aplasta. Nombra también como autores importantes en su formación a Salvador Oliva, profesor de la Universidad que había traducido todo Shakespeare al catalán, o Joan Ferrater.
Luego ocurrió algo determinante, que fue su viaje a EE.UU. En ese periodo aprendió a ver a su país con perspectiva. Estuvo en un lugar inhóspito, donde no había nada que hacer, así que allí escribió dos libros. También fue allí donde leyó por primera vez a Sánchez Mazas, por curioso que pueda parecer.

Félix Romeo le habla del éxito de su novela “Soldados de Salamina”. Cercas cita unas palabras de Gorgias: “La poesía es un engaño en el que quien engaña es más honesto que quien no engaña y quien se deja engañar más sabio que quien no se deja engañar”. La literatura consiste en ver quién la dice más gorda. El objetivo del novelista es suplantar la realidad. “Soldados de Salamina” finge ser una crónica y para ello utiliza nombres de personajes reales, excepto uno que era ficticio, y que fue en el que creyó reconocerse una pitonisa televisiva que le llevó a juicio, algo muy delirante.
La novela surgió de una imagen que quería explicarse. El libro es la formulación de una pregunta. Le interesan las ideas en las novelas. El escritor intenta cambiar la percepción del mundo del lector, desautomatizar la realidad.
Afirma que la literatura cambia la vida y cita algunos autores que han sido muy importantes para él, como Kafka, Conrad, Bernhard, Cioran, Flaubert, Bioy, Borges (tuve que librarme de Borges para poder recuperarlo), Dinesen, Barrow…

Respecto a la película que rodó David Trueba sobre “Soldados de Salamina” dijo estar satisfecho con el resultado. Le dio libertad al director para que hiciera suya la historia, ya que el cine y la literatura son lenguajes distintos, y el resultado fue bueno, diferente de la novela. Mencionan un libro que se editó con una conversación que Cercas y Trueba mantuvieron sobre la novela, la película, la historia…
Justo después de “Soldados de Salamina” comenzó a escribir “La velocidad de la luz”. No sintió ningún bloqueo por el éxito del libro. “La velocidad de la luz” narra una historia que había intentado contar en varias ocasiones sin encontrar el modo adecuado de hacerlo.

Félix Romeo le pregunta qué tal profesor era y él sonríe y dice que ahora que lo ha dejado todos le dicen que era buenísimo. Lo cierto es que siempre quiso ser escritor, pero lo llevaba como una vocación secreta, convencido de que siempre necesitaría otra profesión para ganarse la vida.
Sus primeros libros no tuvieron ni una reseña. Además, la editorial quebró. Y luego publicó en otra editorial que también se hundió después de publicar un libro suyo. A él todo esto no le parecían buenas señales.
Considera “El vientre de la ballena” como su libro más raro y más humorístico. También del que menos satisfecho se siente, pues incluso estéticamente es el más alejado de su producción. Por el contrario, el libro suyo que prefiere es “El inquilino”.

Al repasar sus inicios, explorar en su interior, comentó Cercas que ser un escritor catalán que escribe en castellano no es lo normal, resulta un poco raro. En Cataluña, la relación entre escritores catalanes y castellanos le ha decepcionado. Se ha dado cuenta de que existe una fractura en potencia. Y no quiere ir más allá en este tema. Se muestra cauteloso. Se ha dado cuenta de que la convivencia es muy frágil.

Por último, nos cuenta que está escribiendo una cosa rarísima, que no sabe si será una novela. Y también recita uno de sus poemas favoritos: “Lo fatal”, de Rubén Darío.
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...!
Yo aprovecho y lo transcribo porque resulta que también es uno de mis poemas favoritos.

miércoles, octubre 17, 2007

HFS – Agustín Fernández Mallo, Gabi Martínez, Lolita Bosch


Esta cita tiene lugar en el Museo Esteban Vicente. Teresa Sanz sustituye como moderadora a Emilio Manzano, porque éste no ha podido llegar a tiempo. Entre el público veo a Antonio Orejudo, Rodrigo Fresán, Gonçalo M. Tavares y Alan Pauls.

Son presentados como representantes del nuevo panorama español, ante lo cual Lolita Bosch adopta una actitud de descreimiento y dice estar un poco harta de las clasificaciones. La actual Generación Nocilla, como se la denomina, tomando como referencia el titulo del libro de Fernández Mallo “Nocilla Dream”, sólo tienen en común la edad, pero en realidad en ese grupo hay gente con tradiciones literarias muy distintas.

Agustín Fernández Mallo habla con desenfado, con un ligero aspecto de dudar de todo lo que dice, lo cual utiliza para decir las cosas sin rodeos. Sobre este tema lo primero que apunta es que él todo esto de las generaciones se lo toma a coña, como una cuestión de marketing. Pero bueno, en todo caso, es cierto que los miembros de una misma generación comparten referentes, gustos, un imaginario colectivo… y en ese sentido sirven como pulso de lo contemporáneo.

Gabi Martínez dice que resulta interesante analizar las estéticas y carencias de esta generación. Cita como referencia importante los libros de Eloy Fernández Porta (“Afterpop”), y el de Vicente Luís Mora (“La luz nueva”). También menciona otras señas de identidad aparentemente más triviales, como la utilización del inglés en los títulos o el hecho de que algunos autores firmen sus libros con el diminutivo del nombre.
Fernández Mallo menciona que, en muchos casos, son autores con referentes no literarios. Cuenta que él viene del mundo de la ciencia, acostumbrado a intentar ser preciso con el lenguaje, y una de las cosas que más le han sorprendido es que cuando uno dice lo que piensa en el mundillo literario, se levantan sarpullidos.

Lolita Bosch no firma nunca libros y dice que le extraña que el debate literario sea, después de todo, un debate sobre la visibilidad, lo cual produce un ligero desencuentro con Fernández Mallo, quien afirma que a él le gusta gustar. Si lo que escribes te lo quedas para ti, no existe. La calidad no tiene nada que ver con la invisibilidad. El hecho de dar un texto para su publicación ya supone un acto de vanidad del autor, puesto que piensa que lo que ha hecho es bueno y quiere que los demás lo lean.

Gabi Martínez, ante la cuestión de si se está más cerca del conservadurismo o de la renovación, cuenta lo erráticas que han sido sus lecturas, que incluyen a Foster Wallace por un lado y a gente como Umbral, Cela o Josep Pla, a quienes leyó en la mili, por otro, lo cual le lleva a la conclusión de que no sigue una tradición literaria determinada.
Aquí quisiera hacer un inciso para decir que ésta es una característica, me parece a mí, bastante común. Se salta de un autor a otro, de un libro a otro, la mayoría de las veces de un modo caótico que surge como respuesta a multitud de estímulos.

Lolita Bosch confiesa que vive de la literatura. Gabi Martínez también, pero combinada con el periodismo. Agustín Fernández Mallo no.
Preguntados sobre sus últimos proyectos, Bosch dice que ella siempre está escribiendo y Gabi Martínez también, siempre tienen un proyecto literario en la cabeza. Agustín, por su parte, dice que él durante meses no escribe. Se limita a ver la tele, fuente inagotable de argumentos.

Después de esta charla, me quedo con una idea en la cabeza: ¿Qué pasaría si al hablar de nuevas generaciones, de nuevos escritores, en un mundo globalizado, pensáramos en los grupos Bogotá 39 y Generación Nocilla como si fuera uno sólo?

lunes, octubre 15, 2007

HFS – Guadalupe Nettel, Santiago Roncagliolo y Juan Gabriel Vásquez

Estuvieron estos autores moderados por Mercedes Monmany. Hablaron sobre literatura, sobre el grupo Bogotá 39, sobre las coincidencias entre escritores latinoamericanos de distintos países.
Guadalupe Nettel destacó la importancia de Internet, de los blogs, de la globalización, para que poco a poco se vayan conociendo más los escritores de diferentes lugares. Juan Gabriel Vásquez dijo que, en su opinión, la tradición literaria no tenía por qué ser algo territorial. En su caso reconocía la influencia de autores europeos, por ejemplo. Y Santiago Roncagliolo dijo, con el humor que le caracteriza, que ya no sabe qué es un latinoamericano. Hay latinos escribiendo en inglés. Se ha producido una indefinición de las miradas. Y esto es algo general, pues muchos escritores ingleses aportan miradas que surgen de la mezcla, como el caso de Hanif Kureishi.

Juan Gabriel dijo que los latinoamericanos no se leen entre ellos. Destacó la importancia que tuvo en su momento un editor como Barral que, mediante la colección “Biblioteca breve” fue quien puso en contacto a Donoso, a Vargas Llosa, a García Márquez. Ahora se hace necesario otro agente exterior, y precisamente eso es lo más positivo de “Bogotá 39”, que les da la oportunidad de conocerse. A modo de broma, dijo que en Bogotá 39, el país más representado ha sido España, ya que la cuarta parte de los escritores escogidos residen aquí.
Guadalupe Nettel intervino afirmando que el tiempo actual no está para grupos. En su caso, se sentía más vinculada a Murakami que a Ángeles Mastretta, pese a que ésta última fuera compatriota de ella.
Roncagliolo, intentando buscar un punto de unión, dijo que quizá éste residiera en la fe en transgredir los límites de la realidad y también los de la ficción. Todo es posible en una época moralmente ambigua en la que ya no podemos juzgar con certezas.
En este sentido Vásquez dijo que lo que define al novelista es, precisamente, esa falta de certidumbre. Las buenas novelas no dan respuestas sino que son un reflejo de lo complicado que es el mundo. El escritor, al escribir, lleva a cabo un acto de averiguación. Y terminó diciendo que él escribe sobre las cosas que le hacen dudar, lo cual me pareció un apunte muy interesante.

La charla trascurrió en un tono distendido. Mencionaron otros géneros, aparte de la novela, y mientras Guadalupe Nettel hablaba de aforismos, filosofía y poesía, Roncagliolo contaba que él había hecho de todo, incluso había escrito telenovelas, teatro, musicales, libros para niños… y estaba a punto de salir una crónica sobre Abimael Guzmán. Vásquez, por su parte, destacó la biografía y, a raíz de una novela suya que gira en torno a la escritura de una biografía de Conrad, planteó la tendencia actual a la mezcla de géneros. Un historiador tiene que ceñirse más a la realidad, mientras que el escritor se mueve más en el terreno de lo que es posible.
Por último, sobre los actos paralelos al proceso de escribir, como las promociones, presentaciones, charlas, etc. Tanto Vásquez como Nettel coincidieron en confesar que les incomoda. Nettel especificó que lo pasa muy mal, que ella prefiere la soledad. En cambio, Santiago Roncagliolo, admitió con una sonrisa que a él le encantan esos actos y que se lo pasa en grande.

viernes, octubre 12, 2007

HFS - Wole Soyinka


Hay un lleno absoluto en la iglesia San Juan de los Caballeros. La figura de Soyinka aparece en el escenario. Su currículum es impresionante. Nació en Nigeria en 1934. Ensayista político-cultural. Fundador de varios grupos de teatro. Embajador de buena voluntad de la UNESCO. Presidente del Parlamento Internacional de Escritores. Humanista crítico y agudo. Rebelde comprometido. De 1967 a 1969 fue encarcelado por pedir un alto el fuego en la guerra civil de Nigeria. En 1986 recibió el Premio Nobel de Literatura, siendo el primer escritor africano que lo recibía. Acaba de aparecer en nuestro país el ensayo “Clima de miedo”, editado por Tusquets. La entrevista está a cargo de Landry-Wilfred Mampika.

Habló de la religión “Yoruba”, de sus bondades, en contraposición a los fanáticos religiosos, que son enemigos de la humanidad y del mundo, dice, caracterizados, como todo extremismo de cualquier religión, por la intolerancia, así que lo mejor que podría hacerse con ellos sería mandarlos al espacio exterior con billete sólo de ida.

Soyinka no elude ningún tema. Dice que el miedo se ha incrementado en el mundo a raíz de la guerra de Irak. Miedo y desconfianza, rechazo a lo diferente, debido a la ignorancia con respecto a otras culturas. EE.UU. se niega a entender lo que ocurre en otros países y es el principal responsable de la creación de barreras para el diálogo. Dice que las sociedades deben cambiarse desde el interior y no es posible hacerlo desde el exterior.

Sobre Internet opina que es un gran avance, pero lo define como un monstruo que es capaz de hacer el bien pero también el mal, pues se presta a abusos, a distorsiones de la información. A su inventor habría que darle un premio, una medalla, agasajarle con un desfile y luego colgarlo en la plaza del pueblo. Mas tarde confiesa que no le interesan los blogs, que prefiere el tempo lento de la lectura de un libro.

Lo que vende en los medios de comunicación es el sensacionalismo. Se hace necesario un canal alternativo cuya prioridad sea la de educar. La literatura sirve para educar y hay muchas voces importantes en la literatura africana, pero resulta difícil encontrar sus libros. Menciona un titulo que se encuentra publicado en España, “Todo se desmorona”, de Chinua Achebe.

Sobre la memoria colectiva afirma que resulta fundamental para la historia, que contribuye a la identidad, pero que también puede dañar a la sociedad, ya que la memoria muy presente mantiene la división y no permite que se supere el recuerdo de las masacres. Esto ocurre en Nigeria, por ejemplo, que quedó dividida a raíz de la guerra de Biafra.

También ha escrito poesía. Dice que las impresiones fuertes, aquello que le impacta, desemboca en poemas. Sus poemas suelen hacer referencia a imágenes y sensaciones.
Respecto al teatro, afirmó que produce una respuesta inmediata. Que su grupo de teatro tuvo que aprender defensa personal por los ataques que recibía. El teatro produce confrontación porque a la gente no le gusta verse representada.


Ante una pregunta de una mujer del público, sobre el motivo por el que el poder está en manos de gente corrupta y los intelectuales huyen de sus países, Soyinka explicó que la historia de África fue interrumpida por el comercio de esclavos, hubo una ruptura del camino evolutivo, y el colonialismo dejó el poder en manos de los más atrasados, lo cual produce gran frustración y es una de las causas de que gente valiosa abandone sus países. Y, en referencia a la emigración, dijo que debería haber programas de intercambio. Por cada barco de africanos, habría que mandar un barco de occidentales a África. Pero que no les envíen delincuentes, sino aventureros y emprendedores. Piensa que habría gente dispuesta a participar en dicho proyecto.
Muchos europeos piensan que África es una unidad, pero en África también hay zonas donde nieva. África es muy grande, hay muchas sociedades. La represión de la mujer es algo muy localizado, ya que hoy en día las mujeres contribuyen, ocupan su lugar en la sociedad, aportan mucho. Y puso como ejemplo que Liberia tiene una mujer presidente.

Ante un tema como el 11-S y los atentados de Nueva York, dijo no minimizar el suceso, pero había que recordar que en África ha habido muchos 11-S, aunque no hayan tenido la misma repercusión y no sean conocidos. Una explosión en Níger, guerras civiles fomentadas desde el exterior, la aniquilación de la voluntad de las personas… Para nosotros, el atentado de Nueva York no fue el primer ataque contra la humanidad.

Afirma que no le importa demasiado cómo se le recordará tras su muerte, ya que es algo que nunca sabrá. Y cuando alguien del público le pregunta qué le diría a un joven que quiere ser escritor, no lo piensa demasiado: "que escriba". Que escriba, que se prepare para ser rechazado, y que vuelva a escribir. Si quieres ser escritor, escribe. Él era un lector voraz. Leía todo lo que caía en sus manos, cualquier cosa, y después de leer mucho, sintió la necesidad de escribir.
Admitió que el Premio Nobel había cambiado su vida de una forma radical. En primer lugar porque su público se amplió muchísimo y esto aumenta el sentido de la responsabilidad al ponerse a escribir. Sobre este asunto, dijo que la mejor respuesta la había dado Bernard Shaw: “Puedo perdonar a la mente endemoniada que inventó la dinamita, pero hay que ser muy diabólico para inventar el Premio Nobel de Literatura”.

Como se puede ver, la conversación con Soyinka no tuvo desperdicio. Además de no eludir ningún tema y dar sus opiniones de un modo reposado y contundente, también se pudo descubrir, a través de alguien del público, que la noche anterior se le había podido ver en un local de Segovia bailando, o intentando bailar, sevillanas. Con una sonrisa dijo que debió ser el orujo el que bailó a través de él.

Por último, diré que si tuviera que escoger una frase, entre todo lo que dijo, que resumiera el espíritu de esta charla, dicha frase sería: La tolerancia no debe tener límites.


Un apunte: El Premio Nobel de Literatura acaba de recaer en Doris Lessing, que también estuvo en la edición del Festival Hay Segovia del año pasado, así que coloco un enlace a aquella charla.

Y mis felicitaciones.

martes, octubre 09, 2007

HFS - Ian Rankin

Lo primero que llama la atención de Ian Rankin es su gran estatura. Lo segundo, su sencillez. La charla fue amena, cargada de impresiones personales. Rankin es un autor de novelas policíacas que ha ido madurando a la vez que su personaje, así que la primera pregunta que le formula Peter Florence es precisamente ésa, cómo ve él ahora al inspector John Rebus.
Rankin explica que los cambios de su personaje son orgánicos. En el primer libro, Rankin era estudiante de literatura, así que el personaje era demasiado literario. Con el tiempo han ido cambiando las cosas, incluso los gustos musicales, ya que en un principio Rebus escuchaba jazz y luego se decantó por el rock, que es la música que escucha Rankin.
El inspector Rebus va envejeciendo en tiempo real. En el primer libro de la serie tenía cuarenta años, ahora tiene sesenta y está cerca de la jubilación. También la ciudad de Edimburgo ha cambiado en este tiempo y, por tanto, también la naturaleza del crimen. Han aparecido nuevas tecnologías, se ha generalizado el uso del móvil, Rebus ya no puede fumar en un bar porque ahora está prohibido… Pero sin llegar a tratar temas como el cambio climático o el terrorismo internacional, que sobrepasan el ámbito de una novela policíaca normal, son temas que hay que tratar de otra forma.
Rankin asegura que Rebus y él son diferentes, pese a que vienen de entornos parecidos. “Es como el hermano que nunca tuve”, dice. O como Jeckyll y Hyde. Mientras Rankin se considera liberal, Rebus es una persona para quien todo es blanco o negro, no hay sitio para el color gris, lo cual, muchas veces, lleva a Rankin a mantener una lucha consigo mismo. En muchos temas está en desacuerdo con él. Rebus es el último policía de su estirpe en Edimburgo.

Ian Rankin era un joven listo, sacaba buenas notas y sus padres esperaban que fuera a la Universidad y se convirtiera en contable. Leía de todo. No podía ver películas para mayores de dieciocho años, pero sí podía leer las novelas en las que se basaban, como “El padrino” o “Alguien voló sobre el nido del cuco”.
Escribía en secreto. Poesía, letras para canciones, incluso un libreto para ópera. Nadie sabía que escribía hasta que ganó un concurso y apareció un texto suyo en un periódico.
Sintió deseos de escribir una novela sobre alguien que vivía con fantasmas de su pasado. Pensando en el personaje se le ocurrió que podía ser policía, lo cual le permitiría también descubrir la cara de la ciudad que se esconde bajo la superficie. Lo que menos le interesa en sus novelas es quién es el asesino. De hecho, en alguna de ellas lo ha desvelado en las primeras páginas, para poder hablar libremente de lo que le interesa. Ya no se aceptan las respuestas cerradas. Hay que tener en cuenta que la gente se comporta de forma legítima la mayor parte del tiempo. Incluso un psicópata se comporta bien la mayoría del tiempo, excepto en el momento en que comete el delito. Todo el mundo es capaz de cometer un acto malvado, lo que ocurre es que muchas veces no se produce la motivación necesaria.
En la guerra, por ejemplo, está todo permitido. A los cinco años, su padre le contaba historias sobre la guerra. Se las contaba a la hora de dormir. Le contaba que los japoneses arrancaban las uñas a los prisioneros y cosas así. Se ríe y admite que quizá de ahí le viene su interés por la naturaleza del mal.

No hay una estructura fija en las novelas policíacas. De hecho, él se inventa sus libros sobre la marcha. Ni siquiera sabe, al empezar, quién va a ser el asesino. A veces no lo descubre hasta que no elabora el segundo borrador. Cuenta que se le ocurrió incluir un personaje que fuese portavoz parlamentario y que tenía la idea de hacerlo aparecer al menos en tres novelas. Sin embargo, sin saber por qué, en la página cincuenta de la primera lo mató. Y luego, para complicar las cosas, expulsan al policía, y pienso ¡mierda! ¿Cómo va ahora a resolver el crimen? Es muy divertido. Me gusta escribir novelas policíacas. Además, son fáciles, porque hay una serie de hechos que debes incluir para iniciar la investigación del crimen, como la entrevista con testigos y cosas así, de modo que, una vez tienes la idea, te plantas fácilmente en la página treinta.

También habló de la compañera de Rebus, que se convirtió rápidamente en un personaje protagonista, muy útil para hablar de ciertos aspectos del policía. Ella es universitaria y él piensa que ser policía es una profesión de hombres. Mantienen una relación muy intensa, nunca romántica. Ella le ayuda a cambiar su visión del mundo. Admite Rankin que podría escribir novelas en las que ella fuera la protagonista y Rebus el secundario. Uno descubre las posibilidades de un personaje y éste va creciendo.
Confiesa Rankin que es una persona de trato difícil cuando está escribiendo y que, de hecho, a veces le resulta difícil salir de la cabeza de Rebus. Pero no ve las cosas como el policía. No está todo el día preguntándose qué opinaría Rebus de esto o de aquello. Sin embargo, en lo que sí se fija es en los escenarios. Por ejemplo, aquí, en Segovia, alguien podría caerse del Acueducto. Y empiezas a preguntarte cómo subió allí, si saltó solo o alguien lo empujó… ese tipo de cosas.

La gente lee novelas policíacas porque el asesinato habla de la sociedad. El mal forma parte de la naturaleza humana, es una cuestión moral. Al final, nos preguntamos si podríamos nosotros llegar a hacer algo así si estuviéramos en una situación similar.

viernes, octubre 05, 2007

HFS - Andrés Neuman, Slavko Zupcic y Eduardo Halfon en conversación con Piedad Bonnett


Llego casi corriendo, con el tiempo justo y la lengua fuera. Tengo interés en esta charla, entre otras cosas porque estoy leyendo el libro de Halfon, “El ángel literario” y me está pareciendo excepcional. Entre el público se encuentran Alan Pauls, Jorge Herralde, Gonçalo M. Tavares, Karla Suárez, Leonardo Valencia…

Piedad Bonnett presenta a los autores y se dispone a formular una pregunta a cada uno. Y empieza preguntándole a Slavko Zupcic de dónde viene ese nombre impronunciable. El escritor sonríe y habla de sus orígenes y de que ya se acostumbró a deletrear su nombre y su apellido recitando una retahíla de ciudades. Luego, ya un poco más serio, dice que la ausencia del padre inundó su vida. Y cuenta que escribe por las mañanas y que ejerce de médico psiquiatra a partir de las ocho.
Eduardo Halfon definió “De cabo roto” como su libro más íntimo. Y, respecto a “El ángel literario”, dijo que investigaba la vida de otros buscándose a sí mismo, lo cual me pareció una poética definición. Respecto a su libro “Esto no es una pipa. Saturno” explica que habla del suicido, en especial del suicidio de escritores, y de la relación con sus padres.
Andrés Neuman puso el dedo en la llaga al afirmar que “El acto de escritura conlleva la fusión de los géneros”. Y, a partir de aquí, aseguró que necesita moverse en todos los géneros.

Piedad Bonnett le preguntó a Slavko Zupcic por la psiquiatría como fuente de historias. Slavko reconoció su interés por lo patológico y dijo que tanto la medicina como la literatura son pretenciosas, y coinciden en muchas cosas, pero desde luego, cuando uno está con un paciente no se dedica a pensar qué historia puede surgir de la situación de éste.
A Eduardo Halfon, sobre la mezcla de géneros, le preguntó si creía que se estaba consolidando un género que no tiene definición, mezcla de relato, novela, ensayo, crónica…Y Halfon contestó que, en su caso, lo que había ocurrido con “El ángel literario” es que estaba escribiendo cuentos y, a la vez, un diario sobre el proceso de escritura de esos cuentos. Y finalmente, lo que se publicó fue la fusión de ambos textos. Podría ser que tuviese una cierta relación con el fenómeno del zapping, pero no necesariamente. Y citó como un titulo a tener en cuenta la novela “Una noche con Sabrina Love”, de Pedro Mairal.
Pese a todo lo que se estaba diciendo, Andrés Neumann señaló que sería un error darle la espalda a la novela con afán totalizador, típica del siglo XIX. También dijo que, en su opinión, se había idealizado el tema del suicidio del artista, asunto sobre el que Halfon confesó sentir una especial atracción, unido al tema de la relación con el padre.
Respecto a la elección del grupo Bogotá 39, coincidieron en señalar que sentían gratitud y sorpresa a la vez. Slavko ilustró la situación comparándola con los pacientes, que siempre presentan una sintomatología que no se corresponde exactamente a las enfermedades tal como son estudiadas. Pero el médico se esfuerza por hacer coincidir los síntomas con una de esas enfermedades para poder tratarla. En el caso del grupo Bogotá 39, pasaba un poco lo mismo. Se habían buscado puntos en común para poder encajarlos en un grupo. Y algo en común tienen: que hay que tener el alma picada para acercarse a la literatura.

martes, octubre 02, 2007

Hay Festival Segovia 2007

Ya regresé. Se celebró la segunda edición del Festival Hay en Segovia. Una vez más, la ciudad vivió cuatro días entregada a la cultura y por sus calles se dejaron ver autores de gran talla.

Llegué el viernes por la tarde, con el tiempo justo para recoger mis entradas y marchar corriendo al museo Esteban Vicente, donde iba a empezar el primer acto al que quería asistir. La actividad ha sido frenética. La organización me ha parecido perfecta. El mayor problema ha sido la elección de los actos, ya que muchos coincidían en el horario, y uno, hoy por hoy, todavía no tiene el don de la ubicuidad. En algunos casos tardé mucho en decidirme y, por supuesto, lamenté perderme algunas charlas.


En esta edición, me ha llamado la atención la presencia de dos grupos de jóvenes narradores: Bogotá 39 y la llamada Generación Nocilla. También me interesó, por supuesto, Wole Soyinka, Hanif Kureishi y Gonçalo M. Tavares. La mayoría de los eventos los contraté por internet, pero, una vez allí, viendo ya los diferentes lugares de celebración, pensé comprar entradas para tres más. Las entradas para la charla de Elvira Lindo con los guionistas Fernando Gaitán y Sergio Cabrera ya estaban agotadas, también para asistir a la charla de Javier Marías (por lo que a esta tuve que colarme, muy a mi pesar), así que por fin sólo compré la entrada para asistir a la conversación de Juan Gelman con la crítica literaria Mercedes Monmany.
Quiero destacar también la calidad y profesionalidad de las personas encargadas de la traducción simultánea.


Estuve pues en los siguientes actos:
-Bogotá 39: Andrés Neuman, Slavko Zupcic y Eduardo Halfon en conversación con Piedad Bonnett.
-Ian Rankin en conversación con Peter Florence.
-Wole Soyinka en conversación con Landrý-Wilfred Mampika.
-Bogotá 39: Santiago Roncagliolo, Guadalupe Nettel y Juan Gabriel Vásquez en conversación con Mercedes Monmany.
-Lolita Bosch, Agustín Fernández Mallo y Gabi Martínez en conversación con Teresa Sanz (que sustituyó a Emilio Manzano).
-Javier Cercas en conversación con Félix Romeo.
-Gala del libro favorito: Rodrigo Fresán, Alan Pauls, Tishani Doshi, Daniel Alarcón, Hisham Matar, Antonio Orejudo, Hanif Kureishi y Menna Elfyn, moderados por Alfredo Matasanz.
-Javier Marías en conversación con Manuel Rodríguez Rivero.
-Gonçalo M. Tavares en conversación con Lourdes Ventura.
-Juan Gelman en conversación con Mercedes Monmany.
-Hanif Kureishi en conversación con Rodrigo Fresán.


Embriagado por el ambiente. Alucinado por cruzarme con Rodrigo Fresán o Alan Pauls por la calle, o con Agustín Fernández Mallo y Hanif Kureishi, que me saludaron al reconocerme como uno de los muchos que les habían pedido una firma en su libro. Y yo, sin haber aprendido a desprenderme de mi timidez, les devolví el saludo y seguí adelante, pensando en que tal vez debería haberme detenido junto a Hanif Kureishi, y haber intentado explicarle, con mi inglés lento y escaso, que mi blog nació, entre otras cosas, por el hecho de haber escrito un texto sobre su libro “Mi oído en su corazón” y querer exponerlo. O haberle dicho a Agustín Fernández Mallo que me gustaba la naturalidad de su discurso. O haberme acercado a Daniel Alarcón y haberle dado recuerdos para José Antonio Galloso. Pero apenas hablé con nadie. Me mantuve frenéticamente ensimismado en mis pensamientos, inmerso en el ajetreo que me había impuesto.


Casi me va a llevar todo el mes contar estas charlas y las ideas que algunas me sugirieron. Espero que tengan paciencia. Iré publicando en orden de celebración.
Lamento haberme perdido la charla que mencioné de Elvira Lindo con los guionistas Fernando Gaitán y Sergio Cabrera, y la lectura de poemas con la que se cerró el Festival (que además coincidían en el horario) y la charla de Manuel Rivas con Marianne Ponsford, y la de Julio Llamazares con Juan Cruz, y aquella en la que participaba Antonio Orejudo, Enrique de Hériz y Alan Pauls en conversación con Félix Romeo (ésta coincidía con Wole Soyinka) y la de Andrés Trapiello, y la de Elif Shafak sobre la mujer musulmana y la que giraba en torno a la libertad de expresión, en memoria de Anna Politkovskaya, a cargo de Jo Glanville, Raúl Rivero, Maziar Bahar y Francisco Herranz… En fin, que no se puede estar en todo.
Tal vez por esto, me fijé en dos personas que coincidieron conmigo en prácticamente todos los actos, lo cual me resultó curioso. Una era una muchacha con rasgos hindúes y el otro era un fotógrafo. El fotógrafo era, nada más y nada menos, Daniel Mordzinski.

Está claro que el número de eventos era mayor que el año pasado y todo estaba mucho más controlado. El año pasado parecía que les había sorprendido la aceptación del Festival, pero en esta ocasión todo ha estado bajo control.

Acabo de leer en internet que es posible que en el mes de Abril se celebre una nueva edición del Festival Hay, pero en esta ocasión en la ciudad de Granada.